TERRUÑO BURGALÉS
Bodegas Buezo: la otra Arlanza de corte francés y larga guarda

Un perfil muy bordelés, un terruño muy fresco y una decidida apuesta por la luminosidad que confiere el tiempo. Con estas credenciales presentó Bodegas Buezo sus cuatro referencias en un almuerzo en Madrid. Javier Vicente Caballero
Paciencia. Han atesorado toneladas de paciencia. Un proyecto de sabias esperas define la andadura de Bodegas Buezo, que se echó al mundo mercantil allá por 2000 y que presentó en Madrid la evolución de sus vinos de 2005. "Nos mueve la pasión, el terruño, una manera de elaborar basada en la autenticidad y el esfuerzo", comentaba a los presentes Abel Buezo, fundador de la casa burgalesa. Radicada en Finca Valdeazadón, en la localidad de Mahamud, perteneciente a la comarca del Medio Arlanza y dentro de la DO, arquitectónicamente hablando se trata de una moderna construcción en la que sus 47 hectáreas de viñedo propio rodean unas instalaciones de vanguardia. Empezaron a funcionar en 2008, al más puro estilo château bordelés y en un entorno que estuvo destinado en los últimos años al cultivo del cereal, pero que ahora ha recuperado su larga tradición que languidecía como tierra de viñas, y cuyo fundamento se remonta hasta el siglo X. Las coordenadas: se ubica entre la Sierra de Covarrubias al este y la vista atisba los Páramos del Cerrato al oeste.
Pulir en botella
"Nuestros vinos se basan en tiempo y los calificamos de corte francés. Con la guarda buscamos que en botella esas aristas, esa astringencia o tanicidad marcada que pudiera tener, termine de pulirse. Que sean vinos de finura y elegancia, con un paso en boca muy elegante, fáciles de tomar. No son ligeros, dan 14 grados, pero son tremendamente largos. Se elaboran los cuatro de la misma manera. Toda la uva es propia de nuestra finca. Cada variedad les da su propia personalidad, con una tipicidad muy marcada del suelo (arcilloso, arenoso o calcáreo)", comenta copa en mano, Miguel Corral, enólogo de Buezo.
Las cepas, plantadas entre 860 y 900 metros de altitud, son permeadas por un clima continental bastante extremo, "contundente al sur de Burgos", con inviernos largos y fríos, y veranos cortos, secos y calurosos. La altitud supone un fortaleza que compensa los estragos del cambio climático y juega a favor de la buena acidez de cada referencia, ya que ese temperamento, esa electricidad, los habilita para largas crianzas y los convierte en excelentes vinos de guarda. "Estamos muy al límite. Somos lo más parecido a un viñedo en altura. Es una bodega de pequeña producción y son 45 hectáreas de viñedo propio las que nutren en su conjunto a la propia bodega. Elaboramos por gravedad y sobre todo enfatizamos la vendimia manual. Pretendemos preservar desde el minuto uno las características intocables del fruto. Trabajamos con unas maceraciones largas porque hay que extraer lo que nos da la zona, esa gran carga polifenólica y muchísimo cuerpo. Por eso es tremendamente complicado elaborar un vino joven. Esas características son ideales para vinos de quietud, de guarda. Los sacamos ahora al mercado porque tienen toda su expresión", razona Fernando López, director técnico.
Diferencias día y noche
Jugar con esa anchísima oscilación térmica, sobre todo a fines de verano, es otra de las bazas del sello burgalés. Todas las variedades se elaboran por separado, al igual acontece en la crianza y el envejecimiento, y justo antes del embotellado llega el coupage en atinadas dosis. "Ahí se provocan las mezclas", explican. Pero siempre con la identidad del terruño y las virtudes de cada variedad como mandamiento. Así se proyecta Buezo Tempranillo Reserva 2005, un monovarietal que muestra la genuina personalidad de esta uva en los viñedos de la bodega-château que juega con unos rendimientos por hectárea entre 3500 y 4000 kilos. Sin duda, el vino estandarte –embotellado a finales de 2007 y principios de 2008– que más habla de este margen norte del río Arlanza. Estupendo en boca y de estupendo precio: no más allá de 20 euros.
Seguidamente, se descorchó Buezo Varietales Reserva 2005, que combina un 50% de tempranillo con merlot y cabernet sauvignon a partes iguales para demostrar la comunión que pueden alcanzar las variedades autóctonas y las foráneas debidamente adaptadas a este terruño especial. Un vino en boca realmente bordelés, que remite a método y cariz de zonas como Saint Émilion. Redondo, goloso y fácil. Muy frutal y con notas lácticas y de horno.
Buezo Petit Verdot Reserva 2005 sorprendió por esa nariz de guindas y especias, con puntos de torrefacción, madera, bombón licoroso y tabaco. La bodega puede sacar pecho de que, al igual que en Dominio de Valdepusa (Malpica de Tajo), la suya fuera de las primeras plantaciones de petit verdot en España, toda una rareza. fue una de las primeras que tuvo lugar en España. Duerme en barricas de roble francés (70%), roble americano y centroeuropeo (30%) durante 16 meses, para posteriormente permanecer en botella al menos 90 meses más para culminarse. Sacan 20.000 botellas a despachar.
Baile de letras
Como colofón, Buezo Nattan Reserva 2005, un varietal de tempranillo de exclusiva producción de tan sólo 10.000 botellas. El nombre es un juego de letras que esconde la variedad del sur de Francia y "uruguaya" tannat, con la que ya experimenta esta bodega a la que no le falta audacia. La fermentación de este Nattan se lleva a cabo por separado según parcelas y, mientras la alcohólica se realiza en depósitos troncocónicos de INOX, la maloláctica tiene lugar en tinos de roble francés de 10.000 litros. Buezo cuenta con un parque de 700 barricas de roble francés, centroeuropeo y americano, y su vida útil fluctúa entre tres o cuatro años, dependiendo del origen, secado, tostado y variedades que han contenido. Tras la crianza de 18 meses en barricas bordelesas (225 litros) de roble francés, se seleccionan aquellas en las que el vino muestra parámetros especiales y diferenciadores. A Nattan también le esperan 90 meses de botella. Una cuestión de paciencia, de pausa y fino detenimiento que pareciera pelearse con la rentabilidad. Pero como diría el Nobel Camilo José Cela, "el que resiste, gana".