Proyecto singular
Bond, póker de “grands crus” en California

Bond es una de las joyas del grupo californiano Harlan y combina con finura cabernet sauvignon y “terruñismo” borgoñón. Nos lo cuenta su director Maximilian Kast. Raquel Pardo
Bond, define el diccionario inglés de Cambridge, es una “unión cercana entre dos o más personas”. Ese concepto es, precisamente, el que inspira la filosofía de trabajo de esta bodega californiana que fundó en 1996 Bill Harlan, empresario winelover que hizo fortuna, primero, como jugador de cartas y después, en el negocio inmobiliario. Bond es el fruto de una exitosa mezcla de inspiración borgoñona y variedad bordelesa, en concreto, cabernet sauvignon, contrastadamente solvente en suelo californiano. Tras un viaje a Borgoña, según cuenta el actual director de la bodega, el Master Sommelier Maximilian Kast, a Harlan se le ocurrió la idea de trabajar con grands crus de cabernet en su propio territorio; viñedos de características singulares, que se trabajarían con el equipo de la bodega, pero seguirían perteneciendo a sus propietarios originales: “Tenemos con los viticultores una relación muy bonita y que comenzó hace mucho; el equipo confía en ellos y ellos en nosotros, y se ha establecido un lazo de amistad”, explica Kast. El objetivo: elaborar únicamente seis referencias, cada una procedente de uno de esos viñedos especiales e irrepetibles. De momento, Bond ha encontrado cinco de ellos, y Kast, que acudió a Madrid la pasada primavera de la mano de Tempos Vega Sicilia, encargada de traer los vinos de Bond a España, asegura que se está trabajando para encontrar el último, pero no desvela si se ha logrado o habrá un sexto vino en breve. Las exigencias: “tiene que ser perfecto”, afirma Kast, al igual que lo son los cinco vinos que ya hay en la calle, cada uno con el nombre del viñedo: Melbury, suelos de arcilla y un vino definido y elegante; Quella, suelo volcánico, potente, floral y, a la vez, delicado, que Kast compara con una bailarina de ballet; Saint Eden, de roca volcánica, vino sazonado y fresco; Vecina, uno de sus iconos, con un perfil más bordelés, estructurado y expresivo; y Pluribus, viñedo en una colina muy soleada de suelo volcánico, “silvestre, maduro y fresco”.