Artesanía en el mar

Pesca sostenible en Asturias: pescar lo justo y pescarlo bien

Lunes, 08 de Abril de 2024

Poca gente entiende el significado de la palabra “sostenibilidad” como quienes trabajan en el mar. Es su hogar y sustento, y lógicamente, su futuro. El mar es su vida, no un simple negocio. Por esa razón, comprar pescado y marisco en Asturias, o comerlo en un restaurante, es el final de una cadena en la que todos sus eslabones funcionan con una responsabilidad propia y colectiva. Sobremesa para Asturias

Casi 300 embarcaciones faenan en Asturias de modo artesanal. Barcos de pequeñas dimensiones, con tripulaciones a menudo familiares, que capturan cerca de la costa y regresan a puerto cada día, para obsequiar a las lonjas con la mejor pesca posible. Pescan lo justo, pescan lo bueno y pescan bien. Usan artes tradicionales, selectivas, respetando especies, tallas, cupos y por supuesto costeras. Ahí empieza la sostenibilidad: entendiendo el provecho como algo mucho más amplio que el beneficio.

 

El artesano atesora dicha condición porque se siente parte de su ocupación, no un simple trabajador. El pescador sabe que sus redes, cañas y anzuelos deben cuidar el fruto que recoge, hasta 163 especies diferentes en Asturias. Es decir, hasta 163 formas de tratar (como merece) cada animal. Porque la pesca, antes incluso que alimento, es naturaleza. O medio ambiente, si se prefiere, la expresión que más se repite en los numerosos compromisos administrativos que regulan el sector asturiano, situándolo entre los más eficaces y comprometidos de Europa.

 

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Un ejemplo: la Comarca del Navia-Porcía, en el litoral occidental. Una población de 24 665 habitantes, con baja densidad y raigambre marina secular: 26 parroquias, 11 de ellas costeras. Distribuidas en cuatro concejos, cada uno con su puerto y su cofradía de pescadores: Navia, Coaña, El Franco y Tapia de Casariego. Cuando se repasan sus métodos, aparecen la volanta, el palangre, las nasas… las denominadas artes menores, con un impacto muy inferior a la indiscriminada actividad de los grandes arrastreros. Los crustáceos, equinodermos, moluscos y peces que llegan a las rulas asturianas lo hacen en la cantidad adecuada para garantizar no solo su calidad, sino su pervivencia, sea merluza, bonito, xarda (caballa), bocarte, congrio, anguila o andarica (nécora.)

 

De esa lista, como ejemplo de sostenibilidad en toda la trazabilidad, destacan dos especies: el percebe y el pulpo. El primero crece en zonas de mar turbulenta, y solo pueden capturarlo mariscadores profesionales, a mano, durante los periodos y en las cantidades estipuladas por los informes técnicos. La explotación responsable añade, además, períodos de rotación, para permitir la recuperación del marisco. Lo mismo (adaptado a sus particulares características) sucede con el pulpo, a la vanguardia comercial gracias a un control que recoge un eco-etiquetado exhaustivo.

 

Sin embargo, la sostenibilidad no finaliza en los regalos marinos que ofrecen esos 82 kilómetros de costa que cubren las cofradías de Navia- Porcía, o los de cualquier otra zona asturiana. Incluye la creación y mantenimiento de empleos directos, pero también de todos los servicios auxiliares que su industria propicia. Sean las lonjas, conserveras u hostelería. Y, por supuesto, incluye la información al consumidor. el último eslabón, que ha de estar igualmente implicado. Porque cada vez que disfrutas del mar asturiano, eres parte de una artesanía común.

 

 

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