Santiago Rivas

Turbocromismo

Sábado, 18 de Noviembre de 2023

Venga que hoy toca teoría aplicada, voy a presentaros al Turbocromismo y alguna de sus consecuencias. Santiago Rivas

En primer lugar, hay que señalar que el origen de esta palabra compuesta tiene una clara inspiración en otra llamada Turbocapitalismo. El termino fue acuñado por Edward N.Luttwak en 1996 y le sirvió para referirse a aquellos modelos económicos agresivos en donde grandes concentraciones de fondos ganan mucho dinero con muy poco esfuerzo a costa de la sociedad, ya que crear, no crean nada. Más bien, destruyen. Lo gracioso es que este señor en lo que es también un gran experto es en estrategia militar.

 

Los militares es que son muy buenos analizando y definiendo riesgos, más que nada porque si fallan, los que mueren son ellos. Sería todo lo contrario al turbocapitalismo, ya que cuando este no funciona se socializan las pérdidas y los responsables se quedan jugando al golf, bebiendo barolos o lo que sea que coño haga esta puta gente.

 

Con esto ya claro, vamos ahora con nuestra derivada: turbocromismo.

 

[Img #22715]Un cromo, en argot iniciado (y ya sabemos lo que es un iniciado, ¿Verdad?), es aquella botella que queda muy bien beber y, por tanto, que te vean bebiéndola. Suelen ser referencias caras, de producciones limitadas, además de contener grandes vinos. Eso está fuera de toda duda. Siguiendo esta descripción, ya podéis intuir que se convierten en objeto de deseo porque denotan conocimiento y estatus no hortera.

 

Pimplarte un cromo presupone no solo un saneado poder adquisitivo, si no que sabes cómo utilizarlo. Al menos, a priori, no eres ni un nuevo rico ni un iletrado. Esos se gastarían ese dinero en una marca ultra famosa también muy cara.

 

Solo otro iniciado va a saber lo que cuesta y significa ese cromo; por tanto, nos manejamos en códigos nigrománticos. Es un mensaje dirigido a quien quiera entender o investigar; en definitiva, a alguien de nuestra secta. El iniciado clásico los suele tomar con moderación por motivos obvios.

 

Pero los cromos significan poderío y sofisticación, algo demasiado apetecible como que no vengan a pisar el acelerador.

 

En este país, por mucho que se esté rompiendo, hay el suficiente dinero como para que haya hostias por los cromos. Tampoco son tantos, es cierto, pero es que ya no hay pocos bares de vinos o cartas de restaurantes que, básicamente, se han convertido en un caladero de turbocoleccionistas dada su alta concentración cromista.

 

Iniciados, o que quieren pasar por ello, que solo beben cromos, que solo se interesan por este tipo de vino. Ni saben, ni quieren saber, sobre los vinos “normales”. Solo beben productores de culto en un frenesí que genera suspicacias entre otros iniciados que se lo toman como un juego frívolo e irrespetuoso.

 

A estos recelos se están empezando a sumar los profesionales.

 

Sí, en aquellos lugares considerados centros de peregrinación por los de esta subtrama, están apareciendo sumilleres que se niegan a servir a estos turbo-seres las botellas que les piden, ganándose la fama de nacionalsocialistas obreros alemanes o, al menos, de antipáticos.

 

Otros, tirando de pragmatismo, no tienen problema en ponerles lo que haga falta, estocada mediante.

 

La verdad es que es un momento increíble para estar vivos; las situaciones que están ocurriendo en el mundo del vino, en este cambio de paradigma total, son realmente extravagantes.

 

Porque claro, también es un tema que vayas a un local, pidas un vino que tengan en carta y no te lo quieran servir, solo porque no tienes el respeto de quien te atiende.

 

Pero, por otro lado, entiendo que esta situación canse al profesional de turno. Que tu trabajo sea descorchar botellas a quienes tú tienes por idiotas, también es un tema. Al punto de que hace unas semanas conocí a una sumiller que ya tiene decidido abandonar el local en el que está por haberse convertido su trabajo en algo tan rutinario como poner tornillos en una cadena de montaje de Toyota.

 

Y por si tiene alguien alguna duda, dada la comprensión lectora que caracteriza al ser humano medio, a mí, ambos perfiles, tanto el del sumiller nazi como el del turbocoleccionista me caen bien y no los juzgo, solo los defino, lo que no quita que siempre que pueda los parodie, pero solo por resultar más didáctico.

 

Pues eso, tengan cuidado ahí fuera.

 


 

 

 

SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.