Mayte Lapresta

Qué bien se está bien

Sábado, 24 de Febrero de 2024

La palabra bienestar es quizás la que condense y encierre, en toda su complejidad, ese estado idílico ansiado por todos. Mayte Lapresta

Esa condición donde los problemas se desvanecen como líquido entre los dedos, sin dejar heridas ni restos... ni recuerdos conscientes ni pesadillas. Hablamos de calidad de vida, ausencia de dolor, de enfermedad e incluso cierta vitalidad que aporte alegría natural a los días. Es esa temperatura ambiental tibia, donde no sudas ni necesitas chaqueta, donde el sol calienta sin quemar y el aire refresca como simple brisa. El bienestar huye de amores tormentosos igual que esquiva comidas copiosas y pesadas. Se llena de platos sabrosos y con cierta ligereza que te dejen saciado, pero no lleno. Buscan el sabor y la delicia, equilibrando de manera simultánea calorías y sensaciones. En la copa también tiene su reflejo con momentos de vinos fabulosos que merecen ser recordados, pero bebidos de manera consciente, paladeando y disfrutando cada sorbo sin convertirnos en seres patosos y bocazas emisores de mensajes de dudosa ortografía por wasaps a altas horas de la madrugada... de esos que desearás olvidar. ¡Y las resacas! ¡Quién quiere un mal beber en su fiesta! Bienestar es esa vida pausada pero ocupada, ese trabajo reconocido y pagado que sigue emocionándote, es ese tiempo para un café con una amiga charlando sobre los niños. Es por tanto el mayor deseo de un adulto, quizás por encima del goce recibido, de la aventura, de la emoción. No mucho, pero de todo y todo en su sitio. Cierto es que este estado tiene algo de mediocre, de conformismo burgués, de clase media emocional que nos  distancia de la juventud y sus montañas rusas, pero también nos regala la paz y la armonía, el delicioso equilibrio entre extremos y la maravillosa sensación de que todo está bien. Creo que la mayoría nos sentimos identificados con la tendencia natural a ansiar este estado. Algunos afortunados lo tenemos, al menos a ratos y en el paraíso del mundo civilizado. Pero como estamos entre amigos en voz baja, confesaré que no puedo evitar, cuando el estómago se llena de tranquilidad y sosiego, calentar unos callos a medianoche y añadir unas gotas de tabasco.

 

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