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Finca la Emperatriz, la revelación riojana
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Pocos en Rioja pueden presumir de tener 101 hectáreas concentradas en un solo viñedo. Esta histórica propiedad situada en Baños de Rioja, en la Rioja más fría, alberga la mayor extensión de Viñedos Singulares en manos de una bodega, y de aquí salen vinos con gran vocación de longevidad que hablan de ‘terroir’. La magnífica labor de los hermanos Hernáiz al frente de la firma está en boca de todos. Ana B. Gabaldón
La familia Hernáiz ya contaba con viñas en Cenicero, pero su nombre en el vino español comienza a figurar en 1996 cuando adquiere Finca La Emperatriz, una propiedad histórica situada en Baños de Rioja (Rioja Alta). “A finales de los noventa las bodegas riojanas no compraban viñas. La uva se adquiría a terceros a un precio carísimo; y el viñedo viejo no le interesaba a nadie, solo las viñas más productivas. El contexto nos fue favorable y pudimos adquirir esta finca que es una joya, con cepas en vaso de más de 65 años”, observa Eduardo Hernáiz, al frente de la bodega junto a su hermano Víctor, y responsable del diseño de los vinos.
El nombre de la propiedad alude a su antigua propietaria: Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y Emperatriz de Francia. En su tiempo, las uvas de la finca se elaboraban en la bodega del pueblo, en Baños, situada en una colina; y estos vinos ya gozaban de reputación, como demuestra el premio alcanzado en 1878 en el concurso de la Exposición Universal de París.
Tras la muerte de la Emperatriz sin descendencia, se dejó de elaborar vino y la propiedad pasó por distintas manos, desde la Casa de Alba al Conde de Torremuzquiz, a quien adquirieron la finca los hermanos Hernáiz. Curiosa y afortunadamente, Finca La Emperatriz se ha conservado inmutada a lo largo del tiempo, como una sola pieza de terreno con 101 hectáreas de extensión, una excepcionalidad en Rioja. Además destaca por acoger 32 hectáreas de viñas calificadas como Viñedo Singular, la mayor extensión con esta categoría en manos de una bodega (en toda la denominación hay solo 200 hectáreas distinguidas como Viñedo Singular).
Un terruño particular
Finca La Emperatriz se localiza en el Valle del Oja, en el extremo noroccidental de Rioja, la parte más fría de la región, a una altitud de casi 600 m entre las famosas sierras de La Demanda y Cantabria. El río Ebro queda a unos 100 km de distancia y la zona recibe menor influencia mediterránea y mayor influencia atlántica y continental, de modo que la tempranillo expresa aquí un perfil más elegante y fresco.
Por otro lado, la acción de la Sierra de Cantabria como barrera protectora ofrece unas condiciones climáticas muy beneficiosas. “El viento norte enfría las uvas pero la sierra nos protege de la humedad”, explica Eduardo. “Además contamos con suelos de cantos rodados sobre arena que drenan muy bien. Son suelos pobres donde la planta sufre para buscar los nutrientes, y el estrés hídrico favorece la maduración del hollejo”.
Los hermanos Hernáiz se dedicaron en una primer momento a vender las uvas de la finca. Mientras, estudiaban sus suelos y variedades, hasta llegar al convencimiento de que tenían, en palabras de Eduardo, “una joya: por historia, clima y suelo”. De ahí que en el año 2000 se decidieran a elaborar y construir una bodega en la misma finca. Eduardo se forma como enólogo y pasa por bodegas de diferentes países. Y en 2016 dan un paso más en el camino de la calidad, rediseñando la gama de vinos.
La vuelta al viñedo en vaso
De las 101 hectáreas de la propiedad, 82 están cultivadas con viñas, perfectamente parceladas. Las viñas en vaso, 32 hectáreas, tienen una edad de entre 60 y 70 años. Son uvas que se destinan a la marca top Finca La Emperatriz y a la segunda marca El Jardín de La Emperatriz. La tempranillo ocupa la mayor parte de la superficie, pero también hay garnachas y viuras viejas. “Los requisitos para conseguir la certificación de Viñedo Singular son muy exigentes: las viñas deben tener más de 35 años con un rendimiento máximo de 5000 kilos por hectárea -nosotros estamos en los 4000 kg/ha-, no se puede reducir la producción con vendimias en verde, vendimia manual… Nos dimos cuenta de que cumplíamos todos los requisitos”.
Otra parte de la finca acoge viñas en espaldera. “En el 1996 plantamos en espaldera dejándonos llevar por la corriente. Pero ahora estamos plantando en vaso, partiendo de sarmientos de nuestras cepas viejas. Comprobamos que las viñas en vaso se hacen más longevas, tienen menos enfermedades y sufren menos con la poda. Somos modernos y estamos volviendo a lo antiguo", remarca Eduardo. “El viñedo en espaldera da mayor producción, pero nosotros priorizamos la calidad, no queremos volumen. También es más barato de vendimiar. Por cierto, somos de las pocas bodegas que realizan la vendimia solo con mano de obra local”.
Acorde con sus altas exigencias de calidad, Eduardo explica que la añada 2022 de la marca Finca La Emperatriz no saldrá al mercado: “2022 fue un año muy cálido, tuvimos que regar las viñas viejas y no hemos conseguido que los vinos tengan la gran capacidad de guarda que deseamos”. Por otro lado, un segmento del viñedo ya es ecológico y la añada 2023 será la primera que saldrá al mercado con una parte certificada como tal.
Los vinos de la finca
Viñedos Hermanos Hernáiz tiene una tirada de 300 000 botellas. La etiqueta de mayor producción es El Jardín de la Emperatriz Tinto (170 000 botellas aprox). Durante la visita tuvimos el placer de catar las nuevas añadas de los vinos que muestran el perfil de esta histórica propiedad: El Jardín de la Emperatriz y Finca La Emperatriz.
El Jardín de la Emperatriz Blanco 2022 (8,50 €) se diseña en un 80% con viura de viñas certificadas como Viñedos Singulares, más un 20% de viña joven. Un vino que busca la frutosidad, con dos meses de crianza con sus finas lías en depósitos de cemento. En esta añada 2022, muy cálida, exhibe aromas algo más evolucionados (notas de melocotón, manzana, cítricos). En boca ofrece buen volumen y sensación grasa.
El Jardín de la Emperatriz Tinto 2019 (11,40 €) nace de una añada de calidad extraordinaria. Se basa en la tempranillo complementada con un 6% de garnacha y 2% de graciano, y se nutre de viñas en espaldera con una edad media de 25 años; excepto la garnacha, que procede de cepas viejas. Estamos ante un crianza muy versátil, fácil de beber para que cualquiera lo disfrute y con la complejidad suficiente para seducir al consumidor iniciado. Es el vino más vendido de la bodega. Un tinto con la fruta en primer plano, armado, con sabrosidad y largura.
Pasamos a la línea de mayor calidad y la más conocida de la bodega. Finca La Emperatriz Blanco 2018 (35 €) se diseña con viura de viñas en vaso de entre 50 y 65 años de antigüedad. La mitad del vino fermenta en depósito de hormigón y la otra mitad en barricas, cuatro meses de crianza sobre lías y finalmente realiza una crianza de ocho meses en depósito de hormigón y nueve meses de crianza en barricas de roble francés. Muy expresivo en nariz, con recuerdos florales, excepcional frescura, equilibrado y final persistente.
Por su parte, Finca La Emperatriz Tinto Reserva 2018 (35 €) resulta de ensamblar las viñas más viejas de la finca, 76% tempranillo, 20% garnacha y 4% viura. Las tres variedades fermentan juntas, a la antigua usanza. Y tiene una crianza de 18 meses en barricas de roble francés y roble americano. Un rioja de corte clásico, aromático, fino y elegante.
Viñedos Hermanos Hernáiz elabora además dos etiquetas con viñas situadas fuera de la finca: Las Cenizas, gama que arrancó en 2018 con la añada 2015 y que embotella viñedos del término de Cenicero propiedad de la familia durante generaciones; y El Pedal, proyecto que aglutina fincas distribuidas por diferentes pueblos de Rioja Alta.
La bodega destaca también por su interesante oferta enoturística, que incluye tres encantadoras villas para alojarse en el corazón del viñedo histórico y desconectar.