Luis Cepeda

Viajar por gusto

Sábado, 22 de Abril de 2023

Es evidente que el mundo entero se ha convertido en una instalación turística según Lawrence Osborne, autor de “El turista desnudo”. Luis Cepeda

No lo es menos que turismo viene de tour o recorrido desde que las expresiones cultas se acuñaban en francés. Aunque fueran ingleses, cuando la revolución industrial, quienes más lo practicaron como recompensa al trabajo o a la rutina y con ganas de cambiar de clima. Sin menosprecio a la sensibilidad viajera francesa, pues Stendhal fue un gran turista. Y no digamos Rimbaud, en su dispersión caótica y exótica. O Baudelaire con aquello de que “siempre me parece que estaría mejor donde no estoy”. Hubo una retórica, algo trasnochada, en torno al turismo que quiso distinguir entre viajeros y turistas dependiendo de factores pasivos, culturales o románticos y a cosas más imprecisas.

 

A lo que voy es que lo ineludible y concreto es que el turista come, allá donde va, varias veces al día, aunque, como ocurre con todo lo rutinario e inevitable, a lo de comer se le haya dado poca importancia como razón para viajar. Salvo en el caso de Francia por su renombre gourmand que –todo hay que decirlo– la Guía Michelin anticipó.

 

Nuestro filósofo del 98 Miguel de Unamuno fue un eminente viajero que ya se había recorrido media Europa a los 25 años. Elogió la fortuna de viajar con una frase rotunda y vigente: “El nacionalismo se cura viajando”. Pero también escribió algo más cáustico, en tono afligido: “…Y pensar que hay gente que viaja para comer cosas distintas en otros lugares”. Como fue un intelectual a tiempo completo, sobrio en hábitos y renuente al desenfreno de la gula como buen cristiano (aunque alguna vez contó lo ricos que estaban los txinbos o pajaritos fritos en Bilbao) se ve que no era partidario de las experiencias gastronómicas viajeras y en eso ha quedado extemporáneo, pues los códigos de nuestro tiempo animan cada vez más a viajar para comer bien y distinto en países y lugares favorecidos por su oferta gourmet.

 

Está claro que entre nosotros la gastronomía se ha convertido no solo en una buena razón para viajar, sino, con frecuencia, en la principal. El público viaja a Cáceres para comer en Atrio o a las Rías Baixas para darle al marisco. Todo consumo turístico refleja los valores culturales de una sociedad y viajar con el gusto por delante elude además la rutina del turoperador. El viajero ha verificado que el gusto es un componente principal, placentero y coloquial del desplazamiento turístico, lo que viene ocasionando que antes de enterarse donde está la catedral o el tiempo que va a hacer, quiera saber dónde comerá bien.

 

El atractivo gastronómico de poblaciones y comunidades protagoniza ferias y exposiciones. Se notó en Fitur o Madrid Fusión y se notará en el Salón Gourmets. Los objetivos geográficos se expresan mediante productos locales o gastronomía turística. El gusto determina en buena parte los lugares donde ir. Este año la marca Saborea España acercó la diversidad de 24 destinos en una plazoleta de la cumbre gastronómica de Alimentos de España y cientos de lugares anexos evidenciaron la gastronomía turística. Más allá de las guías célebres, cuya exclusividad restringe una realidad mayor. Más auténtica, sustentable y democrática también.

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