Un vino para cada madre
Mamá, te quiero, te invito a un vino
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Hoy es un día especial y madre no hay más que una, pero hay más de un vino para cada madre. Aquí van unas cuantas sugerencias recién salidas del horno. Raquel Pardo
"Mi madre es clásica, planifica casi todo y no le gusta la improvisación, perfeccionista, de las que (casi) nunca se desmelena”. Si tu madre es así, nada mejor que tomarte con ella un tinto clásico, elegante y que no defrauda. Como Chivite Colección 125 Reserva 2009, una novedad (la añada) que desprende finura, elegancia como la de tu madre, y que le gustará saborear, perfecto para brindar un día como hoy. Si prefiere más potencia, y le gusta la personalidad de uvas como la cabernet sauvignon, la nueva añada de Gran Coronas (2010) puede ser una opción perfecta para acompañar esa carne que os tomaréis en la comida o la cena.
“A la mía me cuesta convencerla para que beba vino, pero sí le gusta la fruta, y prefiere vinos no muy concentrados”. Para esas madres que no toman vino a diario, pero sí saben disfrutar de él con familia y amigos, los blancos son una opción más que recomendable. Y dentro de los blancos, los albariños, cuyas añadas nuevas empiezan a salir al mercado, son unos vinos expresivos, frutales e intensos, pero muy adecuados para quienes se alejan de la concentración de los tintos o de la presencia de los toques de la madera. Albariños vivaces y divertidos, pero al mismo tiempo bien terminados y perfectos para comer como Santiago Ruiz, o vinos cargados de elegancia como Pazo de Señorans (una apuesta que no falla), o personales como Mar de Frades, intenso, marino, que invita a comer arroces, pescados y hasta alguna carne blanca. Si la quieres sorprender un poco más, Mar de Frades Brut Nature, albariño con burbujas, la dejará boquiabierta.
Si tu madre es más atrevida y se deja convencer para probar cosas nuevas, Viña Pomal Blanco, un rioja de viura y malvasía recién salido al mercado, el primer blanco que Bodegas Bilbaínas saca al mercado en 100 años. Aunque aún puede aguantar mucho en botella (puedes regalárselo ahora y beberlo en Navidad) es vivaz, divertido y con una boca muy agradable.
Si lo suyo es atreverse con cosas nuevas, es desenfadada y no se pierde una tendencia, le encantará Quíbia 2013, un blanco de Mallorca elaborado con uvas autóctonas de la isla como callet (que es tinta, pero se ha vinificado en blanco), acompañada de premsal y giró que es toda una sorpresa por su sabor mediterráneo, marino, mineral, muy distinto a blancos peninsulares. Si te lo tomas con ella, como aperitivo y con un picoteo ligero quedarás como un rey o reina (y no, no va con segundas con lo de mallorquín). Además, sus diez euros en tienda son todo un estímulo.
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Sin salirse de ese presupuesto y también para madres e hijos intrépidos a los que no les gusta complicarse la vida está Gonzo Garnachas Felices, una super novedad de Bodegas Canopy con la uva de moda, la garnacha, divertido en boca, fresco, vivaz, pero sobre todo, muy fácil de beber y a un precio estupendo, 13 euros. Una madre no merece menos…
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Para madres sin complejos pero a las que un tinto les pesa o que toman vino como aperitivo, los rosados son también una excelente opción, porque encima, cada vez se hacen mejores. De Jumilla a Navarra pasando por Cádiz y Cigales, hay rosados para casi todas las madres. Pero por ejemplo, uno que ahora está especialmente bueno es Zorzal, también de garnacha, intenso, muy fresco y que alegra el aperitivo con cualquier madre, incluidas las más serias.
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Si tu madre es más de jugar a las cartas con las amigas, reunirse para la merienda y echarse una copita de vino dulce, seguro que Dolc Mataró le gustará, un tinto de monastrell que se bebe muy fácil, sabroso, fresco y que le encantará compartir con sus amigas diciendo “mira lo que me ha regalado mi hija”.
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Otra opción más refinada, y menos vista por estas latitudes, es invitarla a un champagne dulce como Moët Néctar Imperial, un vino que se elabora en Francia desde hace tiempo pero que en España está muy poco visto. Elaborado con las tres uvas tradicionales del champagne, pero con predominancia de la pinot noir, está espectacular con tartas, bizcochos y dulces en general (salvo el chocolate, con el que armoniza a la perfección el Mataró) y además no deja de ser un champagne si tu madre es más de burbujas. La partida, la merienda o la reunión se convertirán en un acontecimiento memorable.
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Y para madres no iniciadas en el vino, Finca Constancia acaba de lanzar una colección de blanco y rosado de baja graduación, Fragantia, con aromas y sabores frutales que resultan perfectos como rito iniciático, para ir pasando, poco a poco, a vinos más complejos.
Porque madres no hay más que una, pero ocasiones para compartir vino con ella hay muchas más.