El hombre conciliador
Enrique Pascual, presidente de la DO Ribera del Duero
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El nuevo presidente del Consejo Regulador de Ribera del Duero se muestra dispuesto a colaborar con otras regiones para conseguir un bien común: potenciar la imagen internacional del vino español. Álvaro López del Moral
Sin complejos ni remilgos. Así es como ha asumido sus funciones Enrique Pascual, flamante presidente del Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero. Un área de producción donde, según este burgalés de cincuenta años, tanto por el clima y el terreno como a consecuencia del trabajo de sus gentes, se originan “los mejores vinos del planeta”. Haciendo gala de ese espíritu conciliador que le valió el consenso absoluto del pleno en su nombramiento, Pascual, quien hasta ahora había ostentado la presidencia de la elaboradora ribereña Bodegas Pascual y de la Asociación de Bodegas de la Ribera del Duero (ASEBOR) –cargos ambos que sigue compaginando con su actual elección–, asegura estar dispuesto a colaborar con cualquier otra zona de España para potenciar la imagen internacional de nuestros productos, aunque al mismo tiempo dice tener muy claro cuál es la clave para reforzar las ventas de su D.O.: el desembarco en los Estados Unidos, un mercado que, a su juicio, y sin desdeñar el interés de comercios emergentes como el de China, resulta fundamental en su beneficio tanto a causa de su enorme extensión como por el hecho de tener una cultura enológica previa.
Sin embargo, para llegar a ese punto, Pascual reconoce tener todavía un largo camino por delante. Cuenta en su favor con el reconocimiento granjeado a Ribera del Duero por los países pertenecientes a la Unión Europea y otros como México, Suiza o Puerto Rico, que figuran en la lista de sus clientes más destacados. Además, no tiene prisa. Este amante de la naturalidad, defensor a ultranza de la variedad tempranillo –a la que considera un puntal de la viticultura zonal–, prefiere andar con pasos seguros por la vida y, también, en los asuntos del vino. Debido a ello, afirma que durante su mandato no van a llevarse a cabo demasiados experimentos con la materia que ha proporcionado a esta zona notoriedad planetaria. “Ribera del Duero seguirá haciendo el mismo tipo de artículos con los que ha conseguido marcar un antes y un después en el mundo de la viticultura, aunque luego cada bodega tiene la potestad de hacer lo que quiera”, afirma con una sonrisa. “Los bodegueros somos compañeros, por eso yo nunca voy a tener problemas de competencia con otras denominaciones. La rivalidad viene de fuera, de bebidas como la cerveza, que son las que están afectando verdaderamente a nuestras ventas. Para evitarlo, todos debemos ponernos de acuerdo, tanto distribuidores como elaboradores y marketing. Ese es nuestro verdadero reto”.