"Me gusta más dar de comer que cocinar para mí"

Ana Fernández

Lunes, 10 de Junio de 2013

Sensible y comprometida, esta actriz sevillana está decidida a romper con su imagen melancólica en la obra teatral “Lastres”, donde despliega una vis cómica con la cual deja patente la amplitud de sus registros interpretativos.  Gema Eizaguirre

La mirada infinita de sus ojos, entre la melancolía y el apasionamiento, no pasa desapercibida, como tampoco la fortaleza de las mujeres a las que ha interpretado, bajo las órdenes de directores de la talla de José Luis Garci y Benito Zambrano. Ante el turbio panorama cultural en que vivimos inmersos apuesta por reinventarse, y prepara una nueva producción teatral mientras reparte sonrisas en la gira de Lastres”.

 

A Ana Fernández el reconocimiento del público y de la profesión le llegó a los 33 años, con el Goya como Actriz Revelación por “Solas” (1999), la película que concienció contra los malos tratos a varias generaciones muy distintas de españoles. Luego vendrían nominaciones por “You’re the one” (2000) e “Historia de un beso” (2002), con las que consiguió convertirse en un rostro habitual para el gran público. Porque esta actriz sevillana ha ido forjando su carrera pasito a pasito, sin hacer apenas ruido, pero calando hasta el fondo en el espectador. Ella procura tomarse las cosas tal como vienen y asegura estar en esta profesión “por los chutes de adrenalina” que le proporcionan los rodajes o los escenarios.

 

Sobremesa: Entre tanto papel dramático, ahora nos sorprende con una comedia, “Lastres”, junto a Anabel Alonso y Marta Belenguer.
Ana Fernández: Bueno, lo que más he hecho en teatro han sido personajes cómicos, pero esta es la primera vez que hago un género tan comercial. Es una locura, un divertimento… Son tres amigas, tres mujeres fallidas, que se han quedado en la adolescencia. Están en los 40 y no han crecido. Se trata de una comedia con un final muy potente. Si hubiera que buscarle un mensaje sería que si no creces, te mueres. Luego, en cine acabo de estrenar en Venezuela “Cuidado con lo que sueñas”, una comedia que va por los 80.000 espectadores.

 

S: Ahora, en plena gira teatral, ¿percibe la diferencia entre el público de provincias y el de la capital?
AF: Hay diferentes tipos de público, incluso en Madrid. Un día puede estar fantástico y otro fatal, que es cuando la gente del gremio decimos: “Hoy el público está pintado”. Aunque yo nunca lo he sentido así. Otra cosa diferente es que no consigas producir en él la reacción que tú esperas, y eso me parece interesante desde el punto de vista del actor. El humor hay que trabajarlo desde la inseguridad del payaso, porque si un gag lo sientes completamente seguro, lo puedes echar a perder.

 

S: Ha interpretado a mujeres muy fuertes. ¿Usted es también una de esas luchadoras incansables?
AF: Siempre he interpretado a mujeres que son más fuertes que yo, aunque me dicen que algo de esa fortaleza debe ser mía. Probablemente es verdad. La mayoría de esos personajes son mujeres a las que admiro, las llamo “heroínas de lo cotidiano”. Sin embargo, nunca me he encontrado en situaciones como la de La Mari, viuda joven con hijos; o como María, de “Solas”, que ha sufrido maltrato. No sé cómo habría reaccionado ante esas circunstancias tan duras.

 

S: ¿Qué busca en un proyecto actoral?
AF: Me siento a gusto con personajes bien escritos, sean pequeños o grandes, e historias que me enamoren, que me interesen… También he hecho trabajos que me han gustado menos, aunque afortunadamente han sido pocos. Cuando algún papel no me gusta, me lo planteo como un reto y pienso: ¿Cómo puedo hacer para que me apasione? Porque yo estoy en este oficio por vocación, pero también hay que comer.

 

S: ¿Ha rechazado papeles porque no le convencían?
AF: Sí. Uno se labra la trayectoria casi con más “noes” que “síes”. Pero en este oficio no siempre se puede elegir; más ahora que está todo muy complicado. Es muy triste lo que está pasando con la cultura. Estuve en una exposición del disidente chino Ai Weiwei, en La Cartuja, y decía que entendía la cultura como un comportamiento humano; yo también lo creo. Todo lo que somos, cómo nos movemos, hasta cómo picamos el billete en el autobús, tiene que ver con la cultura del lugar al que perteneces. Es cierto que el IVA está haciendo mucho daño pero no solo a los actores. Lo que hay que hacer es procurar que la cultura resulte rentable.

 

S: ¿Y cuál es la actitud de los actores ante esta situación?
AF: Los actores están generando pequeños productos, porque este es un momento para reinventarte. Yo quiero mover un texto teatral de un autor argentino que nunca se ha representado en España; es una historia de amor muy potente en un marco social tremendo. Nunca antes lo había hecho y todavía no tengo los derechos.

 

S: Posee una mirada muy expresiva; en “Historia de un beso” hay escenas en las que solo observa.
AF: Ese era el reto que me confió Garci. La escucha es muy importante, tanto en cine como en el teatro. Es casi más importante que saber defender al personaje desde lo verbal, porque si no estás lleno por dentro, no eres capaz de escuchar. Me gustan mucho los personajes que hablan poco; en el cine defiendo, cada vez más, la economía de lo verbal.

 

S: Y Ana Fernández, ¿también es más dada a la escucha?
AF: Hago un ejercicio continuo. Desde hace algún tiempo reflexiono sobre este tema; y estoy ahora en el ejercicio de escuchar al otro. Cuando escuchas, he descubierto que estás más con el otro, el otro se descubre más, y aprendes más, tanto del otro como de ti.

 

S: Uno de sus personajes afirma: “Para mí no hay atrás o adelante, solo creo en el hoy”. ¿Usted es del mismo parecer?
AF: Tengo una tendencia, algo masoquista, hacia la nostalgia y lucho contra eso, porque el ayer no te permite ver el hoy; y la vida está siempre en riesgo de perderse. Entonces, estar tan suspendido de lo vivido te impide sentir lo que ahora te está pasando. Incluso he llegado a tener nostalgia de lo no vivido.

 

S: Hace tiempo que no aparece en televisión. ¿Qué opina de este medio?
AF: Si no estás en televisión es como si no existieras; no sé si es bueno o malo, pero me parece un medio fantástico. Es más, el personaje del que estoy más orgullosa en mi carrera es de La Mari, y creo que es el ejemplo más claro de que se puede hacer televisión de calidad. Fue una producción de TV3 y Canal Sur sobre la emigración de andaluces hacia Cataluña en los años 60. La Mari era una mujer casi analfabeta, recién enviudada, que se marchó para allí. Resultó un éxito, y eso que tenía subtítulos en castellano de los diálogos en catalán. Cuando algunos aseguran que lo único que el público quiere ver son programas de cotilleo yo les diría que no es así, porque los espectadores no son ni tontos, ni perezosos.

 

S: Como andaluza residente en Madrid, ¿echa de menos la gastronomía de su tierra?
AF: No, porque cocino muy bien. Soy muy buena haciendo platos que tengan que ver con Andalucía y también cuando investigo. Tuve una época temática, me dio por la comida japonesa, otra por la mexicana...Aunque me gusta más dar de comer que cocinar para mí. ¡Habría que preguntar a mis amigos! Me encanta compartir sabores, vinos...

 

S: ¿Qué tal es como espectadora?
AF: Me considero muy buena espectadora y no me gustaría perder esa facultad. Al teatro voy todavía con los ojillos de cuando era chica, a ver qué me cuentan. En cine, soy más crítica; sobre todo con los directores solventes. No tengo preferencia con las historias, aunque me gusta mucho la comedia romántica para evadirme.

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