Y van 16

Cuenta atrás para la Cata por Parejas: así se preparan los catadores para la prueba más winelover del año

Jueves, 22 de Febrero de 2024

La 16ª edición de la Cata por Parejas de Vila Viniteca se celebrará en Barcelona el próximo domingo, 3 de marzo, con un plantel de catadores cada vez más preparados y estrenando modelo de copas para los vinos del concurso. Raquel Pardo. Imágenes: Archivo

“Es el mejor concurso de cata de Europa”, afirma sin dudarlo el periodista Ramon Francàs, quien se presenta este año por sexta vez en la Llotja de Mar de Barcelona, a la Cata por Parejas, el certamen de cata a ciegas más winelover del vino en España y cuyas inscripciones se agotaron este año a los tres minutos de abrirse.

 

Con un premio que acumula 40 000 euros que se distribuyen entre tres ganadores con 30 000 para la primera pareja, 7000 para los segundos y 3000 para los terceros, vencer se convierte no solo en un reto que afianza el talento catador de los participantes, también es una carrera por una valiosa recompensa que, según algunos candidatos, si la logran se la gastarán en vino. Cada año, alternativamente en la Ciudad Condal y en Madrid, cientos de parejas de cata se congregan para sacar lo mejor de sí como catadores, intentando buscar en sus cajones de memoria estilos, añadas, variedades, países y marcas, para batir a la competencia y hacerse con un premio que, además de para el bolsillo, es también para la autoestima. Memoria, concentración, histórico de catas y diálogo son solo algunas de las claves para ganar puntos en este concurso en el que tan solo diez parejas, de las 120 iniciales, pasan a la final de la que saldrán las tres parejas ganadoras y en las que tan solo un grupo muy reducido de personas, que encabeza el copropietario de Vila Viniteca, Quim Vila, sabe qué vinos habrá en cada sesión (ni siquiera el socio de Vila, Xiscu Martí, quiere saber esas etiquetas para “jugar” a adivinar). Notario y un jurado veterano con nombres consagrados del vino tienen la palabra final si hay alguna discrepancia o desempate.

 

La suerte está echada.

 

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El entrenamiento de la cata a ciegas: más que copas de vino

 

El entrenamiento de las parejas que participan, en muchos casos, es exhaustivo y centrado en el catálogo de la distribuidora, ya que, aunque el organizador, Quim Vila, asegura que puede colocar cualquier vino en la tanda, lo más habitual es que se caten vinos del amplísimo catálogo de Vila Viniteca.

 

Ramon Francàs, ya veterano participante, ha cambiado varias veces de pareja, pero el entrenamiento sigue siendo el mismo con su grupo de cata, un conjunto de catadores entre los que se encuentran Juan Antonio García y Jaume Cuscó, terceros en la edición 2019 del certamen. Desde que los catadores saben que están dentro del concurso (su formulario ha sido aceptado), empiezan a entrenarse “religiosamente”, describe Francàs, todos los jueves, a las siete de la tarde, y anulando cualquier otro evento de su agenda. Suelen descorchar siete vinos por sesión y replican las copas y el procedimiento del concurso.

 

Además, está el estudio del catálogo, que “está en nuestra mesilla de noche esos días” y el aprendizaje general de zonas, variedades o estilos de vinos que podrían aparecer en el certamen.

 

Los ganadores del concurso en su edición de 2022, Boris Olivas y Alberto Ruffoni (catador profesional de la Guía Peñín, el primero, y sumiller y divulgador el segundo) también se suman al estudio del catálogo como método para competir. Se fijan en los vinos seleccionados otros años y quedan, ellos dos o con más concursantes (con los que comparten amistad o profesión, o ambas), para probar vinos en condiciones similares a las del concurso, incluso, midiendo los tiempos de respuesta (ya que en la cata hay límites de tiempo para cada una de las dos sesiones en las que se divide, una semifinal y la final, en la que compiten las diez mejores parejas). Ruffoni y Olivas destacan la parte lúdica de estos encuentros: “cooperamos, compartimos vinos, disfrute, conclusiones y aprendizaje”, comentan, y recuerdan que el año pasado, en contraste con la victoria de 2022, quedaron descalificados por no poner el número de pareja, así que en esta han decidido ir “con más calma”.

 

Veteranos y noveles catando por parejas

 

Las que se enfrentan a su primer entrenamiento y su primera vez en la Cata por Parejas este año, tras varias ediciones como espectadoras, son la productora de vino Cristina Carrillo y la traductora y winelover Ana Torrente, quienes, amigas de hace años, decidieron participar dos meses antes de abrirse las inscripciones, por lo que su preparación, comenta Carrillo, hasta entonces era la que acumulaban acompañando a otros amigos en catas a ciegas. “Ahora intentamos quedar una vez por semana para catar con más gente y ver cómo nos desenvolvemos como pareja de cata” y lo hacen profundizando en el conocimiento de zonas vinícolas y leyendo sobre aquellas en las que notan menos control, aunque siguen “aprendiendo de nuestros amigos participantes que ya han logrado clasificarse y ganar alguno de los premios”, como Santiago Rivas, divulgador y colaborador de Sobremesa, o Jaime “Jimmy Bubbles” Fernández, con los que es habitual compartir sesiones de cata. Fernández y Rivas han participado en ocho ocasiones y de ellas, han conseguido un tercer premio y dos finales. Este año, esa experiencia les hace verse confiados para hacer un buen papel y Rivas añade que “ahora somos profesionales y, al dedicarnos al vino, estamos catando y quedando mucho más que antes, apurando más, depurando defectos (en su forma de entrenarse)”. Rivas concreta que, además de catar muy bien, hay que entrenar “los modelos de decisión”, es decir, “cuando Jaime dice una cosa y yo otra, ver con qué nos quedamos” o teniendo en cuenta los puntos débiles y fuertes de su forma de catar, explica Rivas: “Si a Jaime no se le escapa una pinot noir, o yo confundo, por ejemplo, garnachas y tempranillos, sabemos solucionarlo y qué decisión tomar”.

 

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Además, el crítico recuerda que uno no es igual de bueno con una selección de vinos que con otra, por lo que existe la posibilidad de que “si Quim (Vila) selecciona determinados vinos, vamos a ganar” y recuerda que de una de las selecciones en alguna de las ediciones en las que participaron, de siete vinos, acertaron por completo cuatro de ellos. “El entrenamiento pasa por minimizar lo que se nos da peor” aunque reconoce que hay una parte aleatoria que puede jugar o a favor, o completamente en contra.

 

Como pareja, Rivas y Bubbles recuerdan errores gordos como haber acertado, el año pasado, el tinto bordelés Cos d’Estournel, y quitarlo “porque no nos parecía que fuera bueno para competir”, y ese movimiento estratégico les hizo fallar que, cree Rivas, “nos costó el acceso a la final”, pero afirma que han aprendido y eso, por ejemplo, les hizo llegar al segundo lugar en otro campeonato de cata a ciegas. “Hay un momento de discrepancia en el que, si tu pareja es intolerante o poco permeable, te va a afectar a ti a la hora de catar, y nosotros hemos desarrollado una cierta tolerancia al error que nos permite ir relajados en cada sesión” porque, recuerda, “siempre hay ocasiones en las que, o la lía él (Jaime) o lo hago yo”, concluye Rivas.

 

Francàs afirma que la táctica de quedarse con la primera impresión que viene tras catar los vinos funciona, aunque, como Bubbles y Rivas, con su pareja tiene su método propio, que pasa por catar cada uno por su lado y luego poner en común. En caso de desacuerdo, se deja la respuesta que convence tras debatirlo entre ambos, pero, apunta, “la cata a ciegas es cerrar ventanas”, ir descartando de dónde o de qué variedad no es el vino, pero “no te puedes cerrar mucho”, apostilla, porque puede llevar a errores mayores.

 

Carrillo cree que forma una pareja equilibrada con Ana Torrente porque conoce muchos vinos extranjeros y prueba botellas de muy diversas procedencias, mientras que ella, bodeguera y enóloga, tiende a ser más técnica catando y explora en la copa las características del suelo o la variedad, pero, apunta, “la mezcla de esos dos talentos se complementa y creo que puede funcionar”, aunque, recuerda, “nuestra idea es pasarlo bien, disfrutar y ver qué ocurre y si nos animamos o no para la siguiente edición”.

 

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Cada vez más mujeres

 

Si bien siempre ha habido participantes femeninas, como parte de una pareja o formando dúos de mujeres, la Cata por Parejas ha sido un territorio donde han abundado los hombres. Carrillo no tiene claro el porqué, aunque reconoce que ha presenciado varias ediciones sin atreverse, hasta este año, a dar el paso y concursar: “A lo mejor es que ellos son más competitivos, pero no sé qué decirte”, afirma. Este año, la participación femenina ha crecido con varias parejas y participantes más (en total, concursan 120 parejas), aunque todavía ese número menor hace que se hayan visto menos mujeres en el pódium.

 

Los consejos de los participantes para catar a ciegas y ganar puntos

 

Recogiendo alguna de las enseñanzas de los catadores y candidatos, los consejos para el catador novel que se anime a participar en un concurso de cata a ciegas, ya sea este o alguno de los que van surgiendo en el mundo del vino, se pueden extraer algunos valiosos consejos.

 

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  1. No parar de catar y prepararse durante todo el año, aunque se baje el ritmo.
  2. Repasar muy bien las catas que se hacen, tanto en los entrenamientos como ya en el concurso.
  3. Catar con rigor y confeccionar un método propio eficiente.
  4. Controlar los nervios en el concurso.
  5. Estudiar, repasar puntos débiles como catadores.
  6. Tolerar el error y seguir adelante.
  7. Una muy importante para cualquier candidato: ir al baño antes de la sesión del concurso, porque una vez sentados, no hay vuelta atrás.
  8. Competir, pero también disfrutar. Francàs recuerda que “es una lucha contigo mismo” y una prueba para superar límites, y eso, sin duda, tiene un lado muy beneficioso.

 

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