El lujo de la naturaleza

Torralbenc, agroturismo en la Menorca más natural

Lunes, 19 de Septiembre de 2022

Estamos en Cala´n Porter, desde cuyos acantilados se contempla la más famosa puesta de sol de Menorca. Pero recorremos caminos adentro para llegar a una de las fincas de agroturismo más encantadoras de la isla. En Torralbenc hay una paz que llena el alma y un placer que cuida el cuerpo. Sabia combinación de lo natural, lo lujoso, lo delicioso y lo gastronómico. Teresa Álvarez. Imágenes: Arcadio Shelk

Una finca tradicional menorquina reconvertida con un gusto exquisito en un hotel de lujo. A esta belleza arquitectónica le pintas el mar azul cristalino de la isla al fondo, colocas estratégicamente una pradera que desemboca en una preciosa piscina. Alrededor, olivos centenarios que convierten en aceite propio y por supuesto viña, trabajada sobre ese campo de piedras imposible de arar en el que consiguen encauzar las variedades internacionales más poderosas plantadas en sustitución de un viñedo autóctono, que ha desaparecido. Y así hacer magníficos vinos.

 

[Img #20948]Huerto, por supuesto, para proveer de buena materia prima cercana a la restauración, que merece todo un capítulo aparte por su calidad y su apuesta por la elegancia sin perder la naturalidad. Una langosta recién capturada servida con honestidad, con garantía de calidad y con elaboración cuidada, o un pescado de la lonja con brasas mimosas que le dan el punto justo… Todo en absoluta línea con la filosofía general de Torralbenc. Pero vayamos paso a paso.

 

Una finca que conecta con la naturaleza

 

77 hectáreas y un conjunto de edificios de piedra caliza tradicional, el marés, de finales del XIX dedicado a funciones agrícolas. Ésa es la base sobre la que se edifica una apuesta arquitectónica de hotel respetuoso con el entorno, reverencial casi diría, pues lo dignifica y lo convierte en espacio de bienestar. Nacieron en 2013 tras una larga y concienzuda reforma. En su espíritu, la relajación y la conexión con la naturaleza, algo que consiguen gracias a sus espectaculares masajes, sus aguas aromatizadas, el suave algodón en sus sábanas o sus terrazas íntimas de absoluta privacidad. Líneas puras, blanco y buganvilla, teja tradicional, pequeños ventanucos que filtran la luz intensa de Menorca y agua, chorros y riachuelos y fuentes que añade una musicalidad magnífica a la estancia.

 

También hay sitio para el vino

 

[Img #20949]La tierra tenía vino en su memoria. Fueron años de abandono los que el grupo Sidercom recuperó para revivir un patrimonio perdido. El proyecto arranca en 2011 rehabilitando esos campos sin trabajar y creando de una pequeña edificación antigua una práctica y coqueta bodega que hoy funciona a pleno rendimiento. El viñedo, con 16 hectáreas dedicadas a su cultivo, transita por la syrah y la merlot como principales compañeras de viaje. En blanco, chardonnay para completar el triunvirato de éxito internacional. En menores proporciones, parellada, sauvignon blanc, viognier, monastrell y malvasía, que podría ser una de las apuestas de futuro para los vinos de la isla.

 

El restaurante y la langosta

 

[Img #20950]Es un restaurante que bien vale una visita, aunque no tengas la suerte de alojarte en una de las suites del hotel. Ya con una trayectoria de renombre, hoy lidia en sus fuegos Luis Loza bajo el asesoramiento de Gorka Txapartegí, con su estrella en Alameda. Loza, tras 18 años en Alta California, para en las cocinas de Arola y Paco Pérez antes de recalar en Menorca, donde se incorpora al equipo de Torralbenc en 2016.

 

Desarrolla formas clásicas y respetuosas con el producto, con la fantasía justa para no aburrir y con un dominio providencial de lo que tiene entre manos. Sus pescados a la brasa se convierten en memorables con un punto digno de copiar. Con respecto al plato estrella, la langosta en tres pases, que demuestra con el precinto oficial su procedencia local, lo cual ya es una garantía del resultado. Ante el comensal, un fumet con el coral de la langosta y un ravioli con su carne en el primer pase, luego la pieza cortada como un tataki y por último un delicioso brioche con una mantequilla de coral, huevo, carne de langosta y un toque de caviar. Juega Luis con un ceviche de carabinero picante, cítrico y atrevido, y da el golpe maestro de brasas al chuletón. Un lugar recomendable con una carta de vinos espléndida y la amabilidad infinita y profesionalidad de todo su equipo.

 

 

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