Saboreando la ciudad

El delicioso atractivo de Basilea que aún no conoces

Jueves, 26 de Enero de 2023

Viajamos a una de las ciudades más importantes de Suiza para constatar una gastronomía solvente rodeada de cultura, economía y entusiasmo colectivo. Saúl Cepeda. Imágenes: Arcadio Shelk

Incluso en los meses más gélidos, que obligan a vestir el neopreno, veremos unos pocos basilienses atrevidos que se arrojan río Rin abajo con destino a la oficina, auxiliados por la flotabilidad de sus bolsas herméticas, en las que trasportan la ropa de diario y otros enseres. En cierta medida, este comportamiento tan pragmático como excéntrico define la ciudad. Dentro de la ortodoxia helvética, Basilea expresa una calculada irreverencia, bien consciente de su globalizada impronta cultural, no solo por ser una de las sedes de la selecta feria internacional de arte contemporáneo a la que da nombre, sino por la inmensa densidad museística –con una nota especial para las colecciones del Kunstmuseum Basel – y el constante pulso de actividades culturales de una localidad que no llega a los 200 000 habitantes.

 

En el plano gastronómico, quizás el mayor emblema de la localidad sea Cheval Blanc, ubicado en el tricentenario Grand Hotel Les Tres Rois. El establecimiento, reconocido con tres estrellas Michelin, está bajo la batuta del minucioso chef alemán Peter Knogl y es uno de los incombustibles baluartes globales de una alta cocina de carácter clásico que ya casi no se ve, y en la que apenas se advierten algunas notas sutiles de la omnipresente fusión euroasiática. Frente a la verticalidad conceptual de Knogl, también existe en Basilea una innovadora dimensión culinaria, bien definida a través de propuestas como Roots, un restaurante de gran interés que sorprende por su ubicación (en el Rhypark, un espacio multifuncional de congresos), marcado por una enérgica impronta gastrobotánica –tolerante con pescados y carnes– a cargo del desenfadado y creativo cocinero Pascal Steffen; o la pictórica cocina de flores y especias de la alemana Tanja Grandits en Stucki –antes propiedad del reconocido chef suizo Hans Stucki, ya fallecido–.

Asimismo, las calles de la ciudad albergan experiencias gastronómicas más informales, tal es el caso de Markethalle Basel, el racionalizado mercado culinario basiliense dedicado a la cocina callejera que concita una pluralidad de sabores del mundo; Klara Food Court, un modelo de negocio sinérgico con diversos puestos fijos de viandas exóticas o Adväntsgass im Glaibasel, el entretenido mercado navideño, activo en diciembre, repleto de coloridos puestos en los que corre el vino caliente. En esta línea urbana desenfadada hallamos el FoodTour ofertado por la oficina de turismo local; la disparatada oferta del restaurante Alchemist (no confundir con el espectacular establecimiento danés), a caballo entre el mestizaje coquinario y un viaje lisérgico con complicaciones o la agradable y turística oferta del ribereño Le Rhin Bleu, emplazado sobre un armazón de madera y hierro que domina el río, y que como es lógico estará cerrado hasta la primavera.

 

Si bien la ciudad cuenta con una más que adecuada oferta hotelera, destaca la visión actual de The Nomad Design & Lifestyle Hotel, cuya fórmula está incardinada en una funcional devoción por el brutalismo arquitectónico contemporáneo, sin descuidar el ocio y los servicios.

 

Basilea en dulce

 

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Aquí encontramos la compañía Jakob’s Leckerly, el fabricante de Basler Läckerli más antiguo de Basilea. Este pan de jengibre con miel, fruta confitada y frutos secos es la especialidad local más famosa, cuya producción se remonta al Medievo.

 

Economía circular

 

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Como no podía ser de otra manera en estos tiempos de greenwashing, una parte del modelo comercial de la ciudad tiende a propósitos sostenibles: paradigma de ello es la pintoresca tienda Unverpackt Basel, un entorno de máximo aprovechamiento doméstico y alimentario.

 

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