Ya lo siento
Pido disculpas por la poca originalidad que va a tener este texto, tanto en su desarrollo como en su conclusión, pero a veces es necesario ser obvio para no volver a poner en duda ideas fundamentales, como esa que dice que no todos los vinos caros son buenos, pero los mejores vinos son caros. Santiago Rivas
Hace unas semanas estuve en Burdeos en la cita de los primeur 2022. Para quien no lo sepa, el acontecimiento trata sobre acudir a bodegas, y grupos vendedores, para probar esta última cosecha bordelesa y así poder evaluarla. Esto tiene un impacto directo en sus cuentas de resultados ya que, dependiendo de la calidad de los vinos, tendrán unos precios u otros. En España, normalmente, si no hay subidas unilaterales por parte de la bodega, una referencia cuesta lo mismo ya sea una gran cosecha o no; esto en Burdeos no es así, puede haber diferencias de hasta el 50%.
Se suceden fiestas en las que compradores y négociants dan sus impresiones del sector y el mercado, reuniones con distribuidores y puestas al día con elaboradores. Para ser vino, es todo bastante serio, la verdad. Yo estoy acostumbrado a ver su cara más líquida y no tanto la financiera. Toda una experiencia.
El caso es que acabas probando, en cuatro días, unos 200 vinos para que te hagas una idea de cómo fue el año y cuáles son los mejores. Y aquí es donde, entre los diferentes asistentes, se daba el momento incómodo, al preguntarnos, unos a otros, de dónde veníamos, hacia donde íbamos y cuales estaban siendo nuestros vinos favoritos. Todos los interpelados empezaban con que este château de menos de 60 euros le había sorprendido, que este de 100 euros confirmaba su calidad, que aquel de 200 euros en unos años se va a poner muchísimo más caro y que (llegamos al momento estelar) el mejor por ahora de los que había catado era el Château Margaux. Y cuando no decían este, es que era Mouton Rothschild, Cheval Blanc, y si no Lafite Rothschild, Latour, Le Pin, o, por supuesto, Pétrus.
Esto es, vinos mileuristas, algunos por varios miles, que resultan elecciones obvias, referencias que llevan un par de siglos siendo las más caras de su región, bodegas conocidas por todos que hasta citan iconos de la cultura pop como James Bond, Hannibal Lecter o Ratatouille.
Los iniciados (aquí todos profesionales), siempre tan ávidos de resultar originales y evitar comportamientos gregarios, estábamos ahí todos citando a las casas más famosas de Burdeos. Pero la realidad es que hay una diferencia notable entre estos elegidos y el resto.
Soy consciente del recelo, sobre todo en España, que generan botellas tan caras, siempre bajo la sospecha de ser un invento o la institucionalización del gusto de unas elites. Sí, que haya vinos mileuristas que son un invento es una realidad, pero no todos lo son. Una manera de anticiparlo es por tiempo y el número de botellas que hacen, porque si un productor lleva como doscientos años teniendo caro su vino más producido (no como otros "vinos señuelo") tened claro que ese vino es superlativo.
Tampoco la relación es aritmética: una referencia de 1000 euros no es diez veces mejor que una 100, pero sí lo suficiente como para que haya gente dispuesta a pagar la diferencia dado el salto, más o menos grande, de nivel.
Y hacen muy bien.
Esperaba traer mejores noticias, más contraculturales, pero no.
Ya lo siento.
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