Almudena Alberca MW

Últimos resquicios fríos

Sábado, 16 de Marzo de 2024

En este lado del mundo tenemos los ojos puestos únicamente en la transición climática que vivimos. Miramos con desolación cada día soleado de invierno y ansiamos las esperadas lluvias. Almudena Alberca MW

Tenemos angustia viendo nuestros pantanos bajar de nivel, ya no disfrutamos de largas duchas sin que se active nuestra “mala” conciencia. Habitamos este lado del mundo donde las clasificaciones de las zonas vitivinícolas son de 1855 y donde los antiguos monjes comenzaron a hacer champagne y existen plantaciones de viñas desde hace más de 8000 años. Para una amante del vino como yo –y después de 20 años de elaborar vinos y viajar de un lado a otro– resulta maravilloso llegar a zonas donde queda tanto por descubrir y mucho por crear.

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Quizás esta columna no es tanto para reflexionar y se razone más para esperanzar. En Canadá, allá donde se encuentra el sistema de agua dulce más grande del mundo en movimiento, se hallan dos zonas vitivinícolas apasionantes en pleno desarrollo. Resultan los últimos espacios realmente fríos, de los conocidos, donde se cultiva la vid. Lugares donde sigue teniendo sentido continuar con los congresos dedicados a los climas fríos (aunque en este lado del mundo echemos de menos los dedicados al calor). Las condiciones de Canadá son realmente excepcionales. Más de medio año de temperaturas invernales severas, vientos, alta humedad, un lago enorme que actúa como si fuera un mar, rango de diversas altitudes y unos pliegues de suelo que maravillan a los geólogos. Evidentemente quedan zonas en latitudes extremas que comparten ciertos matices climáticos, eso sí, mucho más explotadas desde el pasado como la zona del Rin o Champagne. Me sentí como una niña en la universidad al visitar a uno de los mejores productores y poder descubrir su pequeña Borgoña en Ontario. Oler con los ojos cerrados una copa de vino y trasladarte a tu mejor recuerdo del más puro pinot noir francés. Abrir los ojos y darte cuenta de que estás en Niágara. Hacer un maravilloso recorrido por sus delicados y complejos vinos elaborados con chardonnay. Continuar el viaje por delicados, puros, delineados y complejos riesling fue increíble. Y regar todo con espumosos de acidez fresca y tensa como los más puros champagnes. Al catar recordé perfiles de vino que hacía mucho tiempo que no había vuelto a probar. Y la misma emoción que sentí me hizo pensar que nuestro lado del mundo realmente ha cambiado mucho. Que el cambio climático no es un monstruo que va a venir. Que estamos ya inmersos en un largo camino, emocionante por otro lado, donde tendremos que ir tratando de adaptarnos poco a poco. Aunque habrá que estar muy atentos y tratar de anticiparnos a todo aquello que pueda venir para estar preparados cuando llegue.

 

 

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