Saw
Vengo con un texto que creo que solo generará empatía entre compañeros de profesión, pero alguien tiene que sacar este tema. Pido comprensión al "sobremeser". Nos jugamos mucho. Santiago Rivas
Saw es una de las sagas más divertidas, irregulares y polémicas que ha dejado el cine de terror, en concreto, del subgénero torture porn. Aunque la línea temporal del argumento de esta serie de películas no se corresponde con la secuencia de estrenos de cada capítulo, al estilo “Fast and Furious”, Saw se estrenó en 2004 siendo todo un impacto por lo original de su propuesta y esquema. El final de Saw es historia del cine, dejándonos para siempre uno de los malos más icónicos de la cultura popular: Jigsaw.
Jigsaw es un perturbado muy creativo al que le ha dado, cual personal coach, por ayudarte a salir de tu zona de confort a través de algún macabro y lesivo juego de supervivencia.
Pero ahora vamos a lo importante: su guionista. No es otro que el director y actor australiano Leigh Whannell. Bien, pues este chico debe de tener una legión de fans entre los departamentos de eventos de las bodegas de este país o de sus agencias. Tampoco descarto que desarrolle consultorías a los anteriormente citados y es que, cada vez más, cuando me llega un correo electrónico convocándome a un viaje de prensa vinera me echo a temblar.
La mayoría parecen diseñados por Jigsaw.
Voy con ejemplos varios de diferentes pruebas a las que hemos sido sometidos en esas excursiones. Si es verano toca comerse una visita al viñedo a unos 45 grados, y no es ya que no te faciliten un sombrero, es que ver agua en un evento de estos es más raro que descorchar un Romanée Conti.
Si es en invierno, vete abrigado porque si está programado pisar viña ya puede tronar, nevar o helar, que las ciclogénesis explosivas a estos psicópatas de la hospitalidad les van a dar igual: yo he hecho un viaje de hora y media por trayecto para acceder a un sembrado en el que solo pudimos estar 10 minutos del vendaval que ahí se estaba manifestando.
No se podía saber.
A veces combinan esto con una ausencia total de cuartos de baño, es lo que tiene el campo. Les da igual tu género o tipo de urgencia. Esa interpelación suplicante solicitando un baño y respondiendo: “anda que no tienes campo”. Y tan anchos, oye.
También está muy bien cuando después de toda una mañana catando, bebiendo, te ponen el autobús de vuelta a casa, tres horas y media muy ricas, indicando que, si es posible, por las prisas de otros compañeros (y de todo el mundo en general), no se hagan paradas a no ser que sean estrictamente necesarias. Yo ya llevo un par de autobuses amotinados con la única demanda de miccionar en un aseo y no en una botella de litro y medio de Bezoya.
Sí, sin duda hay mucho fan de Jigsaw en este sector, pero cuando más desarrollan su creatividad es cuando se ponen a idear juegos.
Ahí sí que se ve talento.
Catas de un centenar de cítricos, putos limones, a las 12 de la mañana, después de levantarte a las 6 para cogerte un avión a tal efecto y sin desayunar porque a esa hora no me entra nada.
Alquilar unas bicis eléctricas y abandonarte en una carretera comarcal por la que van unos conductores con inusual odio a los ciclistas. Por supuesto uno se cayó, dejó de andar bien el resto del viaje y no le he vuelto a ver en otra. Espero que estés bien allá donde estés.
Meterte a vendimiar de cachondeo, pero que ahí estás haciendo el gilipollas a la solanera.
Ponerte a recoger arroz en la albufera valenciana sin más protección que un peto y unas botas. No sé si sabéis que, básicamente, un arrozal está lleno de barro por lo que la caída de uno de nuestra comitiva, por supuesto en una localización sin baños, tuvo difícil solución.
Subir en globo durante un par de horas, tragarte mediometrajes rodados por el sobrino del dueño, meter en el programa un barquito y que luego sean más dos horas de navegación con gente que se marea en un mar picado.
De estás, por ahora, me he librado, pero empiezan a prosperar los que te meten un trekking de 10K muy ricos y el personal lo mismo en chanclas.
No sé los detalles pero, hace poco, tuvo que intervenir un helicóptero para sacar a un compi que se rompió la pierna en la visita a un viñedo. No sé, pero esto sentado es más difícil que ocurra.
Yo estoy reservándome para cuando en otra de estas incluyan salto base o un descenso en un submarino casero a ver los restos del Titanic.
En definitiva, parece ser que es muy difícil montar una anodina excursión en el que se salga a una hora, más o menos, normal y compatible con la conciliación familiar, que llegues a destino después de hacer alguna parada, que al llegar te reciban con agua, que te enseñen el viñedo solo si las condiciones climatológicas lo permiten y siempre que el tiempo de visita, junto al resto de instalaciones, no exceda, o no por mucho, de la hora, que te den a probar lo que demonios sea que quieren que pruebes, que luego haya comida, o no, y para casa.
¿Tan difícil es planear esto y solo esto?
Y si es que no podéis dejar de ser creativos, porque ya hay toda una profesión montada alrededor de esto, pues intentad que vuestra inspiración no sea Jigsaw sino, no sé, Bertín Osborne.
Dejadnos en un spa con masaje incluido y luego jamón.
De verdad, que más de un viaje ha sido más parecido a los Juegos del Hambre que a una experiencia mínimamente placentera.
Un día va a haber otra desgracia. Al tiempo.
Imagen de Jose Francisco Morales // Unsplash
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