A fondo: Rioja Vega
Esperanza Elías, directora técnica de Rioja Vega: “Soy un poco friki del pH”
Etiquetada en...

Esperanza es una mujer de Ciencias a la que le gusta el orden y que las cosas tengan sentido. Dice que por eso estudió Química Orgánica. “Era lo que más se parecía a las ciencias de la vida y me atraía la Biología, todo lo que tiene relación con el campo y los seres vivos”. Luis Vida. Imágenes: Aurora Blanco
Narra su historia personal con convicción. De su infancia en Logroño, recuerda el vino casi como un juego al que jugaba con su padre. “Bajaba con su garrafa o su cántara de 16 litros a las bodeguitas que vendían a granel para hacer en casa sus embotellados caseros. Lo encorchábamos, lo lacrábamos y le poníamos la fecha. En todo eso, yo le ayudaba. Entonces, esa cosa se te acababa quedando”. Y aprovechó el Máster de Viticultura, Enología y Gestión de Empresas Vitivinícolas que, durante unos años, se impartió en la Universidad de La Rioja para especializarse y empezar a trabajar en el vino. Desde 2008 es directora técnica de Rioja Vega, tras pasar por diversas empresas, siempre en su región de origen.
Rioja Vega tiene una larga historia desde sus inicios en la estación de Haro…
El fundador fue Felipe Ugalde en 1882, que pertenecía en aquellos años al Grupo de Criadores y Exportadores, junto con otros nombres míticos como Martínez Lacuesta. Nosotros sufrimos la plaga de filoxera después que los franceses, que se abastecían con vinos de aquí desde el Barrio de la Estación, y ese grupo fue un núcleo fundacional que surgió con la inquietud de empezar a defender el origen de los vinos “finos” de Rioja. El hecho de que en nuestra marca pueda figurar el nombre de esta región es un privilegio reservado a solo cuatro o cinco bodegas que somos anteriores a la creación del Consejo Regulador.
Luego habéis cambiado de ubicación un par de veces. Después de una primera mudanza en el siglo XX, llega otra, la definitiva, en el XXI.
La bodega nueva es del año 2001, cuando no hacía mucho que Rioja Vega había sido adquirida por el grupo Príncipe de Viana. La que había entonces era muy pequeñita y estaba en San Adrián, muy metida en el núcleo urbano, lo que ya no le permitía crecer, así que había que buscar un emplazamiento nuevo. Ahora estamos en Viana, Navarra, donde hay nueve pueblos que pertenecen a la DOC Rioja y donde se ubicaron las nuevas instalaciones tras la compra de unos terrenos con viña. Considero que es una zona privilegiada. Podríamos decir que estamos en la zona central de La Rioja, a ocho kilómetros de Logroño, en un clima intermedio a unos 500 o 600 metros de altitud, y nos beneficiamos de ello por todas las distintas influencias que hay. Tenemos como 70 hectáreas en varias parcelas de viñedo de tempranillo tinto y blanco, mazuelo, garnacha, graciano, maturana… Trabajamos laderas con diferentes orientaciones y suelos que nos permiten jugar y nos enriquecen mucho. Hemos empezado a separar y a vinificar cada variedad y cada parcela por separado para a ver qué nos aporta cada cosa.
¿Trabajáis solo vuestro propio viñedo? ¿O también compráis?
Cuando yo entré, empezamos a vendimiar solo lo nuestro, pero vimos que con aquello no era suficiente y poco a poco empezamos a crecer y a hacerlo con un mix muy chulo de viticultores de la zona, lo que además es algo que favorece el arraigo de la gente del campo. Ahora controlamos otras 300 hectáreas de viñedos que podemos manejar, de manera que tenemos una maduración muy equilibrada en un momento central del ciclo vegetativo. ¡Lo tenemos todo!
La división clásica de Rioja en Alavesa, Alta y Oriental, ¿describe su complejidad o se nos queda corta para lo que hay?
De alguna manera hay que distinguir las zonas, pero yo creo que es corta. La Rioja es muy amplia, muy rica. Se están haciendo cosas muy chulas, muy diferenciadoras, muy buscando el terruño. Hay que transmitir al consumidor el concepto de que Rioja es diversidad, tenemos que educar un poquito más, aunque a veces no es fácil a nivel de comercialización. No hay que olvidar que los vinos clásicos de Rioja han sido siempre vinos de blend. Todas las bodegas de Rioja Alavesa y Alta tienen viñas en la parte oriental que aportan madurez y volumen. Pero no nos quedemos encasillados en que los vinos de Rioja son tal forma, porque no es así, no hay que hacerse con tópicos. Hay que probar, porque hay mucho.
¿Está todo dicho en la tempranillo?
No, aún hay mucho que trabajar, aún más con el tema del cambio climático, y merece la pena porque es como si la tempranillo fuese un fondo de armario de los vinos de Rioja y de otras muchas zonas. Hay que buscar otras altitudes y clones que con los que consigamos unas maduraciones un poco más largas o unos pH's un poco más bajos. Yo soy un poco friki del pH, que me parece que es como si fuera la línea de vida de los vinos, y siempre es mejor que venga del campo, porque es donde se marca el estilo. Todo lo que venga bueno de la viña y seamos luego capaces de mantener es lo que nos garantiza largas crianzas. Rioja se caracteriza por los vinos criados, con evolución, y el tempranillo en el tiempo es terciopelo. Si tienes un buen tempranillo y una buena crianza larga, eso es inigualable.
Otra especialidad en la casa son los blancos, ¿no?
Yo he vivido ya desde el mundo de las bodegas el ver cómo iba desapareciendo el blanco tradicional, que era un vino muy importante en La Rioja. Teníamos una variedad que va muy bien -la viura- y hay bodegas emblemáticas que conocemos y que tienen unos blancos de reserva deliciosos. Hasta que con la moda del blanquito joven, fresco y atractivo, nos comieron el terreno y se le dejó de dar importancia. El CRDO cuando se dio cuenta, hace algo más de diez años, abrió un poco la mano en cuanto a las variedades e intentó potenciarlo. Fue cuando entraron como autorizadas la verdejo, la sauvignon, la chardonnay o la maturana blanca, además de la viura, la garnacha blanca y la malvasía que estaban ya. Nosotros apostamos mucho por la tempranillo blanco. Yo había catado las primeras elaboraciones experimentales y me parece fabulosa, una variedad con mucho potencial. Tiene un punto de maduración muy concreto; no te puedes quedar antes ni pasarte nada. Es de maduración corta, pero tiene una acidez total natural maravillosa, más alta que la tempranillo tinto, que te permite una crianza sana con lías al ir envolviendo esa acidez. Salimos dos bodegas a la vez con el primer reserva de tempranillo blanco de la Rioja y las dos primeras barricas francesas con las que empezamos ya se han convertido en unas cuantas más.
¿Podrías elegir una variedad favorita de entre las que trabajas?
Nosotros tenemos bastante graciano en nuestras fincas y también de nuestros proveedores. Es una variedad de ciclo largo que necesita más horas de insolación y temperaturas más altas que una tempranillo, una garnacha o una maturana. De hecho, tenemos un vino que se llama "Con Gracia” porque antes en Rioja la gente antes decía “con graciano, no” porque no maduraba bien todos los años. Una maduración completa no la puedes simular de ninguna manera, así que solamente se utilizaba en mezclas y se vendimiaba cuando ya no quedaba más remedio. Pero ahora los ciclos se están alargando, tanto al principio como al final, y estamos vendimiando cuando nos da la gana y encontrándonos casi con vinos nuevos. Estamos empezando a conocer a la graciano. Ves los racimos pequeños, con granos azulados, sueltos, y piensas “¡qué maravilla, qué concentración!”. Pero es una variedad que tiene una piel delicada. Habrá que ir buscándole el punto ideal de madurez, trabajando con ella. A mí me ha dado la vida, pero estoy también descubriendo otras uvas, como la maturana tinta. Ya hay plantaciones nuevas, llevo tres años elaborándola, haciendo pruebas en diferentes maderas y estoy bastante contenta. Marca unos matices muy originales, ¡pero no sé si me va a gustar tanto como la graciano!