Apego al territorio

Bodegas Balbás y sus vinos parcelarios, la ‘Ribera’ que evoca paisaje

Martes, 04 de Abril de 2023

En Ribera del Duero algo se mueve. Numerosas bodegas están dando alas a un estilo de vino más evocador del paisaje, como Balbás, firma familiar con casi 250 años de historia que ha presentado cuatro nuevas añadas de sus vinos parcelarios con origen en La Horra. Ana B. Gabaldón

Bodegas Balbás acompaña su gama clásica con una línea de vinos parcelarios que ha ido creciendo desde su primera referencia en 2003. El 7 de marzo en el restaurante Zalacaín de Madrid, Juan José Balbás, director general, y su hija Patricia, directora adjunta, presentaron las cuatro nuevas añadas de estos vinos que resaltan terruño; al tiempo que describían el momento actual de la bodega como una fase de armonización entre la sexta y séptima generación familiar, y la conjunción de experiencia e innovación que aporta cada una. Junto a ellos, Pedro de la Fuente, enólogo de Balbás desde hace 27 años, fue el encargado de dirigir la cata de los cuatro protagonistas: La Retama 2020, Ritus 2019, Ancestral 2018 y Alitus 2015. Un blanco y tres tintos, cada uno intérprete de una parcela distinta que la bodega posee en La Horra (Burgos), zona con un gran prestigio en la actualidad.



Las cuatro fincas conforman lo más granado del patrimonio vitícola de Balbás. Conocer qué ofrecía de singular cada una de ellas ha sido la clave desde que empezaron esta línea de vinos de finca. “Ante todo somos viticultores, y sabemos que lo que marca la calidad, originalidad y singularidad de un vino son la tierra y la uva”, precisa Juan José. La bodega apostó hace siete años por el reinjerto con un clon original de tempranillo de Ribera de Duero obtenido de sus parcelas más antiguas. Desde entonces, ha reinjertado casi todo su viñedo (160 hectáreas), con muy buenos resultados.

 

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Las nuevas añadas de los vinos parcelarios
 

La Retama 2020, Ritus 2019, Ancestral 2018 y Alitus 2015 son vinos destinados a un consumidor más iniciado que valora la calidad asociada a la expresión de un viñedo concreto. “Se necesita avanzar un paso más para distinguirse del resto a través del terroir. Hay que superar esa fase en la que un Crianza de una bodega es igual a otro”, subraya Juan José. Y esta es la dirección que siguen sus vinos parcelarios, seis referencias, las cuatro presentadas más los vinos Le Bijou Rosé y Pagos de Balbás. Son vinos de producción limitada obtenidos tras un trabajo más meticuloso en viña (reducción de rendimientos), y una vendimia manual y selectiva a cargo de expertos.
 

La Retama 2020 es un blanco de guarda 100% albillo mayor criado 12 meses en barrica de roble francés. Procede de la finca que le da nombre, de 1,3 hectáreas y plantada exclusivamente con esta casta, cuando lo habitual es que la albillo comparta espacio con uvas tintas en la misma viña. La 2020 es la segunda añada que la bodega elabora bajo el amparo de la D.O. Ribera del Duero (hasta 2019, el Consejo Regulador no aceptó la albillo como variedad principal), y tiene una pequeña tirada de 2000 botellas.



La finca La Retama se encuentra a 800 m, y las viñas viejas de albillo crecen en suelos de arcillas arenosas y abundantes gravas. “Es una finca muy fría expuesta al viento del norte, donde las uvas maduran de forma lenta. Y esto favorece a una variedad delicada como la albillo, que puede sufrir quemaduras en el hollejo con una madurez rápida”, apunta Pedro de la Fuente. En cuanto al trabajo de viticultura, la bodega interfiere lo mínimo posible para sacar el resultado más puro del viñedo. Maceración con nieve carbónica para extraer máximos aromas, levaduras indígenas, y crianza sobre lías en hormigón. Finalmente pasa por barrica de roble francés de 500 litros, y se armoniza durante 12 meses más en botella. Aromas minerales, de albaricoque, piña y cítricos. En boca se presenta cremoso, con viva acidez y buena persistencia. Saldrá al mercado a un precio de 38-40 €.

 

Ritus 2019 es el vino bandera de esta nueva gama. Está elaborado con tempranillo y un 25% de merlot, y ha permanecido 18 meses en barricas de roble francés y americano. Las uvas proceden de La Malata, finca plantada en 2001, pionera en viñedo de altura con sus casi 1000 metros de altitud; y también precursora de la merlot en la zona. Por entonces se pensaba que las uvas no maduraban a esa altitud, pero los grandes contrastes térmicos día/noche se han mostrado muy beneficiosos para conseguir una maduración más lenta y mayor calidad. Intensos aromas de fruta madura, especiados, tostados y ecos mentolados. Poderoso en boca, con una frescura sorprendente para su 15% de graduación. Es el vino más afilado de la cata y necesita algo más de botella para redondearse. Todavía no ha salido al mercado y su precio rondará los 40 €.

 

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Ancestral 2018 es la segunda añada de este monovarietal de tempranillo que reproduce en su elaboración técnicas ‘ancestrales’. Su origen está en El Castillo, parcela con forma de caldera que queda protegida del frío y es una de las primeras en vendimiarse de la zona. Su suelo arcillo-arenoso, muy pobre, se refleja en vinos con mucha estructura. Ancestral no pasa por barrica, sino que envejece 24 meses en fudres de roble francés de 25 hl. Es un tempranillo diferente, con notas de fruta sobremadura, especias y algún caramelizado. En boca, tiene cuerpo y necesita un tiempo más en botella para pulir los taninos. PVP 60 €.

 

El que cierra la cata es el top, el más especial y el que inauguró la gama de vinos de finca de la bodega en 2003: Alitus, que ve la luz solo en añadas excepcionales. Alitus 2015 (PVP 90 €) procede de la finca El Portillo, donde se cultiva el viñedo más antiguo de la familia en pie franco, de unos 110-120 años. Una parcela con orientación norte y suelos arenosos, donde se obtienen 2-3 racimos por planta, pequeños y apretados. Es un vino elaborado con una combinación de tempranillo (75%), cabernet sauvignon (20%) y merlot (5%), de estilo ‘parkerizado’, potente. En él se aprecia algo más la barrica, aunque los tostados son muy sutiles y mantiene vivas las notas frutales. Se han lanzado 2000 botellas.

 

Juan José Balbás concluyó la cata señalando que el futuro del vino es la especialización, y que el reto de Ribera del Duero pasa por buscar los elementos diferenciadores y defender las peculiaridades para escapar de la vulgaridad.

 

Un apellido, siete generaciones   

 

La trayectoria vinícola de la familia Balbás se remonta a 1777, cuando Abundio Balbás comenzó a elaborar vinos tintos en La Horra con uvas de cultivo propio y a fabricar botas para almacenarlos. Víctor Balbás, padre del actual director general, fue uno de los principales impulsores de la creación de la DO Ribera del Duero en 1982. En 1988 se incorporó a la bodega Juan José, quien ejerció como presidente de la DO entre 1996 y el año 2000. En 1994, se unió a la dirección Clara de la Fuente, impulsando las exportaciones. Y finalmente, Patricia Balbás, séptima generación, se sumó en 2018.

 

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Con una producción anual en torno a los 500 000 litros, Bodegas Balbás solo elabora las uvas de sus 160 hectáreas, repartidas en 36 fincas entre La Horra y municipios aledaños. Las producciones son escasas, entre 1000 y 5000 kg por hectárea. En la crianza, optan por utilizar barricas de roble francés y/o americano que son seleccionadas antes de su fabricación para poder controlar el secado y tostado. Además de la gama de vinos parcelarios, esta firma produce la gama clásica, donde destaca Balbás Reserva como la columna vertebral de la bodega.

 

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