¿Cómo detectar a un "Original Winelover"?
Esta vez vengo a Sobremesa con otro tema de lo más didáctico dado que traigo las claves para detectar a un Original (pronunciado como “oriyinal”) winelover. Santiago Rivas
Es algo muy útil, ya que te ayudará a diferenciarlo del simple jubilado que se pasea por los saraos de vino y así evitar sofocos y disgustos.
Lo primero es definirlos. Por tanto ¿Qué es un Original Winelover? Pues aquel que ya bebía con pretensiones, a través de etiquetas de culto, antes de que existieran las redes sociales. De cuando, realmente, el vacile de beber bien, en el sentido intelectual de conocedor, solo era percibido por aquellos que estuvieran físicamente cerca. No era un mundo menos vanidoso, no mitifiquemos, pero sí hay que reconocer que fueron pioneros en el descubrimiento de etiquetas referenciales cuando no era tan fácil acceder a ciertos vinos.
Paradójicamente, gracias a ellos y su labor sherpa, todos los consumidores iniciados vienen a admirar, comprar o aspirar a las mismas botellas. Ya todos a los que nos interesa esto bebemos muy parecido, pero hubo una época en que no, en que era muy difícil acceder a su conocimiento y marcas.
Obviamente, la mayor parte de esta estirpe está algo enfadada con el mundo, ya que se sienten desposeídos de un conocimiento que, hasta hace no tanto, monopolizaban.
Venga; sin más dilación, vamos con esas claves para saber cuándo tenemos delante a un Original Winelover:
Tienen cierta edad y aspecto descuidado: a ver, si ya bebían Juras a principios de siglo pues es gente preconstitucional, es decir, llevan mucho tiempo dándole al vaso, lo que ha dejado una profunda marca en su estética. Esto no sale gratis. Tampoco suelen preocuparse mucho de la moda o de lo que, mínimamente, les quede bien, por tanto la falta de piezas dentales y vestimenta de jerséis con bolitas y manchurrones suelen ser síntomas de Original Winelover.
No suelen estar de buen humor: esto ocurre en otras disciplinas; es como si alguien, por el mero hecho de ser desagradable y crispado, cascarrabias, fuera un sabio. Ser borde como percepción de jerarquía. No están para hostias y te lo van a hacer saber a la mínima que se tercie.
Llámales winelover y protégete: si lo haces y no te montan un pollo que haría que los bombardeos de Belgrado fueran una fiesta de cumpleaños, es que no era un Original Winelover; has dado con un señor mayor a secas. Un Original Winelover odia el término Winelover.
Buscan conversación: no dejan de ser gente desagradable y, por tanto, algo misántropa; por ello, si les entras bien, de manera servil y desde la admiración, te resolverán esa duda que tenías y, de premio, todas las que no. En las próximas tres horas te enterarás de su vida, de la historia de López de Heredia (que antes no los quería nadie) y de que la gente ahora es gilipollas. Se queja de que ya no hay respeto no cundiendo con el ejemplo.
No hay vino que no conozca: si ahora a ti te ha dado por los vinos de Santorini, él lleva bebiendo eso desde la primera añada de Hatzidakis.
Si no lo conoce es que es basura: no sé si te va quedando claro, pero esa blaufrankisch natural que te gusta es una moda de internet.
Todo lo que tú has bebido, él ya lo ha hecho antes, mejor y más barato: TODO, y te lo va a hacer saber.
Casi todos los vinos antes estaban mejor: como detecten cualquier cambio en una bodega ya es a peor; si un proyecto cambia de dueños o de enólogo, adiós, automáticamente dejó de molar. Ellos suelen decir: “perdió el alma”. Sí, luego, inesperadamente, son bien cursis.
Nunca se ríen: antes les veis batiendo el récord de los 100 mts lisos, con viento en contra, que echarse una carcajada en público. Realmente fuera de su Original Winegang, los que lo tengan, se sienten muy incómodos. Solo están a gusto en el OldCock Club.
Tiene fetiches raros: como de alguna manera se tiene que seguir diferenciando, aunque sea mínimamente, puede darle por cualquier cosa, desde por una referencia asequible de una Bodega-Estado a un Saperavi georgiano.
Es hombre: no me entendáis mal, no es que no haya Original Winelovers mujeres, solo que estas reglas no les aplican, quitando alguna excepción, la Female Original Winelover suele ser agradable en el trato y va razonablemente bien de salud mental, por lo que no he detectado conductas que las identifiquen especialmente.
Han dado ideas clave para la viticultura actual: en sus conversaciones-ponencia, te dirá que ese parcelario que te gusta tanto fue una sugerencia suya porque él era muy amigo del elaborador; ahora ya no porque al mencionado viñador se le subió la fama a la cabeza. Discutieron por algo.
Han asesorado también en estilos y ampelografía. El mundo sin ellos sería un gran viñedo de Valdepeñas.
Saben una barbaridad de otros temas: historia, arquitectura, interiorismo, música, baloncesto, ópera… a cada uno le da por alguna otra disciplina de manera imbatible. Eso piensan ya que se tienen en una muy alta consideración.
Suelen acabar los saraos, salones, congresos o presentaciones con una buena merla: y es que, con la edad, su metabolización del alcohol cada vez es menos eficiente.
Son imposibles de impresionar: ya puedes haber dado con la cura del cáncer de pancreas, que ellos vieron a los Rolling Stones en el Calderón, comieron en El Bulli dándole a un Gosset con Juli Soler y bebían Overnoy cuando costaba 20 euros la pieza. Tú eres una puta cucaracha, a ver si te vas enterando.
Siempre beben lo mismo: ya han llegado a ese punto en el que básicamente solo beben vinos de Borgoña, iconos españoles, Ródano, Barolo, Champagne, Jura, algún riesling, algo del Nuevo Mundo por el qué dirán y añadas muy antiguas. En esa trinchera ya van a morir.
Tienen Instagram: y lo usan, mal, pero lo usan; son fotos horrendas en las que no se ve bien la mitad de nada, pero ahí están, ¿Os creíais que no estaban al día? Sois unos necios.
Pues ya sabéis, la próxima vez que os pille por banda uno de esta especie, huid, no digáis que no os avisé.
Imagen Ice Tea // Unsplash
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