“España también es un país para bebérselo”

Ana Duato

Miércoles, 18 de Diciembre de 2013

Desde siempre recuerda ver Sobremesa en su casa, pues su padre es fiel socio de Vinoselección. Quizá ello le ha servido para presentar un país para comérselo, programa con el que recorre los mejores destinos gastronómicos de nuestro país.  Pedro Javier Díaz-Cano

Posiblemente, en este momento nadie mejor que Ana Duato para celebrar el 30 cumpleaños de la revista Sobremesa, cuando está reciente el éxito de los últimos once programas de Un país para comérselo, que ella ha presentado en solitario en su última temporada, y a punto de volver a la pequeña pantalla con los nuevos capítulos de la decimoquinta temporada de Cuéntame cómo pasó. Además, se da la circunstancia de que Ana recuerda todavía cómo llegaba la revista a su casa en Valencia, pues su padre (Joaquín Duato) era socio de Vinoselección y sigue siéndolo a sus 80 años de edad. La actriz se enorgullece también de tener una hermana (Zulema Duato) que es sumiller y cocinera, y cuenta con su propio restaurante Masía Romaní entre los campos de naranjos del pueblo de Bétera, a 25 kilómetros de Valencia capital. Y le consta que ella también recibe allí la revista.

 

“Procedo de una familia donde la mesa y el buen comer nos han unido mucho y siempre han estado presentes entre nosotros, empezando por mi padre, pues a una persona que le gusta el buen vino, le gusta el buen comer”, declara la matriarca del serial televisivo más exitoso de las últimas décadas, que me cita en la sede madrileña del Grupo Ganga Producciones, un chalet que fue su propio hogar hasta hace unos años. En lo que fuera su salón de estar se hallan ahora muchos de los galardones cosechados por ella misma, como el Premio ACE de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York, en reconocimiento de su trabajo en Cuéntame cómo pasó. Repartidas por las paredes de la estancia que nos acoge, distintas frases con firma a cuál más ocurrente, como la que nos sirve para romper el hielo de esta entrevista.

 

Sobremesa: “La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”, sentencia el actor Will Smith en la película Hitch (2005). ¿Está de acuerdo con esta frase tras su experiencia en Un país para comérselo?
Ana Duato:
Sí, esto tiene mucho que ver con Un país para comérselo, porque nosotros hemos hecho un viaje muy gastronómico y cultural, pero sobre todo ha sido un recorrido muy emocional. A través de ese paisaje maravilloso del ser humano hemos conocido la esencia de los lugares. Y ese es un poco el viaje que hemos querido hacer: de aprendizaje, de no ser una turista, sino una viajera que aprende el cómo se hace, el porqué y el sentido que tiene todo. Tampoco hemos querido entrar a promocionar un producto en concreto, sino que los seleccionados sean para el conocimiento de la comarca, de su gente, de su paisaje…

 

S.: Da la sensación de que este programa lo ha disfrutado “a tope” en todos los sentidos, incluido el de su faceta aventurera.
A.D.:
Pues sí, lo he disfrutado mucho, porque yo soy una persona muy apasionada; soy muy ‘disfrutona’, y procuro gozar al máximo cada momento. Aparte de la riquísima y excepcional gastronomía de España, mi gran descubrimiento ha sido que allá donde vayas hay curiosidades, formas de hacer, personajes que dedican su vida entera a conseguir algo… He descubierto esa cosa emocional de compartir con la gente su orgullo por lo que hace. Entonces, no solo estás contando el producto, sino que estás contando más allá. Ha sido un viaje muy divertido y muy profundo, porque hemos ahondado mucho en los seres humanos, en lo que importa, en ese contacto con la naturaleza que les hace ser sabios porque no solo están contentos con lo que tienen, sino que también lo valoran, lo respetan y lo protegen.

 

S.: ¿Cuál sería su Top 10 de los mejores rincones gastronómicos del programa?
A.D.:
Es difícil. Recomendar uno en concreto en cada programa es una de las cosas que no hemos querido hacer nunca. Nosotros hablamos de la comarca, resaltando el puerro de Sahagún o los pimientos del Bierzo, pero no un rincón gastronómico en concreto.

 

S.: Como buena valenciana, ¿la paella y los arroces son sus platos preferidos?
A.D.:
Los arroces me gustan mucho, y yo sigo haciendo arroz todos los domingos para mantener la tradición familiar. En concreto, a mis hijos les gusta la clásica paella de pollo, conejo, haba típica de Valencia, judía verde y alcachofa, pero hay 365 formas de hacer el arroz, una para cada día del año, sin cansarte; y le puedes mezclar ingredientes dependiendo de dónde estés. Yo he hecho paellas en sitios insospechados, como en riscos en la montaña… La paella admite todo, pero la mejor paella del mundo es la que haces con unos amigos a fuego de leña en cualquier lugar maravilloso.

 

S.: Ahora vuelve a la pantalla con la decimoquinta temporada de Cuéntame cómo pasó. ¿Cómo es su relación con el personaje de Mercedes?
A.D.:
A la hora de trabajar me aportan mucho todas las mujeres que conozco, de mi barrio y de mi casa… Con Mercedes ha sido algo recíproco. Yo le he dado y ella me ha dado, o mejor dicho, ellas me han dado aprendizaje, sabiduría, me han hecho crecer… Precisamente, las mujeres de este barrio de Valdezarza en el que nos encontramos me han inspirado muchísimo para hacer el personaje, porque esta era mi casa. He compartido muchos momentos con ellas, que antaño vinieron desde un pueblo, porque esto era la huerta de Madrid hace veintitantos años y muchas trabajaban aquí. Este es un barrio de gente trabajadora, y a mí estas mujeres me han enseñado muchísimo, pero también lo han hecho mi madre, mi suegra o mis tías. Procuro absorber experiencias de todas.

 

S.: ¿Ana Duato disfruta tanto catando una copa de vino como Imanol Arias, que incluso es socio de una bodega de la Ribera del Duero?
A.D.:
Me gusta mucho el vino y compartir la pasión de los bodegueros y de las familias vinícolas, pero más allá de eso, no. Todos los bodegueros que conozco sienten una cosa muy especial de orgullo familiar. Estoy en un proceso de aprendizaje y de disfrute. España también es un país para bebérselo.

 

S.: ¿Se decanta por los vinos de alguna Denominación de Origen concreta?

A.D.: Tampoco sé tanto para decantarme en ese sentido. Pero lo cierto es que hoy los vinos saben ricos en cualquier lugar. Esa es mi parte de ‘disfrutona’; yo disfruto tanto el vino que te cuesta tres euros la botella como el de treinta euros. Depende del momento y de con quién lo compartas. Imagínate cómo me sabe a mí el vino cuando me voy con un pastor a la Sierra de Gredos con las ovejas y me ofrece su bota: a gloria bendita.

 

S.: ¿Le gusta el maridaje de los vinos con las distintas comidas?
A.D.:
Normalmente, cuando vas a un lugar te ofrecen vinos de la tierra, porque es lo más lógico. Además, los vinos en su propio escenario, saben como los más ricos del mundo. Si luego vas a un restaurante, y te ofrecen uno con denominación de origen, pues estupendo, maravilloso, pero yo soy más sencilla en ese sentido; tampoco tengo que poner tantas etiquetas.

 

S.: Hablando de maridajes, este año celebrará sus Bodas de Plata con Miguel Ángel Bernardeau, productor de Cuéntame cómo pasó y de Un país para comérselo. ¿Puede decirse aquello de que “obras son amores” en el caso de ambos?
A.D.:
Miguel Ángel es una de esas personas que son generadoras. Él es un creativo generador. Estar al lado de él, tanto como amiga, como compañera o como mujer, es un lujo, porque es de esas personas que no solo trabajan con la sensibilidad y la parte creativa, sino que generan proyectos impulsores. Además, todos los proyectos que salen desde Ganga, la productora de Miguel Ángel, tienen mucho que ver con su filosofía, y revelan una forma de vida.

 

S.: En lo personal, usted también destaca por su labor solidaria. Es embajadora de buena voluntad de UNICEF y colabora en diversos proyectos humanitarios, como el que le llevó a Níger en 2006. ¿Cómo fue esa experiencia?
A.D.:
Poder ir con UNICEF sobre el terreno y ver el trabajo que hacen allí, en un país que en aquel momento ostentaba el título del más pobre del mundo, nos sirvió para ver cómo con la ayuda de todos eso puede cambiar: los niños pueden tener acceso a la educación, y desde que nacen tienen derecho a ser registrados, a ser vacunados, a tener una alimentación adecuada, a no padecer desnutrición… La importancia del viaje fue el compromiso con millones de niños para darles voz y decir: “estamos aquí y tenemos todo el derecho del mundo a hacernos mayores y a crecer”.

 

S.: ¿Qué es lo más importante en la vida para Ana Duato?
A.D.:
Una de las preguntas que yo siempre hago en Un país para comérselo es: ¿qué te gustaría volver a ser? Todo el mundo me ha contestado que le gustaría ser lo mismo: el pastor de cabras, dedicarse a las cabras; el pescador que duerme dos horas diarias, a la pesca… Esto llena de luz no solo a esas personas, sino a nuestra vida, en el sentido de que realmente no necesitamos mucho para ser felices. Necesitamos encontrarnos a nosotros mismos y hacer algo que nos importe, y sentirnos orgullosos de ello, da igual lo que sea. Yo no soy más importante por hacer mi trabajo de actriz que el pastor que está poniendo ahí todo su amor.

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