Carlos Hipólito, actor

Carlos Hipólito

Martes, 30 de Octubre de 2012

Aunque tiene numerosos galardones, encarnar a Von Trapp en Sonrisas y Lágrimas está siendo para Carlos Hipólito el doctorado que soñó. Aquí se declara amante de las exquisiteces, los vinos y, claro, una adecuada sobremesa.  Pedro Javier Díaz-Cano

Quién le iba a decir al premiado actor Carlos Hipólito (Madrid, 1956) que algún día encarnaría al Capitán von Trapp en el musical Sonrisas y lágrimas cuando dejó aparcada su carrera de Arquitectura en el tercer curso y ya en 1976 subió profesionalmente a un escenario teatral por primera vez. Aunque confiesa que la célebre versión cinematográfica protagonizada por Julie Andrews y Christopher Plummer le entusiasmó siendo un niño, y que incluso se aprendió las canciones del disco como si fueran la tabla de multiplicar, ni en sus mejores sueños se podía imaginar cantando Edelweiss como lo hace ahora sobre las tablas del Teatro Coliseum de Madrid.

 

Es más, la carismática voz en off de Carlos Alcántara adulto como narrador en la serie Cuéntame cómo pasó, puede sentirse orgulloso de haber sacado el máximo partido a ese himno a la bella flor blanca que crece en las montañas de los Alpes, no solo en su entonación en directo sobre el escenario, sino también en la grabación del CD del musical con la Orquesta Sinfónica de RTVE. Algo que sin duda envidiaría el mismísimo Christopher Plummer, pues aunque el actor canadiense hizo la película porque quería cantar, en el último momento tuvo que ser doblado en las secuencias musicales debido a que su voz no tenía suficiente volumen al lado de la de Julie Andrews, para disgusto suyo. Carlos Hipólito confiesa que llora cada vez que entona Edelweiss.

 

SOBREMESA: Usted asegura que interpretar al Capitán von Trapp en el musical Sonrisas y lágrimas es como si estuviera viviendo un sueño. ¿Ya por fin ha empezado a creérselo?

CARLOS HIPÓLITO: (Sonrisas) Sí. Lo que quería decir con esta frase es que se trata de un sueño hecho realidad. Esta es una obra que a mí me ha gustado mucho desde que vi la película siendo muy pequeño. La historia tiene algo que siempre me ha atrapado. Nunca la he encontrado, como dice mucha gente, cursi o almibarada. A mí me parece una historia muy bonita, una familia desestructurada que se reestructura, y que tiene una música sublime. Jamás pensé que me fueran a ofrecer a mí este papel, no sé por qué.

 

S.: ¿Quizá porque se trata de un musical, género en el que acaba de aterrizar este mismo año con Follies, de la mano del director Mario Gas? 

C.H.: Claro. Realmente, ha sido como una gran alegría, una gran sorpresa y una felicidad la que me está dando. Además, se trata de un personaje muy interesante para hacer como intérprete, porque tiene mucho desarrollo. Para mí, los personajes son más atractivos cuando acaban de una manera muy diferente a como empiezan. Y en el caso del Capitán von Trapp es así.

 

S.: En el musical hay un momento muy especial para usted cuando canta el tema de Edelweiss, en el que se emociona hasta el punto de llorar con lágrimas de verdad…

C.H.: Sí, me emociono mucho, es verdad. De hecho, me caen algunas lágrimas verdaderas, hasta el punto de que los niños que hacen de mis hijos me preguntan: “¿pero cómo lloras? ¿Cómo lo haces?”, muy asombrados de ello. Cuando el Capitán von Trapp canta esa canción como un acto de amor a su patria, ponerme en su piel me crea una situación emocional grande, con el añadido de que la canción es hermosísima y tiene una música preciosa. Además, hay un momento en el que el personaje se derrumba, y entonces los niños y María vienen a arroparle, y claro, es realmente emocionante pensar que este hombre puede seguir cantando porque tiene el apoyo de sus hijos y de su mujer, que están con él a muerte: adonde él vaya, ellos irán con él.

 

S.: En este sentido, Sonrisas y lágrimas tiene un IVA, referido a las iniciales de “Imprescindible o Interesante Valor Añadido”, de transmisión de fe y esperanza en el ser humano. ¿Lo convierte esto en un “musical terapéutico”?

C.H.: Es muy bonito esto que expresas. Y yo creo que tienes mucha razón, porque en la mayoría del público que ha venido a vernos, la frase que más se repite es: “sales tan contento, sales tan esperanzado de este musical…”. Y es que estamos en una etapa de crisis económica que lo que crea generalmente en la sociedad es una gran tristeza. ¿Por qué? Porque aunque a lo mejor a uno no le afecte directamente, todos tenemos algún amigo, conocido, familiar o alguien cercano que está pasándolo mal, y en muchos casos muy mal. Entonces, estamos todos un poco como asustados, y una sociedad asustada es una sociedad enferma. Todo lo que sea terapéutico en el sentido de poder aportar un soplo de aire fresco o una esperanza en el ser humano, o simplemente un rato de evasión en el que uno pueda olvidar sus problemas, yo creo que ya tiene sentido, ¿verdad?

 

S.: Ha recibido dos premios MAX a la mejor interpretación protagonista de teatro (por Arte y por Glengarry Glen Ross) y nada menos que seis premios de la Unión de Actores. ¿Tienen más valor si cabe por provenir de los compañeros de profesión?

C.H.: Sí, estoy muy orgulloso de ello porque son los premios que otorgan los propios compañeros. Fíjate: seis premios de la Unión de Actores, que te votan tus propios compañeros, y dos MAX, que los vota también la profesión. Y luego tengo otros premios de la crítica y del público. Me siento tan regalado, y tan pagado por todo esto, que todavía me parece como un milagro. Pienso que sigo empezando cada vez. Cada trabajo nuevo me parece un mundo nuevo, hasta el punto de que no sé si voy a tener fuerzas y talento para hacerlo.

 

S.: En la serie Cuéntame cómo pasó lleva once años como narrador poniendo la voz en off de Carlos Alcántara adulto. ¿Cómo se siente sabiendo que en cada capítulo le escuchan con tanta atención millones de telespectadores?

C.H.: Es un trabajo que para mí ha sido una gran sorpresa porque siempre pensé que iba a ser una cosa muy anónima y se ha convertido en un personaje más de la serie aunque no tenga imagen. El hecho de haber llegado con la voz a tanta gente y que sea reconocible y me feliciten por eso, es una de las cosas que más me enorgullecen.

 

S.: Ha trabajado junto a bellas actrices como Elsa Pataky en películas como Ninette o ahora junto a la también atractiva Silvia Luchetti en el musical Sonrisas y lágrimas. ¿Se siente un actor con suerte en este sentido?

C.H.: Pues sí, soy un actor con suerte porque me ha tocado trabajar con mujeres muy hermosas por dentro y por fuera, porque tanto Silvia como Elsa son dos chicas muy guapas, muy buenas amigas y muy buenas chicas. La verdad es que esta profesión te regala esta cosa maravillosa de conocer mujeres hermosísimas que igual de otra manera nunca hubiera conocido.

 

S.: En cuanto a gastronomía, tengo entendido que entre sus platos preferidos se cuentan el cocido, los arroces y la pasta. ¿Es de gustos clásicos?

C.H.: Siempre he sido muy de cuchara. Por ejemplo, el cocido de Lhardy es maravilloso. Siempre me ha gustado la cocina clásica tradicional. Me encantan los guisos bien hechos. Pero por otro lado, eso no excluye que también me apasione un chef novedoso que, de repente, te pueda presentar una emulsión de no sé qué con no sé cuántos ingredientes… Eso también me gusta mucho. Pero generalmente, para mi vida particular, soy bastante clásico a la hora de comer.

 

S.: Vamos, que aprecia especialmente lo que los italianos denominan “la cucina della nonna”, es decir, la cocina casera de la abuela, ¿no?

C.H.: Sí, en general sí. No es que mi abuela o mi madre fueran unas apasionadas de la cocina, pero en mi casa siempre hemos sido muy familiares y a menudo había mucha comida familiar. Para nosotros, el comer siempre ha sido una celebración. Comer no es solo un acto reflejo, sino que es un acto placentero y que hay que cuidar mucho. Me gusta una mesa bien puesta, un plato bien presentado, una buena vajilla… Creo que todo eso colabora a que la comida sea más rica y te siente mejor.

 

S.: Precisamente, en una de sus series de televisión más queridas, Desaparecida, su personaje de Alfredo Marcos regentaba una cafetería-restaurante…

C.H.: Sí, era un sitio de comidas, pero bastante humilde. La verdad es que ese era un personaje precioso. Tengo buenos amigos que, además, son muy buenos gourmets y siempre me dejo aconsejar por ellos. Gracias a mi profesión he viajado mucho, he tenido que hacer muchas giras teatrales, y en cada lugar cuando vuelvo de gira, tengo mis restaurantes favoritos y siempre procuro volver, conozco a los dueños… Hago una especie de gira gastronómica paralela a la gira teatral.

 

S.: ¿Hay alguna cocina regional en particular que sea su predilecta?

C.H.: Como también tengo familia en el norte, a mí me fascinan la cocina vasca y la cocina cántabra. En general, toda la zona del Cantábrico. Tengo mucha familia en Santander, y también en San Sebastián y en Bilbao, y la verdad es que saber que entres donde entres, en cualquier local, aunque sea para tomarte el pincho más humilde del mundo, va a estar rico, esa garantía creo que solo la tienes en el norte de España.

 

S.: Y en cuánto a los vinos, ¿por cuál denominación de origen se decanta?

C.H.: Hay etapas de mi vida que he estado más vinculado al mundo de los vinos, porque tenía amigos que estaban muy centrados en ese tema y que estaban todo el día con que “si esta uva es más no sé qué, esta barrica más no sé cuánto…”. Pero no soy un enólogo, no soy un experto. Sí tengo mis vinos favoritos, lógicamente. Yo me suelo decantar mucho por Rioja, y por supuesto por los de Rioja Alavesa. Soy más de Rioja que de Ribera del Duero, aunque entre los de la Ribera del Duero hay vinos sublimes. Y hay otros muy buenos que no son ni Riberas ni Riojas, como por ejemplo los catalanes o gallegos.

 

S.: ¿Qué vino le ha sorprendido últimamente?

C.H.: Mi mujer es canaria y en Lanzarote se produce un vino de malvasía muy rico, como los de Bodegas El Grifo. Me gusta probar y, luego, dosificar. Para saborear un buen vino y una buena comida, prefiero no hacerlo todos los días. En casa, por ejemplo, no tengo una gran bodega, pero sí tengo mis vinitos ricos para poder obsequiar a mis amigos, entre otras cosas porque para mí el concepto del buen comer y del buen beber ha sido siempre una celebración. Va unido a compartir, a charlar y a una buena sobremesa.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.