ENCUENTRO
Pongamos que hablo (de enoturismo) de Madrid: del Madroño al viñedo
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Los retos, y fortalezas del enoturismo de la Ruta del Vino de Madrid se pusieron en liza un almuerzo de prensa con el presidente de la DO. Mantener la población local y amplificar los encantos del entorno de bodegas y pueblos resultará crucial. Javier Vicente Caballero. Imágenes: Álvaro Fernández Prieto
Retiro, Casa Campo, Ateneo, Cibeles, Torrespaña (que cantaban The Refrescos), el Prado, las vitrinas del Bernabéu, el tardeo, su atajo directo hacia el cielo... Madrid no tiene playa, no, pero a sus múltiples atractivos para el visitante (y para el vernáculo paseante) se une un enoturismo atractivo y variadísimo, agazapado y cercano. Del madroño al viñedo en un pispás. Junto con Viena o Budapest, es de las pocas capitales europeas con cepas circundando su metrópoli, viñadores dando el callo y enólogos a escasos minutos de la Puerta del Sol. Múltiples son pues sus alicientes, desde bodegas centenarias, rutas, itinerarios, platos suculentos, alojamientos con encanto, patrimonio cultural e histórico, vinotecas, museos, productores cercanos y unos vinos formidables. La Ruta del Vino de la Comunidad de Madrid (bautizada como Madrid Enoturismo), se encuentra hoy dividida en cuatro subzonas vitivinícolas; a saber, Navalcarnero, Arganda del Rey, San Martín de Valdeiglesias y el Molar. Esta última fecha su incorporación en marzo de 2019. De resultas de ello, se suman otras 600 hectáreas más de viñedos para un total de 12 000. Con El Molar, subzona más septentrional enclavada en la Sierra Norte, se abrocha un cinturón que prácticamente rodea la capital, con la consiguiente facilidad para acceder a la propuesta enoturística en transporte público en un santiamén.
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Un momento clave
A este particular y para actualizar el momento que vive esta disciplina en auge, Antonio Reguilón, presidente de la DO Vinos de Madrid desde diciembre de 2016, se reunió con un nutrido grupo de periodistas y versados del sector para atisbar horizontes y proyectar anhelos. Pongamos que hablamos de Madrid, versión enoturista. “Se puede montar a caballo, se pueden visitar bodegas, se puede pisar la uva, cata bajo las estrellas en San Martín de Valdeiglesias, en la cooperativa de Arganda te montan en una vieja carriola hasta los viñedos, se pueden probar vinos singulares, raros, pero sobre todo, con Madrid Enoturismo lo que se pretende es interactuar con el entorno. Ese es el gran objetivo. Los pueblos de Madrid, los que tienen bodegas, suelen ser pueblos pequeños, a excepción de Arganda del Rey o Aranjuez. Y cada pueblo ofrece algo diferente, ofrece un plato diferente, un restaurante distinto, un productor... que si no fuera por esa visita a la bodega no se conocería nada de esto. Pues eso precisamente buscamos: vertebrar a los municipios, que surjan oportunidades de empleo, porque si no, la gente de ese pueblo se tiene que marchar. Y si se pierden la cooperativas, desaparecen nuestros vinos. Yo soy de un pueblo pequeño, y tenemos 30 municipios para que la gente se acerque a ver qué es lo que ofrece cada uno, que es mucho. Como Colmenar de Oreja, que tiene ocho bodegas (una Feria del Vino y del Comercio en mayo) y que hasta hace cuatro o cinco años estaba eclipsado por Chinchón, que está a cinco kilómetros. Eso es lo que busca este proyecto”, aduce. “Te vas a Cadalso de los Vidrios y te encuentras con bodegas con vinos de 100 puntos Parker, y eso no pasa en todos los sitios y lo tenemos aquí”, agrega el presidente.
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Cifras en auge
De acuerdo a las cifras que maneja ACEVIN, las visitas a Bodegas y Museos de Rutas del Vino de España ha crecido en nuestro país un 58% en el último año. Recordemos que en la Comunidad 12.000 hectáreas alfombran el cultivo de uva de vino, 8 900 con la DO (denominación de origen) Vinos de Madrid, un 78% de la superficie vitivinícola. La DO Vinos de Madrid fue creada en 1990 y es una de las 94 denominaciones de origen reconocidas en España. En total, 52 son las bodegas que lucen el marchamo de la DO y facturan sus elaboraciones a la UE, Estados Unidos y China, principalmente, con más de 5 000 hectolitros de vino despachados al año.
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Convenio con el ayuntamiento
La variedad principal más extendida en la Denominación de Origen es la garnacha tinta o aragonés. Representa en torno al 75 % del viñedo existente en las subzonas de Navalcarnero, San Martín y El Molar. La variedad de uva blanca por excelencia en las subzonas de Arganda y Navalcarnero es la malvar, si bien goza de gran predicamento por su sorprendente acidez y su vocación gastronómica la albillo real (subzona de San Martín de Valdeiglesias). El patrimonio vitivinícola habla de un 80% de cepas viejas, en secano. “Recordemos que a principios del siglo XX contábamos con 70 000 hectáreas Es importantísimo el viñedo en Madrid, es un deber, y para mantenerlo no solo hay que vender vino, sino que hay que hacer enoturismo”, apostilla Reguilón, quien deslizó una novedad. “Ha costado, pero vamos a firmar un convenio con el Ayuntamiento de Madrid donde la ciudad ofrece como experiencia a los turistas que pernoctan en Madrid visitar una bodega y volver. El consistorio se hace socio de Madrid Enoturismo, como otros tantos actores. Nosotros solo somos transmisores y organizadores, no tenemos ánimo de lucro. Ya son 140 los socios, y cada vez se suman más. Como el ayuntamientos como Brunete que ni siquiera tiene bodegas, pero cuenta con restauración y un garbanzo magnífico para combinar con los vinos. Porque el enoturismo está de moda”.







