VII Salón de Vinos Radicales
Los Vinos Radicales, el hidromiel de Moncalvillo, Ferran Centelles y Japón

El pasado lunes se celebró en Madrid el séptimo Salón de Vinos Radicales, un encuentro ya consolidado para conocer a jóvenes productores y pequeños proyectos personales, que contó con Japón como país invitado. Raquel Pardo
El sumiller del restaurante riojano Venta Moncalvillo, Carlos Echapresto, fue uno de los protagonistas el pasado lunes del VII Salón de Vinos Radicales, celebrado en su sede habitual, el Colegio de Arquitectos de Madrid. Echapresto acompañó a Federico Oldenburg, impulsor del Salón, en una cata titulada “vinos más allá de la uva”, cuya temática concreta se mantuvo en secreto hasta el mediodía, el momento en el que se desveló que el riojano traía los hidromieles en los que ha estado trabajando en los últimos años, fruto del proyecto conjunto con sus hermanos, Carlos e Ismael y el productor de hidromieles Sergio Sáenz en la bodega Moncalvillo Meadery, en Daroca de Rioja. En total, se cataron seis con distintas elaboraciones y diferente terroir, fruto de la ubicación de los panales y la flora que les rodea, en las regiones de Rioja Alta y Oriental, marcada, la una por el brezo y la otra por el tomillo y el romero. Uno de los hidromieles, a juicio de Oldenburg, era el más “radical” por su semejanza con un vermut tradicional y sus notas florales y silvestres. Oldenburg se decantó por estas bebidas, a las que llamó “vinos de miel”, ya que el proceso de elaboración y la vinculación con el origen es muy similar.
Además de la cata, reservada en exclusiva para la prensa, el Sindicato del Gusto otorgó el Premio Radical a la personalidad que defiende los valores de singularidad, autenticidad y diversidad que entran en el concepto de vinos radicales del Salón. El agraciado fue el responsable de bebidas de ElBulliFoundation, Ferran Centelles, quien asegura que, pese a no considerarse un radical del vino, se encontraba muy feliz por recibir el premio de manos del salón, donde, afirma en su perfil de Instagram, “agrupó a productores realmente singulares”.
Singulares fueron también los sakes o “vinos de arroz” que llegaron como invitados al salón de manos de Salvioni y Alomar, expertos en este tipo de bebida fermentada japonesa, y que presentaron algunos de sus productos, enormemente diferenciados y muy interesantes a la hora de acompañar preparaciones gastronómicas.
Los vinos radicales, una tendencia que gusta a los winelovers
El concepto de autenticidad y pequeña escala que defiende el Salón de Vinos Radicales gusta al público entendido en vino y winelovers, y una muestra es la cantidad de gente que se reunió en esta séptima edición para conocer las novedades de productores de zonas vitícolas consolidadas, como Rioja y Ribera del Duero, Priorat Penedès, Bierzo, Castilla- la Mancha y Castilla y León, y otras emergentes como Ribeira Sacra, Montsant, Alella, Manchuela, Mallorca, Méntrida, Cebreros, Menorca, Terra Alta, Cantabria, Calatayud, Bizkaia, Gredos o Alicante. Vinos elaborados en su mayoría con variedades locales o largamente adaptadas en sus respectivas regiones, respeto por el viñedo y la agricultura ecológica y biodinámica y la vocación de mostrar de la forma más transparente el origen y la procedencia del vino, el terroir en su máxima pureza, son algunos de los puntos comunes que comparten los comparecientes a este salón, que niega el acceso a grandes productores, tal como reza en su manifiesto en defensa de la dimensión humana de la vitivinicultura.
Este año se congregaron algunos productores que acudieron por primera vez, como Tres Piedras, iniciativa del joven viticultor Jorge Arandilla en Ribera del Duero, la bodega alicantina que lidera Óscar Mestre y trabaja con variedades locales como giró o moscatel; L’Enclos de Peralba, una novedosa bodega del Penedès que arroja una nueva mirada que realza el valor del territorio, que lideran los primos Leo y Roc Gramona, herederos de la saga bodeguera del mismo nombre pero con una trayectoria independiente y vinos a base de garnacha, xarel·lo o parellada de fincas singulares o viñedos muy viejos; el joven proyecto riojano Alonso Pedrajo y el ya consolidado Celler Credo, bodega del Penedès enfocada a las elaboraciones poco intervencionistas, tras la cual está Ton Mata, responsable de Recaredo, y que expuso sus novedades por primera vez en este Salón, entre ellos, el blanco sin sulfitos VI-D-RE, un juego lingüístico que alude a su elaboración en damajuanas de vidrio y a la no adición de sulfitos, “vino de nada”, “vi de re” en catalán.
También concurrieron “clásicos” del salón, como Itsasmendi (Txakoli de Bizkaia) y sus vinos más novedosos, como el maceración carbónica Bat Berri; Alta Alella y Celler de les Aus y sus cavas y vinos, entre los que destaca el cava de larga crianza AA10 o los Pét Nats blanco y rosado; Arrayán y su nuevo rosado de garnacha peluda; Más que Vinos (Castilla- La Mancha) y su original Conejos Malditos blanco, elaborado con las denostadas airén y malvar, o el original El Vino de Antes, que combina la crianza oxidativa y la generación de un leve velo de flor; Bodegas Tierra, que mostró un nuevo perfil, más afinado y expresivo, de uno de sus clásicos, El Belisario, y aprovechó también para dar a catar dos nuevos proyectos que Carlos Fernández, al frente de la bodega, “apadrina” y tras los que están jovencísimos productores: Tronado Wines y su primer vino, Capitán Trueno 2020, un tinto fresco, primario y seductor a base de tempranillo y graciano tras el cual están Guillermo Fernández, sobrino de Carlos y Catalin Grad, mano derecha del productor. Y Área Pequeña, vino de alma futbolera elaborado por los hermanos Joseba y Koldo García, jóvenes futbolistas que han empezado con un tinto de tempranillo, viura y garnacha, sereno y fácil de beber. Veteranos eran también Alfredo Arribas y su interesante proyecto de vinos naturales Vins Nus; Norrel Robertson y sus elaboraciones en Calatayud de El Escocés Volante (magníficos sus Manda Huevos tinto y blanco y su tinto Mazuelo Parcela El Plano, elaborado con esta variedad); o Edetària, con sus siempre elegantes blancos y sus soberbios tintos de Terra Alta.
Un total de 33 bodegas que mostraron la estupenda salud de la “radicalidad” vinícola bien entendida.