Tres vinos singulares

Familia Fernández Rivera y su (paradójico) idilio con la añada 2018

Miércoles, 25 de Octubre de 2023

Etiquetada en...

Ayer, la familia propietaria del grupo bodeguero presentó en sociedad la cosecha 2018 de sus tres vinos top de Ribera del Duero, fruto de una alineación de astros que coincide, paradójicamente, con el que puede haber la cosecha más difícil de la compañía. Raquel Pardo

En el año 2018, el grupo que hoy se llama Familia Fernández Rivera (y que se conocía más por el nombre de su bodega más emblemática, Tinto Pesquera) andaba en un agrio conflicto que en algunos momentos puso en peligro la cosecha y la elaboración de los vinos de la casa debido a las diferencias entre el patriarca, Alejandro Fernández y su hija Eva, por un lado, y su ex esposa, Esperanza Rivera, y sus hijas Lucía, Olga y Mari Cruz. Esta añada será para la familia, muy probablemente, una de las más difíciles de su historia por los acontecimientos que rodearon a la cosecha.

 

Afortunadamente, el clima fue benévolo con las propiedades de los Fernández Rivera y proporcionó, como en general lo hizo en la Ribera del Duero, una de las mejores añadas de los últimos años. Tanto, que dio para que en el grupo se decidiera algo excepcional, que fue elaborar sus tres tintos top en las dos bodegas que poseen en la Denominación de Origen, Tinto Pesquera: Alenza, Millenium y Janus 2018, tres expresiones diferentes de la tempranillo ribereña, salen por primera vez en su historia en una misma añada al mercado, un hito que, para quien quiera verlo así, puede suponer un punto de inflexión entre el pasado y el futuro de estas bodegas familiares, en las que conviven la segunda y tercera generación de los Fernández Rivera.

 

Era la segunda cosecha, además, con el actual director técnico, Rodrigo Pons, al frente, que ayer contaba ya siete a sus espaldas elaborando los vinos del grupo junto a miembros de la familia como la enóloga Lucía Pascual Fernández, tercera generación e hija de Lucía Fernández, CEO de Familia Fernández Rivera, parte ahora del equipo técnico del grupo.

 

[Img #22634]

 

 

La de 2018, una añada para un trío de ases

 

Alenza, explicó Pascual, es un vino que fermenta con raspón, como se hacía tradicionalmente, aclaró la directora general de Condado de Haza, Olga Fernández, y procede de la parcela Maricalva, con 3,6 hectáreas de viña sobre suelos arcillosos y situada a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Pasa 27 meses en barrica y es, ahora, un tinto con una marcada acidez y presencia de la barrica, sobre todo al principio, ya de después va dejando paso a notas ahumadas, de chocolate y torrefactos. El nombre de Alenza surge de unir los de los dos fundadores, Alejandro y Esperanza.

 

Millenium 2018 es un vino cuya primera cosecha fue la del 96, explica Pons, y que vio la luz en el año 2000, de ahí su nombre. Explica que procede de una parcela llamada Viña Alta Cascajo y que será desde esta añada, como Alenza y Janus, un vino parcelario, un cambio relevante en su perfil. Esta viña, situada a 770 metros de altitud, tiene suelos de canto rodado y base arenosa. Se elabora con levaduras propias de la bodega y fermenta de forma espontánea, igual que el resto de vinos del grupo. La diferencia la marca la crianza, que se realiza en roble francés, cuando la preferencia de la casa se decanta más al uso del roble americano. Pasa 26 meses en la barrica y su producción alcanza las 11 300 botellas de 75 cl y 363 mágnum. Desprende notas dulzonas del roble y apuntes de frutas rojas y de balsámicos, una buena acidez y frescura y un paso fluido, pese a la intensidad de sus taninos. Rodrigo Pons destaca, una vez revisados estos vinos, que las vendimias en 2018 se hicieron en fechas “tradicionales”, en torno a mediados de octubre, algo que llama la atención debido a que otros años, el calor efecto del cambio climático ha adelantado en varias semanas, en ocasiones, la fecha de vendimia. “En 2018 tuvimos una añada atlántica, fría”, apostilla Pons.

 

Janus 2018 es “el principio de una nueva era”, tal como lo definió Olga Fernández, y su primera añada fue la del 82, año en el que Alejandro Fernández decide elaborar la mitad del vino de forma tradicional, en el lagar tradicional y sin despalillar, y la otra sin raspón. El nombre, en honor al dios romano de las puertas y los umbrales, indica esa alianza entre el pasado y el futuro. Y en esta añada se hace aún más patente esa unión, puesto que la anterior edición de Janus es la de la cosecha 2003, 15 años antes y un año especialmente cálido y no precisamente fácil para elaborar un vino del porte de este tinto. El de 2018 procede de la finca La Rendeja, de seis hectáreas, un viñedo sobre suelo calizo y con presencia de arcilla y limo, que se cría 28 meses en barrica americana y del que se han elaborado 7400 botellas de 75 cl y 96 magnum. Es un vino tremendamente serio, con notas de coco, café, fruta negra y toques ahumados, opulento en la boca, sabroso y de final fresco, con una textura más fluida al final de lo que apunta al principio.

 

Según explicó Olga Fernández, la decisión sobre si salen estos vinos de alta gama se toma mediante cata, ya que, comenta Rodrigo Pons, se elaboran sí o sí, y es casi al final del proceso cuando se decide si verán o no la luz. Si no se comercializan, pasan a formar parte de los reservas de sus respectivas bodegas.  

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.