A Fondo: Marqués de Riscal

Luis Hurtado de Amézaga: Marqués de Riscal o una historia de tres siglos en Rioja

Martes, 12 de Diciembre de 2023

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Es el director técnico de Bodegas Herederos del Marqués de Riscal y sexta generación de una familia doblemente fundadora –de la Rioja en el siglo XIX y del Rueda moderno en el XX– que se mantiene dinámica bien entrado el XXI. Habla con cercanía y precisión y en su comunicación se combinan de forma natural los términos técnicos, el código empresarial y el lenguaje de la cata. Luis Vida. Imágenes: Aurora Blanco

¿Llegar al mundo en una familia con el historial de la tuya te predestina a dedicarte al vino?

 

Mis hermanos y yo empezamos estudiando otras cosas, porque mi padre nunca nos lo inculcó de manera forzosa. Pero un verano que quise ganarme un dinero extra me dijo que lo tenía fácil. “Te vas a Rueda a limpiar mangueras y prensas y así vas viendo cómo es esto”. Se me metió muy rápido el gusanillo y me puse a estudiar Ingeniería Agrícola a la vez que cursaba Empresariales. Al terminar, decidí hacer Enología en Montpellier, porque allí tenían los profesores más especializados en viticultura mediterránea, que es la que hacemos básicamente en la Rioja. Luego cursé también un Wine Executive Program en Davis, California, donde hay una parte de I+D muy fuerte y otro concepto de la viticultura: más intensiva, más mecanizada que la nuestra, que somos más artesanales. Y tuve varias experiencias vinificando fuera de España: en 1998 en Petaluma, Australia, con Brian Crosen, y en 1999, tras terminar los estudios, hice una campaña en Château Margaux con Paul Pontalier, al que incorporamos como consultor al año siguiente. Después, pude participar en un proyecto precioso de desarrollo de vinos de finca con Javier Suqué en Castillo de Perelada, donde estuve tres años, mano a mano con Delfí Sanahuja, antes de incorporarme en 2003 a Marqués de Riscal en Rueda y colaborar en la Rioja con mi padre, que tiene 77 años y está en plena forma, haciendo los mejores vinos que ha hecho en su vida con esa sabiduría que da la experiencia.

 

Como fundadores de la Rioja, ¿cómo veis el momento que está viviendo?

 

Con mucha esperanza. En general, se están haciendo bien las cosas. Se están instalando grandes proyectos y hay mucho dinamismo de gente joven que apuesta por el viñedo histórico familiar con unos vinos con personalidad y terruño, y eso tira del carro. La D.O. ha hecho un gran esfuerzo por dar armas para segmentar la producción y ahora podemos elaborar vinos de pueblo, de viñedo singular, apostar por las zonas más grandes –Rioja Alavesa, Alta y Oriental– o simplemente salir con el paraguas de la denominación genérica.

 

¿Crees que Rioja tiene el lugar que le corresponde dentro de las grandes zonas vinícolas del mundo?

 

Sinceramente, no. En Riscal estamos hartos de hacer catas ciegas a las que invitamos a periodistas, Masters of Wine y gente del mundo del vino. Y vemos claramente que elposicionamiento del Rioja es altísimo, entre las tres grandes regiones vinícolas. Hay un equilibrio fruta-frescor-complejidad muy difícil de encontrar, una sedosidad y un dulzor en los taninos con un potencial de envejecimiento que es donde Rioja da la cara y que diferencia a los mejores vinos del planeta.

 

¿Cómo es de importante para vosotros la parte cultural?

 

Es un gran esfuerzo de todos. Invertimos una gran parte de nuestro presupuesto comercial en formación, porque tenemos mucho que enseñar y comunicar. Heredamos el concepto del Aula Marqués de Arienzo que tenía Pernod Ricard, y seguimos haciéndola con Rafael Ruiz Isla. Las aulas nos sirven para dar a conocer lo que hacemos de manera presencial, que la gente se empape de la historia y la cultura de Riscal. Suelen venir dueños de cadenas, sumilleres y jefes de sala de todo el mundo y hay una formación muy profunda en cata y en temas vitícolas en la que somos muy innovadores.

 

Estáis apostando muy fuerte por el viñedo ecológico…

 

Tanto para mi padre como para mí es un tema de convencimiento personal. Hay que asumir que la producción es como un 30% menor y renunciar a una parte de la rentabilidad en favor de la calidad y la personalidad de los vinos. Pero hay una profunda transformación en ellos. En Rueda hemos visto que se recupera ese carácter original de la verdejo del que se enamoró mi padre: esos hinojos, los anisados, la hierba recién cortada, las flores blancas… La base de todo es la recuperación de la vida del suelo. La planta hace una simbiosis con los microorganismos que viven en él, es capaz de absorber más nutrientes y el terruño se expresa mejor.

 

¿Puede Rueda recuperar su terroir después de haberse volcado en un estilo “Nuevo Mundo”?

 

Es que han primado elaboraciones muy reductivas con levaduras seleccionadas. Los vinos tienen un carácter tropical explosivo en nariz que no es propio de la verdejo, que tiene una intensidad de aroma mucho más moderada. Nosotros tenemos viñas de más de 40 años con las que consigues redondez y unos finales elegantes, con una untuosidad que los hace más amables. La verdejo tiene un hollejo grueso y cierto carácter tánico, así que hay que moderar muy bien la extracción para no tener ese final amargo que es tan característico. Me decanto por un prensado con uva entera, tipo champenoise, y por no usar sulfuroso en las etapas prefermentativas porque ablanda la uva y se extrae más de la piel. La viticultura y elaboración de los blancos es justo lo contrario que la de los tintos, en la que buscamos el tanino del hollejo. Todo se modula en el campo.

 

¿Son los riojas los tintos más longevos del planeta?

 

Es la zona de España donde mejor envejecen los vinos. La tempranillo es una variedad que ha mostrado una capacidad de añejamiento descomunal. Me están sorprendiendo muchísimo nuestros viñedos prefiloxéricos del siglo XIX, que son algo único en el mundo. En casa tenemos un botellero con 130 000 botellas y podemos decir que hemos catado toda la evolución de Rioja desde 1862, que fue nuestra primera cosecha. Me vienen a la cabeza añadas como 1883, 1889 o 1900, que tienen una vivacidad, color y estructura sorprendentes.

 

¿Vivirán tanto los tintos del siglo XXI?

 

El sello de Riscal es la complejidad del tempranillo con tiempo en botella. Sacamos los vinos al mercado con una cierta edad y podemos hacer un volumen importante y de calidad gracias al viñedo viejo que tenemos en Rioja Alavesa. ¡Llevamos más de 150 años haciendo vino de los mismos pueblos en la misma zona! Controlamos más de 450 hectáreas plantadas antes de los años 70 en Elciego, Leza, Navaridas y un poco de Laguardia y la calidad de estas viñas no tiene nada que ver con lo que vino después. En los años 70 la viticultura cambió dramáticamente. Empezó la mecanización y se plantaron clones de tempranillo seleccionados con un objetivo de producción. La gente recuerda aquellos tintos más diluidos, con menos color y carácter, abrumados por la madera… Un estilo que no tiene nada que ver con la Rioja histórica, a la que se vuelve a mediados de los 80, cuando lanzamos Barón de Chirel, que es una recuperación. Los vinos con gran capacidad de envejecimiento son los de las grandes cosechas y necesitas una maduración muy peculiar con una turgencia de la uva muy concreta, cuando cruje en la vendimia. De las añadas recientes, recuerdo 2001 o 1994, pero la 2004 me tiene absolutamente fascinado. Era muy austera, estricta, con unos taninos muy cerrados. Hoy se revela espectacular. Tiene los mimbres para añejar como un 1945 y puede ser un vino eterno.

 

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