Ya no sé comer sin un buen vino, sobre todo los platos con enjundia

Tito Valverde

Martes, 30 de Julio de 2013

Tras ser “el comisario” por excelencia en televisión durante diez años, Tito Valverde ha vuelto al primer plano del cine protagonizando Quince años y un día junto a Maribel Verdú en una película dirigida por Gracia Querejeta.  Pedro Javier Díaz-Cano

La cita previa para la entrevista era en su casa, pero, finalmente, el entrañable Tito Valverde (Ávila, 26 de abril de 1951) tuvo que atender un compromiso en el céntrico Paseo de Recoletos y nos citamos en el histórico Café Gijón, que este año cumple su 125º aniversario. Célebre por sus tertulias literarias, lo cierto es que el Café Gijón resulta un marco adecuado para conversar en profundidad, con un actor que, a sus 62 años, no se muerde la lengua, y con un ser humano cuya mirada se emociona con un brillo especial cuando recuerda a sus queridos perros ya perdidos y enterrados.

 

Su personaje protagonista de Max en la película Quince años y un día le ha devuelto al cine por la puerta grande. Antes de entrar en harina, tiene un recuerdo para Elías Querejeta, recién fallecido. “Fue el productor más comprometido con el cine social y el que más se la jugó con Franco. Era un hombre con una personalidad muy grande y con las ideas claras. Siempre sentiré admiración hacia él”.

 

Sobremesa: Tras ver su excelente interpretación en Quince años y un día cuesta entender que haya estado alejado de la gran pantalla precisamente quince años…
Tito Valverde: Como siempre, hay películas con las que te sientes muy identificado y muy involucrado, y otras en las que simplemente has participado. Este es un proyecto muy personal. Se ve que los guionistas de la película, Antonio Santos Mercero y la propia Gracia, querían desarrollar la relación del nieto con el abuelo que yo encarno, aunque en el film se tratan muchas más cosas.

 

S.: ¿Comprendió a Candela Peña cuando pidió trabajo públicamente al recibir el Goya a la mejor actriz de reparto en la última gala de entrega de los premios?
T.V.: Sí, queda un poco confuso. Para una persona con talento como ella, es lamentable tener que ir puerta por puerta. Y digo esto no porque sea lamentable y humillante pedir trabajo, que es lo más honroso del mundo; de hecho, yo también he pedido trabajo. Lo digo porque es lamentable que después de tantos años de profesión, yo tenga que ir pidiendo trabajo. ¡Que ya tengo 62 años! Creo que se me conoce lo suficiente, y encima he pasado por castings. Es un poco duro, pero no digo que sea deshonroso. Lo que pasa es que casi siempre los que te reciben te tratan muy mal, te menosprecian, no te hacen caso, te dejan esperando… Yo estoy a favor de mis compañeros siempre y comprendo a Candela Peña, pues además tiene un hijo pequeño que alimentar.

 

S.: ¿Está de acuerdo con Maribel Verdú en su crítica de los desahucios?
T.V.: Es una medida tan sencilla como decir: mientras que se aclara todo esto de los desahucios, un decreto ley y se paran todos los desahucios, porque habrá gente que se lo merezca, otra gente que no, pero es que estamos viendo casos de suicidios y el Gobierno tiene que tomar medidas rápidamente con respecto a eso; no pueden mirar para otro lado y encima atacar… Den ustedes ejemplo, que tienen tres sueldos, que ganan muchísimo dinero y están forrados…

 

S.: ¿Qué cara se le queda al intérprete de El comisario cuando descubre por los periódicos los casos de corrupción política que han salido a la luz pública?
T.V.: Yo no sé cómo los políticos tienen la poca vergüenza de aconsejar a nadie que se apriete el cinturón y de buscar culpables por todos los sitios… ¡Si los culpables los tienen al lado! Y, sin embargo, se protegen, se tapan… Y yo pienso, sinceramente, que el que no es corrupto, si tiene un compañero que es corrupto y él lo sabe, y no lo denuncia, es cómplice y es corrupto por él. Esa convicción me ha quedado también de mi etapa en la Policía como intérprete de El comisario

 

S.: ¿Qué opina de la subida del IVA cultural del 8 al 21%, cuando han cerrado y siguen desapareciendo salas de cine y de teatro en toda España?
T.V.: No es una solución recaudatoria importante y, sin embargo, está perjudicando a la cultura. Es mucho más el mal que hace, que el bien que procura, pero rectificar es de sabios. Que rectifiquen, por favor, el señor Wert y el señor Montoro, y que echen una ojeada… ¡Que parece que están nada más que en Bruselas! Incluido nuestro querido presidente, al que tuve la satisfacción de conocer, en un acto de la policía y me pareció un hombre muy dialogante. Por eso le pido que saque un minuto para pensar en ciertas cosas que pueden solucionarse con facilidad, como lo del IVA cultural. Por favor, que reflexione para bien.

 

S.: Gracias a su papel en El comisario recibió el reconocimiento público de la Medalla al Mérito Policial…
T.V.: Sí, tuvieron la amabilidad de concederme la Medalla al Mérito Policial con distintivo blanco. Lo de “distintivo blanco” significa que no lleva remuneración; pues las de “distintivo rojo” se entregan a funcionarios de policía y conlleva una gratificación económica. ¿Soy merecedor de ella? Pues sinceramente, creo que sí, porque hemos hecho mucho bien a la policía, sobre todo en el reflejo real de que está al lado del ciudadano. Y yo, por supuesto, estoy muy orgulloso de tenerla.

 

S.: En su casa de Villanueva de la Cañada (Madrid) convive con dos perros labradores, Nena y Aslan, por los que se desvive. ¿Qué le aportan sus mascotas?
T.V.: Los perros son fundamentales en mi vida desde hace muchos años, en concreto desde el año 1987. He llegado a tener hasta siete, aunque ahora por circunstancias tenemos dos nada más. Con estos dos es suficiente por ahora, porque a los perros se les quiere como a hijos. Lo bonito del perro es que te da mucha compañía, pero tiene una vida más corta que la tuya. Lo ves nacer y lo ves morir; y verle nacer es estupendo, pero verle que se va es muy duro siempre. Sobre todo, si se va antes de tiempo. Los peores dramas que he sufrido últimamente han sido la pérdida de algunos de mis perritos.

 

S.: Como buen abulense, supongo que un chuletón de Ávila o el lechazo estarán entre sus platos preferidos. ¿La cocina castellana tradicional es la que más le deleita gastronómicamente?
T.V.: Sí, es la que más me gusta, pero más que el lechazo, el cochinillo. Y te lo digo ahora que he estado hace poco en Arévalo (Ávila) y comí un estupendo cochinillo allí. De hecho, el famoso restaurador Cándido de Segovia, que era un hombre que iba todos los años a la Feria de Arévalo, fue de donde sacó la idea del cochinillo para trasladarla a su restaurante. El lechazo es una comida típica de Castilla, pero el cochinillo es una especialidad de Arévalo. Prefiero el cochinillo, sobre todo por esa piel churruscadita, que te cruje en la boca, y esa carne tan jugosita, que me encanta.

 

S.: ¿Y qué vino prefiere para el maridaje con el cochinillo?
T.V.: Uno bueno sin duda. Ya no sé comer sin vino. En verano, tomo mucho menos porque me apetece más la cerveza fresquita. Pero cuando se trata de platos con enjundia como el cochinillo, ya no sé comer sin un vino rico; no me importa que sea de La Rioja, de Valdepeñas o catalán…

 

S.: ¿Y qué tal se le da cocinar?
T.V.: Cuando era joven, vivía con mi hermano y yo era un cocinero un poco de olla a presión; era tener hambre y enseguida ir a comer. Eso de elaborar comida y pensármela, no, sino que de pronto me hacía comidas rápidas. También hacía algún plato que me había enseñado mi madre, como las patatas con costilla, que me apasionan y me salían muy ricas. Pero hace mucho tiempo que ya no cocino. Y ahora, lo más cercano a la cocina que hago, es la barbacoa. Hacer un buen guisote o un asado es una asignatura pendiente, al igual que hacer un buen arroz, pero algún día lo cocinaré.

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