Cómo tomarse el vino frío en estío

Enfría el vino en verano: los mejores consejos para hacerlo

Jueves, 07 de Julio de 2022

Llegan los calores (que ya avisaron hace unos días y, tras el respiro de hoy, vuelven con fuerza) y apetecen los vinos, tanto tintos, como blancos, espumosos, generosos o dulces, con un plus de frío. Raquel Pardo. Imágenes: zero take, Randy Fash y Alisa Reutova // Unsplash

Para enfriar bien blancos, tintos, rosados o espumosos, hacerlo bien y disfrutarlos en quedadas y fiestas, aquí van unos cuantos consejos de grandes profesionales.

 

La sumiller Laura Rodríguez, que lidia desde su puesto como responsable de sala del restaurante Ambivium con aproximadamente 25 o 30 vinos por comensal que se sirven para maridar con el menú, lo tiene muy claro: hay una fórmula rápida y eficaz de enfriar el vino y se llama: agua, hielo y sal, un trío que “acelera el proceso” de enfriado.

Y es que, una buena combinación de estos tres elementos es la forma en la que el vino, sea blanco, tinto, rosado, espumoso, ancestral, naranja, generoso... encuentra su temperatura óptima para consumir.

 

La fórmula infalible para enfriar el vino

 

[Img #20759]El procedimiento es sencillo: hay que buscar un recipiente donde quepan todas las botellas que se quieran enfriar, por ejemplo, un cubo o un barreño (o una cubitera si se tiene a mano) y llenar alrededor de un tercio con agua. Después, hay que echar los hielos, preferiblemente, unos hielos bien gordos que aguanten presentando batalla al agua y no se diluyan sin haber cumplido su cometido de enfriarla.

 

Y por último, el toque maestro, un puñado o dos de sal que, al derretir el hielo rápidamente, provocará que el agua también se enfríe con mayor celeridad y traspase ese frío al vino, de forma que un vino tinto, que se puede consumir con estos calores un poco más frío de lo habitual, a unos doce grados, puede empezar a estar rico en 15 minutos, aproximadamente.

 

Por lógica, blancos y espumosos deberán aguantar más tiempo sumergidos en la fórmula mágica, porque necesitan bajar más su temperatura para ser disfrutados, y esta rondará, en pleno verano, los 6 grados, como mucho.

 

Un buen consejo es, para comprobar si la temperatura del vino está a nuestro gusto, servirse un poco menos de la copa habitual (unos 5-8 cl), una cantidad que permita empezar a beber el vino, y volver a dejar la botella enfriándose un poco más mientras se toman esos primeros tragos y se charla con la gente o se toman unos aperitivos o entrantes. Las siguientes copas ya estarán a la temperatura ideal para disfrutar del vino sin que sea caldo.

 

Eso sí, hay que tener en cuenta, también, que con las altas temperaturas el vino se calienta rápidamente en las copas, por lo que es recomendable, más que nunca, moderación a la hora de servirlas, porque es mejor rellenarlas más veces que ponerse un copón casi lleno y terminar bebiendo sopa de taninos.

 

Otras formas de enfriar el vino rápidamente

 

En verano, se esté donde se esté, a los winelovers les hará falta siempre un método para enfriar el vino y poder disfrutarlo.

 

[Img #20757]Si no se dispone de una buena cava donde tenerlos a temperatura constante, y no tenemos hielo en casa o no está a mano ir a comprarlo, lo mejor es tirar… de nevera. No queda otra. Y no ya de nevera tanto como de congelador. Si se dispone de tiempo, el frigorífico es muy buena opción, claro, porque el vino baja mucho de temperatura, pero puede que haga falta más de una hora para que esto ocurra y no siempre se dispone de este tiempo.

 

El congelador, sin embargo, es capaz de dejarnos el vino a temperatura óptima para consumir en aproximadamente media hora. Eso sí, si es un congelador pequeño que requiere que las botellas estén tumbadas, una vez se abren, lo de volver a meterlas para conservarlas se hace difícil, por lo que habrá que tirar de frigorífico.

 

Otra buena opción para ralentizar la ganancia de temperatura son las camisas de frío para vinos, que se guardan fácilmente almacenadas en el congelador y transfieren de forma muy efectiva el frío. Son perfectas para mantener los grados a raya mientras se da buena cuenta de la botella.

 

Otro de los trucos que recomienda Rodríguez es tener unas cuantas uvas congeladas y usarlas, cuando se sirve una copa, a modo de hielo. La solución, si la copa no es muy grande, puede ser efectiva, y además es muy cuqui, tanto, que ya se ve este método en algunos bares y restaurantes como opción de tomar el vino fresquito: “las uvas aportan esa bajada de temperatura sin agua, y se evitan los hielos, que están tan de moda”, afirma la sumiller.

 

Porque, claro, la opción más radical, y anti winelovers, es, directamente, echarle hielo al vino. ¡Hala, lo que ha dicho!... Sí; sin que esto sea una elección recomendable para la mayoría de los vinos, lo cierto es que hay algunos que toleran bien el aporte de agua sin llegar a corromper su sabor y permiten un consumo placentero y fresco. Eso sí, lo suyo es evitar cometer esta invasión de los hielos asesinos en vinos espumosos secos y en vinos tranquilos, ya sean blancos, tintos o rosados, porque el efecto es devastador.

 

Sin embargo, generosos tipo cream o algunos vinos con azúcar residual (semidulces, blancos dulces) pueden llegar a tolerar el hielo sin perder la batalla contra él.

 

La elección, como siempre, es de quien los consume, pero con uno u otro método, es posible evitar tomar vinos caldosos en verano.


Foto de apertura: zero take // Unsplash

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