Frescura de vanguardia
Thiénot, conoce al nuevo vecino de la Champagne

Audacia, frescura y juventud son los puntales sobre los que se edifica la maison Thiénot, que gracias a sus viñedos grand cru y premier cru reclama su lugar y su mercado. Javier Vicente Caballero. Imágenes: Aurora Blanco
La finura, la fruta y la frescura de su brut marcan el patrón de la casa Thiénot. Casi siempre la juventud es un plus, un fresco margen, una ventaja. Estas fortalezas, vigorosas hasta en lo biológico, pueden mutar en hándicap en función del contexto. Porque en el mundo del champagne la bisoñez o la falta de antigüedad puede inducir al recelo o cierta desconfianza mercantil. Thiénot sabe muy en qué teatro de operaciones y bajo qué condiciones juega sus bazas, y ha hecho de su falta de veteranía o abolengo una virtud superlativa. A este particular nos citamos en el hotel Four Seasons con Stanislas Thiénot, su chef de cave, para conocer de primera mano sus Cuvée Prestige y que nos relatara y razonara los cimientos de tan joven maison, aún desconocida para el gran público. “Mi padre (Alain Thiénot) tuvo la osadía de levantar su propia casa de champagne hace 38 años. Y lo hizo aprovechando las relaciones que tenía con los viticultores y viñadores de más de dos décadas como marchante de uva, con un conocimiento excepcional de 30 hectáreas de viñedos Grand Cru y Premier Cru adquiridos poco a poco durante toda su vida. Nuestros champagnes resultan muy frescos, afrutados y elegantes, muy muy modernos en nuestro estilo, muy precisos. Somos nuevos en el barrio, pero con un background muy grande sobre terroir y elaboración. Tampoco somos prisioneros de la historia, y eso es una ventaja”. Las localidades a las que alude Stanislas remiten a topónimos tan prestigiosos como Aÿ, Dizy, Le Mesnilsur-Oger, Avize, Cumiéres, Pierry y Damery, a ambos lados del río Marne.
El porfolio de esta audaz maison, que también teje alianzas con artistas y movimientos escénicos, se divide en dos: Colección Origen y Colección Familia. La primera refiere al brut (chardonnay, pinot noir, meunier), un blanc de blancsmonovarietal de chardonnay, un brut rosé divertidísimo (mucha viña vieja de pinot noir), un vintage muy complejo de un único año de gran cosecha y un Vinothèque que es un paseo antológico por los mejores champagnes Thiénot; la segunda gama refiere al componente emocional, con los nombres de pila de la saga. Como el Cuvée Stanislas 2008 creado por Alain Thiénot para su hijo Stanislas, que deviene en un espléndido coupage elaborado exclusivamente 100% chardonnay de la Côte des Blancs, y que en boca resulta eléctrico, maduro, fresco. Como enólogo de la firma, Nicolás Uriel, ingeniero agrónomo cuyo trayectoria incluye bodegas de Loira, Borgoña, Luexemburgo y Nueva Zelanda.
En apenas un año, habrá más razones para empaparse en el universo de este sello. En la estrategia de la marca subrayan un cuidadísimo enoturismo en el corazón de la gótica Reims. Lo cuenta con brillo en su mirada azul el propio Stanislas, en un proyecto en la que también está volcada su hermana Garance. “Tenemos la intención de construir un sitio de referencia de la casa abierto al gran público para catas y para conocer nuestra historia y la de Reims. El lugar elegido es una mansión privada situada a poca distancia andando del ayuntamiento y de la Place du Forum, y que dispondrá de una azotea panorámica con vistas a la catedral. Es una viejo deseo de mi padre. Allí podremos recibir mejor a los visitantes y que redondeen la experiencia y el conocimiento sobre Thiénot”. El proyecto, cuyo coste total ronda los 15 millones de euros, corre a cargo del arquitecto de Reims Loïc Thiénot y la dermis y el interior llevan la firma de la agencia Malherbe, especializada en diseño de altos vuelos. Stanislas se despide recordando el lema de la casa: “Osons demain! (atrévete al mañana)”.