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Vámonos de picnic

Cualquier época es buena para comer al aire libre y por libre. El verano garantiza buen tiempo, buena huerta y muchas horas de luz natural. He aquí algunos ejemplos de una práctica popular y muy extendida por el mundo. Álvaro Fernández Prieto
Imagen de apertura: Pinic montado en un parque urbano de Toulouse por Marie Dallard.
Sofisticado y ecológico de la mano del equipo de Six Senses en el Douro.
Un lugar ideal en Lovaina para la comida al aire libre.
Excepcional festín campestre del restaurante Cervo en Zermatt.
En San Francisco hay multitud de lugares en parques públicos para la práctica de esta experiencia que en este caso es casi cotidiana.
Rural y tradicional comida campestre en el Parque Ibérico de la Naturaleza en la localidad de Vimioso, Trasosmones con el típico bolo local.
Un picnic también puede ser la comida compartida de unos estudiantes en Gante.
Otra opción entre viñedos en la bodega Zabala Bakio para disfrutar de un freco y ácido txacolí.
En la granja Øfsti de Stjørdal cecana a Trondheim con kombucha, tortas de trigo, leche agria y embutido de ciervo.