Informe sectorial
Tendencias para 2023: qué le podemos pedir al vino y la gastronomía en el nuevo año

Sostenibilidad, cambio climático, metaverso e inteligencia artificial son solo algunas de las tendencias que se desarrollarán a lo largo de 2023. El universo gastronómico se prepara, lento pero seguro, hacia un cambio de paradigma. Redacción Sobremesa. Imagen de apertura generada por DallE
Cada final de año, lo que toca es hacer una recapitulación de lo vivido, pero, sobre todo, una previsión de lo que está por venir, tanto en forma de propósitos (lo que podremos hacer nosotros por el sistema) como de observación y captación de las tendencias que se van materializando según avanzan los meses del nuevo año. Reflejar todo en un informe ayuda a tener más claro cómo actuar para que 2023 sea un año óptimo en nuestro sector, y eso es justamente lo que ha hecho la agencia de branding Veintemillas, publicando un listado de treinta tendencias divididas en tandas de diez que, estima, serán clave este nuevo año en alimentación, hostelería y vino. Según comentan desde la agencia, este documento, de descarga libre desde su página web, lo han desarrollado partiendo de estudios internos sobre sus clientes, además de la investigación de medios de comunicación.
En el resultado, temas como el cambio climático, la creación de carnes sintéticas o el metaverso, además de la tan nombrada sostenibilidad, forman parte de los temas candentes del sector para este año.
Alimentos que no solo nutren, cambio climático y gasto cero
La agencia detalla una serie de tendencias clave para el sector de la alimentación, el primero de ellos, el cambio climático. Según relata, los consumidores se van concienciando a la hora de comprar alimentos que contribuyan a paliar los efectos del cambio climático. Por eso, considera esencial que haya empresas del sector que amplíen la caducidad de sus productos y mejoren la conservación de los alimentos.
Centra su atención en la tendencia a los alimentos que sean fáciles de preparar y ahorren energía no solo al prepararlos, también en su almacenaje. Los precios de la energía nos han hecho conscientes de lo necesaria que resulta en la alimentación y la industria, afirma Veintemillas, está desarrollando productos que aguanten cortes de suministro y formatos más estables que garanticen la seguridad alimentaria de estos insumos.
El futuro marca, pues, el presente. Otra de las tendencias serán los alimentos que mejoren la salud cognitiva en un entorno, el de pospandemia, con altos niveles de estrés y ansiedad, en el que se vive rápido y se trabaja más rápido y con menos descanso. La vitamina B, el magnesio, el zinc o algunos suplementos que ayudan a mejorar nuestra capacidad cognitiva formarán parte de los ingredientes de los alimentos preparados, aunque ya existen alimentos y nutrientes naturales que también elevan la capacidad de concentrarse, como las legumbres, las nueces o el brócoli, entre otros.
Una de las tendencias más curiosas que señala es la atención en el espacio estelar como plataforma publicitaria, teniendo en cuenta que ya son una realidad los viajes turísticos fuera del Planeta Tierra, y como ejemplo, un champagne de Mumm diseñado para ser la bebida de cabecera en estos traslados interestelares.
Otra de las tendencias presentes en el sector alimentario será la de la preocupación por el entorno llevada a la compra de uno u otro alimento en función de su responsabilidad medioambiental. Los consumidores están dándose cuenta de que cada acto de compra tiene efectos en la conservación, o destrucción, del entorno. La inclinación hacia los alimentos vegetales y la reducción del consumo de productos animales, especialmente, carne, o la preocupación por que estos productos sean fruto de unos animales criados responsablemente tomarán, aún, más relevancia.
El extremo de esta tendencia es la búsqueda de nuevos ingredientes basados en vegetales y, sobre todo, la elaboración de carne sintética, de laboratorio, que no requeriría maltrato animal. Ya hay experiencias que se pueden ver en algunos mercados internacionales, como Eat Just, cuya carne de pollo creada en laboratorio se sirvió en 2018 por primera vez en un restaurante de Singapur.
Otra de las preocupaciones para este año será, de nuevo, el desperdicio de alimentos y las innovaciones para evitarlos, además de la elaboración de productos aptos para personas alérgicas o con alguna intolerancia alimentaria.
Para terminar con el decálogo de tendencias, la agencia se fija en los alimentos de nombres exóticos como el yaupon o los dátiles medjool, que formarán parte de algún que otro etiquetado.
Hostelería: el futuro está en la sala
No es un augurio nuevo, pero también se afianza como la tendencia que marcará los siguientes años de la hostelería. La pandemia nos ha hecho más exigentes a la hora de decidir cómo invertir nuestro tiempo y el valor de la experiencia en un restaurante lo da, sin duda, la sala. Ahí se marca el resultado final de una comida que hará o no volver al cliente, más allá de la gastronomía, la decoración o los ingredientes de los platos y hasta la estrella del cocinero de turno. Sin sala, ir a un restaurante es poco más que comer.
Entre las otras tendencias que serán importantes, la agencia Veintemillas señala el color rosa, al hilo del nombramiento del Viva Magenta como color del año; pues bien, el rosa llega a la experiencia hostelera. También se señala a los fermentados, la preocupación por la salud a la hora de confeccionar una carta y, de nuevo, el desperdicio y la concienciación por cuidar el entorno como tendencias, y tendrán un papel relevante los robots en la hostelería, especialmente el delivery, donde ya se empieza a hablar de repartidores robotizados y hasta entrega de pizzas por medio de drones. La cocina tradicional vuelve, la restauración se digitaliza y los cócteles ganan adeptos, sobre todo si reducen su contenido en azúcar y en alcohol… se busca una experiencia de bar, pero “healthy”, una tendencia que marca también las nuevas cartas de los restaurantes de comida rápida, con más opciones veganas y saludables y hasta apps que ayudan a comer mejor a través de la gamificación del pedido.
El vino: tecnología, responsabilidad y bajo grado alcohólico
El sector del vino también tendrá caminos de futuro en este año. Tendencias como los vinos naranjas, los claretes o los espumosos ancestrales se están instalando en el imaginario de los consumidores, que buscan, además, vinos más frescos y elaborados con variedades que suenen a locales. Romper con lo establecido, algo que se viene notando en el sector, será una tendencia continua.
También se irá implantando cada vez más el posicionamiento social de las marcas, el respeto por todas las personas y una trayectoria ética y sostenible no solo en lo ambiental, también en sus relaciones laborales y sociales. Ganarán fuerza los vinos veganos y con botellas ligeras que no consuman tanta energía en el transporte, y el metaverso llegará al turismo del vino, como ha llegado ya a Dominio del Pidio, primera española en ofrecer un enoturismo en el espacio virtual.
Además de a los cócteles, la reducción del grado alcohólico llega de lleno a los vinos, que empiezan a parecerse, en muchos casos a los refrescos, un camino que quizá les haga ganar adeptos frente a la cerveza. A ello contribuirán también los nuevos envases como la lata, que reforzará esa imagen de ligereza y fresqueo, además de ampliar los momentos de consumo. Las latas son, además, una alternativa al cristal a la hora de transportar el vino y un envase adaptado al tipo de vida single, que permite a un consumidor no tener que abrirse una botella entera para disfrutar tan solo de una copa.
Por supuesto, llegará la IA al diseño de etiquetas y los NFT’s ya son una realidad en el mundo del vino, que también deberá evolucionar en sus etiquetados e indicar los ingredientes que han intervenido en su elaboración, así como la información nutricional, un requisito que se hará necesario a finales de este año.
Estas tendencias ponen de manifiesto la relevancia que seguirá ganando la tecnología y lo clave que será para preservar algo que parece opuesto: el campo, el entorno, los mares y la fauna y flora globales, tan dañadas por un consumo irresponsable y excesivo de energías procedentes de combustibles fósiles. El futuro da la mano al presente y trata de conservarlo, precisamente, para garantizar la supervivencia. La dimensión humana en un mundo de robots e inteligencia artificial cobra un papel esencial para conocer no solo dónde estamos, sino dónde queremos (y podemos, si al planeta no le da por enfadarse, y con razón) estar en las próximas décadas.