Brindis en clave de mujer
El vino de la semana: María 2019

María es un nombre que muchas mujeres llevan en el mundo, pero no lo llevan muchos vinos. El de esta semana va más allá de ser una etiqueta: encierra una historia de amor, familia y pasión por el terruño. Raquel Pardo
María del Yerro fundó, junto a su marido, Javier Alonso, Viñedos Alonso del Yerro, un proyecto familiar en el que el matrimonio compartía su amor por el campo, la tierra y el vino. Lo que en un principio era una actividad recreativa, fue tomando forma y el vino de la pareja, que unía sus apellidos, fue dándose a conocer en el mercado. Alonso del Yerro llegaba como un soplo de aire fresco a la Ribera del Duero.
Antes de salir un nuevo vino, fruto de dos parcelas, El Circo y Violeta, con suelos diferentes que se complementan y muestran perfecto equilibrio en forma líquida, María, quien se ocupaba entonces de registrar las marcas y otras tareas administrativas, preguntaba a Javier por qué este tinto aún no tenía nombre, sin obtener respuesta. Entretanto, el vino continuaba su afinamiento la bodega.
Un día, María supo por qué Javier mantenía silencio sobre el nombre con el que bautizar el vino: quería que fuera una sorpresa para ella, que esa etiqueta fuera una muestra del amor que se tenían y con el que habían formado una gran familia, con cinco hijos que les irían llenando de nietos los jardines de la bodega.
Pero entretanto, el tándem que formaban tuvo que afrontar la retirada de Javier después de un ictus. El acontecimiento lanzó, de manera brusca, a María a tomar las riendas de Alonso del Yerro, y sacar adelante el proyecto mientras se ocupaba, también de cuidar a su marido en su convalecencia: “Mi familia ha sido, y es, mi prioridad”, dice, orgullosa y segura. Su liderazgo, aunque no era deseado, ha ido haciendo de María del Yerro una de las aún escasas mujeres al frente de una bodega en España, y su carácter, comunicativo, extrovertido y siempre amable, han sido claves para que, desde junio de 2023, ocupe la presidencia de Grandes Pagos de España. Mujer de carácter, les preguntó a sus compañeros de asociación, la mayoría, bodegueros, que si su elección obedecía a esa idea de que le tocaba a una mujer ocupar el puesto y, aunque le prometieron que accedía a la presidencia por su valía y su aptitud para liderar, “no me hacían ni caso”, comenta, entre asertiva y divertida, la que se ha convertido en la primera mujer en presidir este organismo donde hay 34 bodegas y solo tres mujeres liderando alguna de ellas.
María jamás se olvida de recordar que Alonso del Yerro es un proyecto familiar, en el que los viñedos llevan los nombres de alguno de sus hijos y hasta de su suegra, y es así, en la familia, como para ella tiene sentido: su hijo Miguel se incorporó en 2011, pocos meses antes de la enfermedad de su padre, y fue asumiendo responsabilidades junto a María, que comenta ahora, satisfecha, que “en lugar de ser el la mía, soy yo su mano derecha”. Si Javier, cuando ambos comenzaron el proyecto procedentes de otros sectores (él, empresario, ella, traductora), afirmaba que confiaba plenamente en la capacidad de María, hoy es ella la que lo hace en su hijo y revela que “quisiera que Pedro, el pequeño, pudiera sumarse pronto también a la bodega”.
María es, pues, el vino que recoge toda esa labor de años, un vino que, comenta Del Yerro, está siendo cada vez más reconocido y que la bodega ahora vende por cupos. Es una recompensa por el esfuerzo de una mujer que no ha estado siempre sola, pero ha tenido que liderar un proyecto bodeguero mientras mantenía intactos sus papeles de esposa, madre y, ahora, abuela. María es, dice, “su niña bonita” porque para ella tiene una gran carga emocional, un tinto que en su añada 2019 es aromático, floral (violetas, rosas), silvestre, fluido y redondo, que mantiene nervio y energía mientras se desliza por el paladar.
Un vino, claro que sí, para brindar por el día de hoy, en el que se han logrado derechos, pero siguen quedando muchas escaleras por subir para muchas mujeres.
Va por vosotras, hermanas.
PVP: 70 €