Apertura winelover
Caíño, el nuevo "place to be" del vino en Madrid

El grupo bulbiza acaba de estrenar, en el local que alojó el wine bar El Marginal, este nuevo concepto de bar de vinos- taberna, donde en la cocina manda Carlos García y Lucía Araque domina la sala y la selección vinícola. Raquel Pardo
Aunque la trayectoria de El Marginal, el primer bar de vinos que abrió en 2019 el grupo bulbiza en la calle Ibiza de Madrid, tuvo una corta trayectoria, su magnífica selección vinícola, procedente de la alianza con la distribuidora Alma Vinos Únicos, dejó a muchos winelovers con ganas de más tras el cierre, en 2020 debido a la pandemia. Y a la directora del grupo, Carmen González Llanos, vinófila declarada, le rondaba en la cabeza volver a encontrar ese momento para abrir una fórmula que uniera gastronomía con vinos de calidad, de pequeños productores, de zonas más desconocidas o rarezas de las que apenas hay botellas. Y es así como se puso en marcha Caíño, el nuevo bar de vinos de la capital, que se inauguró a principios de septiembre: “En bulbiza apostamos por el vino y nos encanta reabrir este espacio. Queremos que Caíño se convierta en punto de encuentro donde disfrutar, beber muy bien y comer muy rico”. González-Llanos, gallega de corazón, no dudó en abrazar el nombre del local, que es el de una uva autóctona de Galicia, por su sonoridad y por un recuerdo emocional de la primera vez que bebió ese vino, junto a una de sus mejores amigas.
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El aspecto de Caíño es acogedor, y no hay muchos cambios respecto al anterior bar en lo que a decoración se refiere. Y es que El Marginal era una fórmula que frenó la pandemia, pero que podría, quién sabe, haberse convertido en ese place to be que ahora quiere ser Caíño. Mesas altas, para comer informal, barra donde tomar vinos y guardar recuerdos en Polaroid de quienes lo visitan y una bodega acristalada donde curiosear el stock definen a Caíño, que ha cambiado o, mejor dicho, evolucionado en lo gastronómico. La parte sólida está a cargo de Carlos García, joven cocinero que ha estado a los mandos de otro conocido local del grupo, La Cocina de Frente. Obligatorias sus empanadas y una hamburguesa de carne que se sirve con un jugoso pan de sándwich, llamada a ser la estrella del local en lo que a comida se refiere.
Qué se bebe en Caíño
Pero más que a comer, que siempre le viene bien a todo winelover para crear un fondo que sustente su sed, a Caíño hay que ir a tomar vinos y disfrutarlos, compartirlos e intercambiar opiniones sobre ellos. No hace falta ser un entendido para apreciar los líquidos que ha escogido Lucía Araque para la carta, pero sí tener ganas de probar cosas que no es tan fácil (de hecho, se podría decir que es imposible) encontrar en bares “normales”. “Queremos una rotación divertida”, comenta Araque, quien hace hincapié en esa experiencia placentera de sentarse en su barra, o en sus mesas, a tomar únicamente vino. Y recalca que tiene una apuesta personal por los vinos de Madrid, "maltratados durante mucho tiempo y que ahora empiezan a estar en auge". Araque señala que "no hace falta irse a las elites de los vinos por cupo o muy caros para encontrar vinos buenos y con años. Queremos que haya vinos para todo el mundo pero que nos guste defender ante los consumidores, esos vinos frescos, ligeros y de sed que se puedan beber y compartir fácilmente, con comida... o no". Luego, se puede acompañar de lo que se quiera, si se quiere, comenta Araque. La idea es ir ampliando bodega para tener esa selección de botellas que irán generando parroquianos, que vayan queriendo acudir recurrentemente a Caíño a ver qué se descorcha esa semana.
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Además, para curiosos y gente que se inicia, Caíño está preparando una jugosa agenda de catas con nombres como “Galicia diferente”, que dirigirá este jueves 28 de septiembre la sumiller y asesora de Caíño María Piñeiro (PVP: 30 euros, se puede reservar en su web), o “Un recorrido por las montañas de Gredos, “El Jerez desconocido” o recorridos por vinos internacionales como el que propone “Italia, no solo nebbiolo” o “De Alsacia hasta Languedoc: un viaje por Francia”. Las quedadas para catar serán los jueves alternos y contarán con enólogos, sumilleres o bodegas invitadas.
Lo dicho, Caíño salta a la escena madrileña como un place to be del vino capitalino.






