Garnatxa con solera
El vino de la semana: La Fou de Rams 2018
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El de esta semana es un blanco de garnacha de la Terra Alta, una región de una enorme fuerza telúrica que se transmite a algunos de los mejores vinos que aquí se elaboran. Raquel Pardo
Batea, con alrededor de 2000 habitantes, es la segunda localidad más poblada de la Terra Alta, una comarca llena de encantos y enclaves con una fuerte carga histórica en la margen derecha del Ebro, río que bautiza también la batalla más sangrienta de la Guerra Civil española, librada en 1938.
Batea es también un pueblo que, en 2017, levantó la voz, en la persona de su alcalde, anunciando que querría celebrar un referéndum propio para independizarse de Cataluña y hacerse aragonés. Parece que había cierta insatisfacción con el gobierno de Puigdemont, hoy un personaje de plena actualidad, y que Batea se sentía discriminada y ninguneada por la Generalitat. Aunque el referéndum no se llegó a celebrar, dio a este municipio un protagonismo inusitado durante los días en los que el asunto salió en los medios, allá por julio de ese año.
Pero Batea es, además, un pueblo esencialmente vitícola, en el que hay casi una treintena de bodegas elaborando vino en torno a la garnacha blanca, variedad por excelencia en la región, que convive con garnacha tinta, algo de cariñena y la local morenillo.
Las pretendidas ansias independentistas de Batea, cuyas gentes se sienten catalanas pero bailan la jota, enlazan muy bien con la historia, también con un elemento de lucha por la independencia, de La Fou, la bodega que fundó allí Ramon Roqueta en 2007. Roqueta, perteneciente a una familia de viticultores que acumula generaciones entregadas al campo desde el siglo XII en el pueblo barcelonés de Santa Maria d’Horta d’Avinyó, ahora amparada por la DO Pla de Bages, quiso volar libre y estuvo un tiempo “dando tumbos por ahí”, como él mismo explica, hasta que le llegó el momento de volver a casa y continuar trabajando en el negocio familiar. Ramon es hijo de Valentí Roqueta, enólogo que ha trabajado por recuperar la variedad picapoll en el Bages y dar nueva vida a las tradicionales barracas de viña de la región y cuyo arraigo con la comarca de su familia le ha valido no pocos reconocimientos.
Cuando regresó a casa, Ramon puso como condición poder poner en marcha su propia bodega, un proyecto que, tras varias generaciones, fuera solo suyo y llevara su firma. Para levantarlo, se fue hasta Batea, buscando, también, independencia. Y allí comenzó con La Fou, una pequeña bodega cuyo nombre remite a un barranco o un pequeño paso estrecho por donde pasa una corriente de agua, y que marca la orografía de parte de la Terra Alta.
Enamorado de la garnacha tras sus viajes y elaboraciones en el extranjero, en Batea se encontró con su proyecto soñado, en el que ha ido elaborando vinos que destacan por una medida finura y una estupenda evolución con el tiempo.
La Fou de Rams es su vino más complejo, en el que recurre a una viña, la que da nombre al vino, con garnachas del año 66 y suelos arcillo calcáreos que también contienen panal, un tipo de componente arenoso típico de la Terra Alta. El vino contiene una parte brisada, es decir, fermentada en contacto con las pieles (como si fuera un tinto) de la que, a su vez, una proporción se mezcla con una solera con brisados de otros años, para alimentarla e ir incorporándola al vino, cuyo resultado es un compendio elegante y fresco, con mucha fruta, acidez presente, vibrante y salino, con una evolución en copa que no para de desprender matices.
La independencia de Roqueta no se vio sometida a ningún referéndum, que sepamos, pero el enólogo la mantiene aquí a buen recaudo mientras, al tiempo, convive en armonía con el resto del sistema, el que forman las bodegas del grupo familiar.
A veces, lo que parecía una utopía se vuelve realidad si se juega la carta correcta.
PVP: 49 €