
Maridajes estivales
Platos típicos del verano: combínalos con el vino perfecto
El que estemos en verano no implica que no podamos pensar en el mejor vino para combinar con los platos que tomamos en esta estación: más ligeros, frescos, si somos de playa, más de pescado… Pues bien, encontrar un vino ideal para tomar con ellos y aplacar el calor no tiene por qué ser un quebradero de cabeza. Raquel Pardo. Imágenes: Dave Lastovskiy, Juan Lupión (Espeto)
En verano solemos ser más indulgentes respecto a la dieta y pensamos en disfrutar: para eso, nada como encontrar el vino perfecto con el que combinar algunos de los platos más solicitados del verano.
Tortilla de patatas
Más que de verano, la tortilla es un must tanto para el aperitivo como para las comidas y las cenas estivales, más si se va con ella al campo o a pasar el día en la playa. Aunque el huevo no es un ingrediente de los más fáciles para combinar con el vino, sí se puede encontrar un vino que refresque el bocado y lo haga aún más delicioso.
Imagen de: blackieshoot // Unsplash
Combínala con: un generoso ligero y delicado, como puede ser una manzanilla, y hasta una manzanilla con algunos años, tirando a pasada, puede ser el complemento ideal, que aporte notas frescas y a la vez de panadería y tostadas al bocado tortillil. Como ideas, atrévete con una de Callejuela o una manzanilla pasada Pastora, algo más atrevida por ser manzanilla pasada, pero valor seguro.
Hamburguesa
No falla. Sienta de maravilla cuando se está en una terraza, sin la dictadura del reloj o del móvil y dejando que la brisa acaricie la piel. O hecha en casa, con una buena parrilla, y acompañada de lo que cada cuál prefiera: con o sin pepinillo, con o sin lechuga, con mil salsas, solo con queso o full equipped, en la variedad está el gusto. Las claves son, eso sí, buenas materias primas, una buena carne de ternera y, si se tiene maestría, picada a mano; buenos tomates en plena temporada, buen cheddar… y lo que se quiera. Con un vino cerca, gloria bendita.
Combínala con: puede parecer una pareja insólita, pero este platazo pide un champagne, un cava o algún espumoso con gracia. Mejor, si es de método tradicional, con burbuja presente, que alegre el bocado cárnico y la grasa de la hamburguesa. Pídela con un champagne basado en la pinot noir, como Bollinger Special Cuvée, un espumoso con carácter como el rosado De Nit, de Raventós i Blanc, o L’Esparter de AT Roca que lleva una parte del vino fermentado en barrica. Si el bolsillo lo permite, un cava top como La Siberia de Juvé&Camps puede sellar una velada cavamburguer perfecta.
Espeto de sardinas
Este sí que es un plato que huele a playa y que, sin duda, se disfruta muchísimo más cerca del mar. La combinación de unas buenas sardinas, ya sean pequeñas o de mayor tamaño, que para todo hay preferencias, con un fuego de brasa (mejor que parrilla directa) y conservando el contenido graso que las hace tan jugosas. En Málaga son casi una religión, pero no está de más probarlas en Santander o alguna playa gallega, incluso, en Oporto, en el barrio de Matosinhos, de pasado pesquero, tal como recomienda el gastrónomo Alberto Fernández Bombín. Sal y poco más hace falta (bueno, sí, un buen espetero que sepa con qué producto trabaja) y el disfrute, de momento, con este plato está muy por encima de lo que cuesta una ración.
Imagen de Juan Lupión (CC)
Combínalo con: el espeto pide un vino con frescura y una notable acidez, una mezcla que, también, contribuye a paliar los calores del verano. Apostando por vinos regionales, la bodeguera Victoria Ordóñez acaba de lanzar un magistral Mountain Wine de PX, Voladeros, que lleva la experiencia espetera a otro nivel. También le puede ir magistralmente un albariño como Do Ferreiro, elegante y clásico, y hasta un txakoli de Bizkaia como el Doniene, de la bodega Doniene Gorrondona, 100% hondarrabi zuri con crianza sobre lías entre seis y nueve meses.
Fritura de pescado
Continuamos con otra que jamás se caen de las pizarras de cualquier chiringuito, y mucho menos, en verano. El crujiente de la harina es clave, junto con la ausencia de sensación grasa, para hacer de este plato un ganador. Obviando, también, lo importante que es escoger un lugar donde se reciba buen producto desde alguna lonja cercana, claro. Un plato sabroso, salino, que puede incluir intensidades y sabores diversos dependiendo de los pescados que incluya la ración, desde los potentes salmonetes a los calamares, más delicados. Pero el disfrute que provoca.
Combínala con: con este plato se puede volver, sin miedo, al sur, pero dado que es un plato sabroso, le puede ir bien el concepto, aunque ahora algo confuso, de vinos de pasto jerezanos o vino de tinaja de Montilla- Moriles. Los primeros conservan el apego al territorio y pueden ser una maravillosa opción para acompañar la fritura, como el fresco Socaire, de Primitivo Collantes; y los segundos, algo más potentes, pueden contrarrestar bien a los pescados si estos son de sabor más intenso, como 3 Miradas, de Alvear. Otra opción interesante se puede encontrar en un blanco más mineral, como Granit, de Josep Grau, o el atractivo El Rosé de Cría Cuervos, una original combinación de tempranillo, syrah y verdejo, donde esta última aporta una interesante acidez que puede bailar bien al son de la fritura.
Arroz con bogavante
El arroz es también un plato de los que no faltan en las mesas veraniegas. Empezando por las de Levante, con sus sabores mediterráneos, en paella, o al horno, con verduras, con varios tipos de carne, con pescados… Aunque el que se acompaña de bogavante es una de las estrellas más populares de la piel de toro. Importante la calidad del arroz y del crustáceo, porque este plato, si bien es mainstream, también es uno de los maltratados en los fogones cuando no se cocina propiamente. En fin, confiando en tener a los mandos a alguien que sepa lo que maneja, este platazo es perfecto para darse un homenaje. Si lo acompañamos con vino, claro.
Combínalo con: la verdad es que a este tipo de arroz le sienta de maravilla un buen espumoso, ya sea en versión mediterránea y con un perfil refrescante y mineral, como el Corpinnat Subtil, de Recaredo, o más atlántico, como el divertido y elegante 3B de Filipa Pato, un chispeante rosado elaborado por el método tradicional de la zona de Bairrada (Portugal).
Ensalada de Pasta
Otro irrenunciable veraniego, quizá, con un tinte más casero, más de fiesta en casa con la familia o los amigos que presente en la carta de un restaurante. Pero es un plato socorrido, fresco que, incluso, admite llevarlo a la playa o la montaña en una tartera y disfrutarlo tranquilamente. Ya sea con atún, con verduras u otros aderezos como salsas o vinagretas, este plato se prepara en pocos minutos y deja tiempo libre para lo que realmente importa: descansar y disfrutar.
Imagen de Eaters Collective en Unsplash
Combínala con: la ensalada de pasta pide también un vino desenfadado, algo que puede llevar burbujas, o más bien, casi una aguja, como el espumoso ancestral de la Manchuela Comboi Blanco, a base de una uva del suroeste, la tardana, casi extinta, que bodega Gratias elabora con… eso, con mucha gracia. Con sabores frutales, es perfecto para alegrar el bocado de toques vegetales de la ensalada. Si las burbujas no apetecen, un rosado fresco y vibrante como el Chivite Las Fincas, a base de garnacha y tempranillo, con una acidez marcada, puede servir de contrapunto perfecto. La experiencia puede ser magnífica también con un tinto de trepat de la Conca de Barberà, frutal y especiado como el Trepat del Jordiet de Rendé Masdeu, con crianza de seis meses en ánforas de barro, ideal para tomar a una temperatura más baja que la habitual para tintos.
Flan
Que levante la mano quien no se haya pedido un flan en vacaciones. Salvo aquellos a quienes la textura les parece algo poco atractivo, el flan, sobre todo si es casero, es la opción dulce perfecta para terminar una buena comida veraniega: sabroso, con notas de caramelo tostado, lácticos… en definitiva, delicioso.
Combínalo con: aquí hay que reivindicar el lugar para un buen vino dulce, que tenga cierta sensación de acidez, pero acompañe con notas melosas a la textura y el sabor del flan. Una PX de Montilla-Moriles como las que elabora Toro Albalá, con notas a chocolate y frutos secos, o arriesgando más, un Tokaj Aszú Oremus 3 Puttonyos húngaro, que aporta un elegante frescor a la melosidad del flan. En el fondo, lo importante son los momentos que se generan en torno a una sobremesa y unas copas de vino.
Imagen de apertura: Dave Lastovskiy // Unsplash