Mayte Lapresta

Lazos

Sábado, 02 de Diciembre de 2023

Raíces y ramas, nuestro yo se une de manera inquebrantable con pasado y futuro, antecesor y sucesor. Semillas que se plantan con generosidad para que nietos disfruten los frutos. Mayte Lapresta

Esperando que lo rieguen y poden con mimo y que valoren lo que con esfuerzo se ha creado. Y ahí están esas sagas familiares que se emocionan y con voz quebrada hablan de lo que su padre levantó con esfuerzo y tesón, de los aromas de los guisos de su madre, de las manos habilidosas de su abuela. Esas recetas que se replican y se reinventan para dignificar con honores recuerdos y emociones de la infancia, esos vinos que llevan nombre de padre para aplaudir con cariño sus méritos; ese trabajo artesano respetado y aprendido desde niño. A estas familias y sus razones, sus logros y sus brazos extendidos dedicamos este último número del año. Y es que a veces, en ocasiones, descubres con alegría que tus hijos se emocionan con tus emociones y comulgan con tus sueños. No son tantas, pero a veces ocurre. Y te das cuenta de lo importante que es verte reflejado en su mirada, reconocer alguno de sus gestos como propios, encontrarte de repente con esa frase hecha que se repetía hasta la saciedad en tu casa y ahora la adoptas con naturalidad y la enseñas para que dentro de años vuelva a tener sentido en los labios de tu descendencia.

 

Con las fechas navideñas tan cercanas, las luces en las calles y los capones en el horno humeante, la familia se convierte en ese lugar al que quieres volver, ese entorno entrañable y cálido donde se tejen sentimientos profundos, enigmáticos, bordados en oro. La mesa dispuesta y ordenada intentando lidiar con el caos de primos y hermanos, de conversaciones cruzadas y risas que no se repiten en ningún otro momento del año. Porque son días para dejar atrás pequeñas rencillas o tristes recuerdos y dar paso a la alegría y a la fiesta. Ratos suaves de aromas hogareños, juegos de mesa, vinos especiales que se abren sin miedo y se sirven para compartir. Regalos de la vida que llegan a modo de recetas y brindis, envueltos en los lazos de sangre que nos vinculan para siempre con el ayer y el mañana, cintas rojas que envuelven cajas de felicidad e historias eternas. Por una bella Navidad y un próspero 2024.

 

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