Templo del placer

El nuevo palacio de Toño Pérez y José Polo Atrio del que no querrás salir

Jueves, 25 de Mayo de 2023

Son la pareja del año. Recién estrenada su tercera –y muy merecida desde hace tiempo– estrella Michelin, Toño Pérez y José Polo, alias Atrio, abren las puertas de su ambicioso y exclusivo proyecto: Casa Palacio Paredes-Saavedra, un templo del lujo desde el respeto histórico y artístico, y con su deliciosa manera de interpretar la excelencia. Teresa Álvarez. Imágenes: Arcadio Shelk

Atrio ya forma parte del olimpo gastronómico y del gran lujo hotelero desde hace años. Cuando abrieron el hotel boutique en el casco antiguo de Cáceres sorprendieron por el altísimo nivel en el que situaron la pequeña ciudad extremeña. ¿Habría mercado en ese rincón del mundo para un proyecto tan ambicioso y exclusivo? La respuesta ha llegado en forma de ampliación. Muy cerca, casi colindante, se encuentra Torre de Sande, un restaurante con tan buen gusto como cabía esperar y con una cocina tradicional y casual bien ejecutada. Y enfrente de la puerta de Atrio, un palacio medieval esperaba su intervención para ser convertido en algo único. Sus negocios no buscan la rentabilidad, sino aportar algo que perdure en el futuro, que cambie el perfil de Cáceres para los próximos 300 años.

 

“¿Quién me iba a decir que hoy iba a estar donde estoy?”, rememora José. “Todavía recuerdo con nitidez ese momento en el que conseguimos abrir el primer restaurante (1986). Una subvención fue la base de que se obrara el milagro”. Seguramente el camino hubiese sido muy similar, sin embargo, un golpe de buena suerte ayuda. Y desde esos modestos fogones Toño, José y su energía inagotable, crecieron hacia lo que hoy son. Mucho y muy bueno. Con sentido y sensibilidad. Con arte y servicio. Dos almas gemelas que caminan juntas empapando lo que tocan de buen gusto y, sobre todo, de felicidad.

 

 

El palacio

 

[Img #21961]Tras la solemne fachada de piedra se esconde una joya del siglo XIV restaurada por sus fieles amigos del estudio Emilio Tuñón. Ya trabajaron juntos en la concepción de Atrio, tanto hotel como restaurante, y por supuesto tenían que ser ellos los que consiguieran dotar al Palacio de 11 habitaciones con ese estilo que ya han hecho suyo de lujo respetuoso con el pasado, de modernidad integrada para dignificar más si cabe la herencia gótica, mudéjar y renacentista del lugar. Cada espacio habla su propio idioma, con un piano en el centro de su sala o con las obras de Jorge Galindo enmarcadas en 64 filigranas de cedro. Bañeras de piedra talladas a mano, muebles-bar que se abren como cajas de Pandora para mostrar sus bebidas y su fina cristalería, luz a raudales que entra por arcos ojivales, chimeneas encendidas, vistas sobre la ciudad. Interiorismo con diseño de los más grandes (Hans Wegner, Parachilna, Louis Poulsen, Le Corbusier…) y “macetismo” como llama Toño a su pasión por las plantas, que escoge y cuida personalmente creando estancias únicas e inolvidables de esas que festejan la maravillosa sensación de estar vivo.

 

La culinaria

 

El desayuno se ofrece a la hora que el cliente desee en uno de los salones de Atrio, aunque se puede solicitar el servicio en habitación. Es delicado, abundante pero no estrambótico, tradicional bien reinterpretado. Muy Toño diríamos, con sus migas con huevo, su fruta con delicioso y fresco yogur natural, sus panecillos tostados y su bollería recién hecha. Hay bocadillo de jamón, claro, y el mejor aceite de oliva. Y un café perfecto. Del restaurante y sin repetir las múltiples bonanzas de las que Sobremesa se ha hecho eco durante años, el menú es impecable en tiempos, cantidades y sabores. Mucha tradición con toque rebelde y el cerdo ibérico como hilo conductor que no agota, sino todo lo contrario. Bodega exquisita que tampoco es novedad. Siempre ha sido merecedora de aplausos. Ausencia de pan en todo el servicio, una verdadera declaración de intenciones que respetamos porque hay que tener todo bien puesto para atreverse. ¿Y si alguien lo pide? “Les damos unas tostadas…”, replican.

 

[Img #21964]

 

La fundación

 

[Img #21963]Es un altruismo directo y motivador el que teje el hilo de la vida de José y Toño. Una manera de devolver a la sociedad lo mucho que la vida les ha dado. Y en esa gratitud han puesto en marcha proyectos dirigidos a niños con pocos recursos para abrirles las puertas del arte, de la motivación hacia la música. Clases extraescolares, programación de conciertos y planes de construir un auditorio... Eso es la Fundación Atrio Cáceres que ya está a pleno rendimiento ¿De dónde sacan el tiempo para sus múltiples proyectos vitales? Son dos, pero parecen 20. Los encuentras en el restaurante, reunidos con el equipo de la Fundación, te enseñan con orgullo cada habitación del Palacio mientras observan que una esquina tiene un pequeño desgaste en la piedra y avisan al encargado de repararlo. Y se sientan a charlar sin prisas, y Toño recuerda de repente que debe volver a cocina para comprobar el punto de una cocción… En la cena, vuelves a verlos vigilando que todo discurra como debe ser en su paraíso personal. Seguramente, son los dioses más humanos que hemos conocido.

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