Luna de nieve
Coincidiendo con la luna de nieve llegan a la bahía de mangues las cálidas aguas de las corrientes del sur. también arriban a la bahía los primeros delfines, sus cortejos, el apareamiento que, en Mangues, en sus aguas cálidas, se adelantan a los días de la ya próxima primavera. César Serrano
Y junto a los delfines, bajo la misma luz de nieve, los amantes de Mangues: Ángela y Damián, que llegan siempre puntuales a una cita con el deseo que comenzó hace ya muchos años, tras una noche muy loca y larga de besos y absenta. Se desnudan despacio, mirándose con toda la ternura con la que se miran los viejos amantes. “amantes”, se dicen mientras las prendas de ropa caen sobre la arena y la desnudez de sus cuerpos comienza a sentir la fría brisa de las madrugadas de la luna de nieve. Y ahí, sobre la piel helada, las manos que arropan en caricias, una mirada, una palabra: “Vamos”. Se sumergen en las aguas tras un suspiro profundo con el que atrapan el aire yodado y nadan, nadan entre vigorosos delfines que juegan al difícil y esperanzador juego de la seducción. Es una bahía de aguas calmas y arenas finísimas que en las noches de luna se convierten en un arenal de plata. Se abrazan aún en el agua, pero sintiendo bajo sus pies la arena que se escapa, y miran sus cuerpos ya sin aquella belleza antigua que tenían, y sonríen. Se abrazan, acarician una piel que siempre acoge, una piel arrullada tantas veces como las olas han besado el arenal. “¿Recuerdas nuestra primera noche bajo la luna de nieve?”; “Sí, te rodeé con mis piernas bajo el agua y con mis brazos me apoderé de tu espalda, me buscaste y fui tuya, y yo te hice mío, amor, y nos amamos con la misma fuerza con la que se entregan los delfines, nadamos junto a ellos e hicimos para siempre nuestra la bahía”. “Ay, el tiempo muda la forma de amarnos, que no el amor... Ahora, en este tiempo nuestro, el vigor de aquellos días acude a la ternura con la que hoy me atrapan tus ojos, aquella fuerza de tus piernas está en nuestras manos enlazadas cuando caminamos sin norte alguno, o en esos largos silencios frente a la bahía compartiendo lecturas y vinos maduros”. Ya, a punto de llegar el día, la luna se va hundiendo en las profundas aguas de más allá de la bocana, los delfines la persiguen y dejan la bahía en una calma como la de las sábanas tras el ardiente juego de los amantes. Con la huida de la luna, abandonan las aguas cálidas de las corrientes del sur. Aún se abrazan, y de nuevo, sus ropas, sus manos entrelazadas y el deseo de llegar a casa y acudir al calor de una Açorda de camarão, con la que siempre celebran la luna de nieve.
Açorda de camarão
Ingredientes
600 g de langostinos
300 g de pan del día anterior en rebanadas finas
1 cebolla pequeña picada
4 dientes de ajo picados
1 l de agua de cocer los langostinos
100 ml de aceite de oliva, 4 huevos
1 manojo de cilantro picado
Sal
Guindilla
Zumo de limón
Preparación
Hervir los langostinos en agua con sal durante un minuto; reservar el agua de la cocción; pelar los langostinos y sumergirlos en una mezcla de hielo, guindilla y limón. Rehogar el ajo y la cebolla hasta que estén blanditos; añadir el cilantro y un poco de agua de la cocción de los langostinos. Verter agua de la cocción de los langostinos sobre las sopas de pan hasta que queden bien empapadas. es el momento de añadir el rehogado y los langostinos y remover todo; servir en cazuela de barro, quebrar los huevos sobre la cazuela y remover de nuevo.
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