Elegante complejidad
Al Alba, Valderiz saca a la luz su vino más sublime
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El nuevo tinto de alta gama de Valderiz es fruto de más de una década de pruebas hasta conseguir la comunión perfecta entre sutileza y expresividad. Raquel Pardo
Hace más de diez años que la familia Esteban, al frente de Valderiz, ha estado observando el comportamiento de sus mejores fincas, intentando ahondar en el conocimiento de sus suelos, sus microclimas y en el resultado que han ido arrojando las distintas añadas en los vinos. La intención era aprender de ellas, de lo que ocurría ahí, para elaborar el mejor vino posible. A lo largo de los años, fueron viendo que había parcelas especialmente expresivas, que decidieron embotellar aparte, pero también se lanzaron a extraer tan solo el vino de yema de esos vinos y dejarlos macerar con las pieles durante una noche, hasta el amanecer, antes de meterlos en barricas nuevas y usadas para su crianza. Fue en 2019 cuando el resultado de este ejercicio de observación y afinamiento les gustó a Esther, Juan y Ricardo Esteban, hijos del fundador de Valderiz, Tomás Esteban, y decidieron embotellarlo para crear un vino de altísima gama, al que llamarían Al Alba.
Y con ese nombre que recuerda a la canción de Aute sale a la luz este tinto singular, expresivo y complejo, que aúna parcelas de los parajes de Juegabolos, Manvirgo y Paquita y que suma a la mayoría de tempranillo un pequeño porcentaje de albillo mayor, siempre presente en los tintos de Valderiz. Al Alba 2019 es la primera cosecha con la que los hermanos están plenamente satisfechos, pero esto no significa que no quieran seguir explorando por los caminos que más les gustan, que incluyen frescura y finura. Por ello, la añada 2020 de Al Alba, un vino destinado al lujo (cuyo precio ronda los 350 euros y del que se han elaborado 1200 botellas) está reposando ya en recipientes de cemento. “Hemos ido aprendiendo mucho en estos años y sacando partido a un viñedo que ya tenía recorrido”, comenta Juan Esteban, que recuerda que fue su padre, Tomás, quien replantó en los 80 los viñedos que habían pertenecido a su abuelo. En todo este tiempo, los hermanos han contado con diferentes asesores enológicos (como Telmo Rodríguez o Isaac García Montaña) pero la dirección y el perfilado de los vinos ha sido siempre cosa suya, explica Esteban.
Ahora la familia cuenta con una significativa plantación ecológica en Roa que se extiende hasta las 100 hectáreas, de las que 10 de ellas eran del padre de Tomás, Juan Esteban, quien fue uno de los fundadores de la cooperativa de Roa, una localidad que no se ha visto afectada por la concentración parcelaria y conserva algunas parcelas originales muy antiguas.
Con esta materia prima, la familia Esteban elabora, además de Al Alba, cuyos mercados principales serán Sudamérica y países del Este, tintos ya consagrados como Juegabolos o Tomás Esteban, que son expresiones diferentes de la diversidad de suelos con las que cuentan en sus 45 parcelas, de las que la mayor parte están plantadas en vaso.