VINOS DE PARCELA

Áster: finura, calma y château en la Ribera de Duero más fría

Jueves, 27 de Octubre de 2022

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Han pasado tres décadas desde que el Grupo Rioja Alta SA apostara por Ribera de Duero con unos vinos de parcela. Hoy Áster se consolida con una identidad clásica ribereña, no exenta de finura y complejidad. Javier Vicente Caballero

"En el Grupo Rioja Alta somos clásicos, pero no perdemos de vista la vanguardia. Priorizamos la calidad, no queremos crecer en volumen. En el mundo del vino, si se quieren hacer las cosas bien como filosofía, el tiempo ha de pasar muy despacio", señala como declaración inicial de intenciones el vitoriano Alejandro López, enólogo de Áster, con una copa de Crianza 2019 en la mano. Nos habla de la singularidad de una bodega ribereña que se levantó hace justo dos décadas con casa solariega como estandarte y de unos viñedos que fueron comprados en 1991. Se trataba y se trata en la actualidad de un enclave sometido a un clima continental rigurosísimo, de veranos muy calurosos, y alfombrado por suelos franco-arcilosos en ladera valiosísima pero poco fértil que nutren a la tinta del país. Entre Anguix y La Horra (Burgos) se acomodan las 87 hectáreas de Áster, que pone en liza en el mercado tres referencias: Áster Crianza, Áster Finca El Otero y un Selección Privada para su membresía.

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"Con Áster Crianza buscamos el placer, la fruta, la frescura... Cuando hablamos de vino de mezcla de parcelas amortiguamos los efectos de la añada. También buscamos transmitir lo que nos expresa el páramo: calma y tranquilidad de esa casa señorial rodeada de parcelas", refrenda López. El Crianza ofrece 14,5% los grados de alcohol que no se perciben en su paso en boca, con una nariz de sotobosque, tierra húmeda, eclosión de violetas y toques de especias y pimientas. Un vino muy amable, de fresqueo y desenfado, pero con jugosidad en boca y sin ápice de rusticidad, procedente de las fincas El Caño, Dehesilla y Picón. Mayor estructura y complejidad despliega su hermano mayor, Áster Finca el Otero. "Concretamos mucho más, con una introspección profunda en nuestra parcela. Nace por la casualidad, pero una casualidad buscada. La base de nuestro trabajo es elaborar separadamente cada viñedo. Hay que recordar que la primera añada de Áster es la de 1999 y que no se vendió nada, todo fue a granel. En 2000 sale el Áster Reserva, con un concepto muy de Rioja. Pero el concepto evoluciona y aqui hay un viñedo difrente. Finca El Otero es distinto por sentimiento, desde que es mosto ofrece [Img #21074]otra expresión. Finca El Otero es complejidad, vestido con muchas capas, con un concepto clarísimo de finca. ¿La elaboración? Vendimiamos a mano, clasificando uvas, con una maloláctica en barrica, y una crianza más larga: 19 meses barrica de roble francés como vehículo necesario para gozar del vino en el tiempo. Con Finca El Otero percibimos paulatinamente cómo se comporta un viñedo único a lo largo de los años. Aquí sí que queremos expresar bien la añada", desbroza López, quien a sus 44 años atesora un expediente nutrido y remarcable. Es licenciado en Viticultura y Enología por la Universidad de La Rioja e ingeniero técnico agrícola por la Universidad de Navarra. Ha pasado por bodegas de Rioja, Chile, Italia y Estados Unidos. De regreso, en 2010 se incorporó a Bodegas Bilbaínas, donde alcanzó el puesto de director técnico. En marzo de 2019 ficha por Rioja Alta SA. Su mano acompasa y modula hoy estos vinos de parcela ribereña. En cata, Finca El Otero mucha fruta negra, acompotada, con matices de hongos y suelo lluvioso, regaliz y clavo; con una integración correcta de la madera, en boca engarza profundidad, atlanticidad, potencia con suavidad y disfrute. Un perfil muy clásico al que Tim Atkin otorgó 96 puntos. La experiencia de cata de Áster resultó redonda al aliarse con las creaciones de fuego, humo y parrilla del restaurante Leña, la pira culinaria de Dani García en las entrañas del hotel Hyatt Castellana, en Madrid. 

 

Tomando el nombre de una flor otoñal perenne y de hermosos tonos violeta, Áster se enorgullece de una casa solariega que da sentido a ese concepcto de château y finura. La sala de barricas, con espacio para 4.000 piezas de 225 litros, todas de roble francés, supone otro de los atractivos para el entusiasta enoturista. Asimismo, la casa dispone de cuatro suites dobles y comedor. Un lugar luminoso donde reina la calma y donde hallan el relax perseguido los miembros de su Club de Cosecheros. 

 

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