Santiago Rivas

El gusto es nuestro

Sábado, 16 de Septiembre de 2023

Nos cuesta diferenciar entre lo que es real y lo que no. ¿En cuánta gente influyen personajes de ficción? ¿Cuántos eventos reales se han tratado como si fueran una película? Santiago Rivas

Uno de los mantras más utilizados dentro del mundo del vino es aquel que dice que lo que importa es que un vino te guste: si a ti te gusta, adelante. El individuo por encima del conocimiento.

 

Otro, menos básico, reza que los gustos varían con el origen, que no le gusta lo mismo a un francés que a un chino; aquí es donde suelen aparecer referencias anacrónicas cuya razón de ser reside en estar orientados a un mercado concreto.

 

Y me faltaría el que se relaciona con el tiempo, no con el espacio, aquel que viene a decir que los gustos cambian, que hay épocas en las que se lleva un estilo y otras que otro, que es cuestión de modas. Todo esto, ya ves tú, para justificar que aún existan maderones y sobremaduraciones campando por las estanterías de las tiendas de vino. Hay elaboradores que llaman estilo clásico a sus castoreos. Debéis saberlo.

 

Voy por mantras.

 

A ver, lo que a cada uno le guste no es representativo de nada, más allá de que existan parafilias, nadie con un mínimo de sensatez va a preferir un tinto de ébano a uno de fresqueo, a los escépticos solo les hace falta algo más de experiencia. Beber mejor.

 

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Otro tema es aquellos que ni saben que existen, llevan bebiendo bosques toda la vida y se piensan que es que un vino es así. Es como cuando un bebedor de verdejo de repente prueba uno que no verdejea (no huele a sudor), pues ya no quiere más uno de los sudoreantes.

 

Ahora que si en Estados Unidos gusta que sepa a Coca-Cola y en China a los tintazos. No niego cierto acervo cultural, pero si tuviera que sacar una conclusión de mis viajes, es que el iniciado bebe igual que en España, de hecho, literalmente, las mismas etiquetas. El 80% de una carta de vinos top es la misma en Chicago, Copenhague o Madrid.

 

Yo he estado sentado en una mesa con un argentino, un húngaro y un italiano hablando de los mismos vinos que bebo con mis amigos. Lo de que los tintos delgados, frescos, ácidos, sensatos, fluidos es una moda, como había la contraria hace 20 años, es una falacia. Quitando a los que fuerzan estos estilos hasta lo ridículo (que los hay), la tendencia actual es, precisamente, la ausencia de moda.

 

Hace 20 años, solo dos décadas, este mundo estaba menos conectado y generaba unas concentraciones de poder difíciles de reproducir actualmente.

 

Antes si un crítico de los cuatro que había era un hortera, que lo era, te condicionaba un mercado, pero ahora la divulgación se ha atomizado y de manera gratuita.

 

Entiendo que los cambios de paradigma asusten y despisten, pero dejaos de excusas, ya nadie quiere vinos que sepan a otra cosa que no sea a vino. Y sí, cuando suelto eso de “este vino tiene su público” realmente quiero decir que “me parece horrible”. El gusto es nuestro, pero será inevitablemente, a poco que esto os interese, también el vuestro. Bienvenidos.

 

 

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