ANIVERSARIO
Bodegas Ferratus: dos décadas de empoderamiento inesperado
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Un abogada que deja una carrera de éxito en Madrid para embarcarse en el improbable mundo del vino. La hazaña de Ferratus cumple 20 años en la Ribera del Duero, personificado el éxito en la bodeguera María Luisa Cuevas, mujer coraje sin saga ni raíces enológicas que se ha hecho fuerte en la región y en el mercado. Javier Vicente Caballero
"Soy el alma de Ferratus, la que decide el estilo de los vinos y la que lleva y gestiona todo esto". Con orugllosa claridad, una autoestima a prueba de bombas y desde la autoridad que da el esfuerzo y la determinación fatídica habla la bodeguera María Luisa Cuevas. Lo hace copa en mano de un fresquísimo A0 2020, frente a sus viñedos, pámpanos frondosos en espaldera, evocando los orígenes de una vocación tardía en este hermoso Pago Los Plantales (Ribera de Duero) en San Juan del Monte. "Nací muy cerca, en Aranda, pero trabajaba como abogada en Madrid. ¿Cómo llego hasta aquí y me dedico a esto ahora que se cumple el 20 aniversario de la bodega? Pues porque mi padre era muy fan del vino. Pero no vengo de saga, ni de abuelo bodeguero, no. En mi casa el vino era algo reverencial, el elemento clave de una celebración mística. En Nochebuena siempre se abría un Vega Sicilia Único, lo recuerdo como un momento mágico del año. Hay un componente cultural y hedonista que hizo que tomara la decisión de volver de la capital a mis orígenes y levantar Ferratus. Me siento fuerte y segura de lo que haga tras 20 años", relata con la mirada fija y el verbo rotundo.
Reconoce en la figura del enólogo Xavier Ausás (ex de Vega Sicilia, ahora en Finca Río Negro) otra de las espoletas en la génesis de Ferratus. No obstante, fueron unos primero años complicados. Por los clichés y los malos augurios que le pronosticaban a una "recién llegada a la zona", que pese a hablar tres idiomas con fluidez y tener enmarcada la carrera de Derecho levantaba recelos en sus vecinos de zona. "He luchado con uñas y dientes por cada añada. Y me he preparado a conciencia. Hice curso de Viticultura y Enología y de Internacionalización del Vino, soy sumiller y conozco el campo, lo adoro", explica la propietaria. Hoy como ayer, el objetivo ha sido elaborar vinos con finura dentro de un concepto de bodega boutique. A su lado, como alma gemela profesional en este cometido, el enólogo francés Emmanuel Ivars. "Mi apellido es de origen valenciano, pero yo nací en el Valle del Loira. Llevo 30 años en la Ribera. Asesoro bodegas desde 2000. Busco vinos que tengan personalidad e identidad, que interpreten el terruño y resulten elegantes", confiesa el profesional. Por suelos, arenas arcillosas que dan fácil tanino y frescura, zonas más arcillosas y tánicas, con estructura y potencia y otras parcelas más calizas, de cantos, que aportan complejidad. "A la Ribera le ha faltado algo de finura por la manera de manejar el viñedo y el modo de elaborar. Es complicado no tener grado alcohólico y domar esa acidez, tener equilibrio", añade Ivars. "Esto es un concepto de bodega boutique. Mi padre, que era almacenista de hierro, sufragó la bodega. El nombre de Ferratus es en su honor, un tributo. Mis padres pensaban que estaba loca cuando me metí a esto, que no aguantaría", tercia Cuevas.
De resultas de la conjunción del binomio de María Luisa y Emmanuel, seis vinos componen el portfolio de la casa; Ferratus Blanco, Ferratus Rosado, Ferratus A0 (dicho "acero"), Ferratus Origen, Ferratus Sensaciones y Ferratus Fusión. El Rosado sobre lías 2022, es "el Ferratus de los amigos", explican, y se elabora mediante sangrado de tinta del país. Un total de 4000 botellas cuyo vino ha fermentado 50% en inox, 50% en barrica. Frutal, graso, serio.. Pasa seis meses en madera; el Ferratus Blanco 2022 recurre a la albillo mayor como piedra angular, única variedad blanca admitida en la Ribera. Un vino voluminoso y henchido, con 48 horas de maceración. Da 13 grados y saca al mercado 7000 botellas; El Ferratus A0 despliega esplendor de fruta roja, con tabaco y vainilla tras su crianza en barrica 12 meses, el best-seller de la casa; Origen 2017 es la referencia icónica, el buque insignia, un reserva de corte moderno, de capricho, donde se reflejan los cuatro tipos de suelo de la bodega burgalesa, monovarietal del país de viñedos a partir de 60 años; Sensaciones se podría considerar como su "vino de parcela", procedente del cotizado Pago de Santa Cruz, también 100% tinta del país y que exige guarda; por último, Fusión en su añada 2020 abandera la vanguardia y los nuevos tiempos, con sus fermentaciones aconteciendo en barrica de 500 litros. Ofrece una boca muy balsámica a la par que golosa, con especias dulces y notas de cacao y vainillas.
La bodega Ferratus se acomoda junto a la A1 en el término municipal de Gumiel de Izán en un terreno de 45 000 metros rodeado de pinares. Su parque de barricas alcanza las 480 y sus principales mercados son España y Suiza, vendiendo unas 150 000 botellas anualmente. "Mi hijo mayor está en Irlanda preparándose y le encanta el mundo del vino. La segunda generación por tanto, está garantizada", apostilla María Luisa Cuevas.