Desde el Ródano norte

El vino de la semana: Matthieu Barret Petit Ours 2022

Viernes, 03 de Mayo de 2024

El de esta semana es un vino francés de Cornas, en el Ródano norte, aunque no cuenta con el sello de la AOP Cornas sino con la de Côtes du Rhone. Y sí, es un vino natural. Raquel Pardo

Últimamente, a medida que se va escuchando entre el público no iniciado el término “vino natural”, también se extiende la idea de que todo lo que lleve esa etiqueta o se defina así va a ser un producto con defectos, fruto del descuido, del desconocimiento o, simplemente, de la ignorancia en cuanto a viticultura y elaboración. Y es que, más allá de lo acertado o no del apelativo (¿podemos decir, realmente, que un vino es algo natural, espontáneo, que escapa y debe escapar a cualquier tipo de control?) ha habido quienes se han aprovechado de algunos de los buenos atributos del concepto, como la mirada hacia el origen, la biodiversidad del territorio, una agricultura libre de químicos o la ausencia de correcciones mientras el mosto fermenta o el vino se cría en bodega para meter en el saco de los naturales vinos que rozan lo imbebible solo por uno de los elementos que alimentan la idea de este tipo de vinos: la ausencia, o mínima adición, de sulfuroso al vino en cualquiera de sus etapas de elaboración. 

 

Estas circunstancias hacen que resulte a veces complicado encontrar un vino natural que sea también orientado al terroir, limpio y pulcro tanto en viticultura como en elaboración y que, además, no incorpore sulfitos o lo haga en cantidades mínimas y como protección antes del embotellado. Y cuando se encuentra un productor así, la satisfacción suele merecer la pena, por la transparencia de los vinos con el origen y por lo placentero del trago. 

 

Matthieu Barret, propietario de Domaine Du Coulet, responde a esas exigencias. Desde que en el 98 recuperó la viña de su abuelo en Cornas (y que cuando Matthieu llegó tenía contrato con una cooperativa local, aunque esas viñas habían provisto de uva a productores consagrados como Chapoutier), empezó a trabajar el viñedo para obtener, primero, el certificado ecológico y después, el biodinámico. Barret mantiene la biodiversidad en sus 20 hectáreas propias y se vale de mulas y caballos para el laboreo, no usa ningún tratamiento en la viña a excepción del cobre y el azufre y en la bodega trabaja por gravedad y sin controlar la temperatura para conservar con más pureza los aromas que vienen de la viña. Desde la cosecha 2017, utiliza para las fermentaciones y las crianzas solamente materiales como el hormigón o la terracota, buscando, dentro de la madurez mediterránea de la zona, la frescura frutal de las uvas. Prescindió de la madera pensando en eliminar interferencias entre el vino y el territorio del que procede y tan solo se vale de ella para fermentar alguno de sus vinos blancos. 

 

Por esto, a Barret se le considera uno de los productores de vino natural más fiables de la región, y por esto concurre aquí con uno de sus tintos, Petit Ours, que es nuestro vino de la semana. 

 

Con una singular etiqueta que utiliza el color negro y tiene una silueta de un osito (su nombre, traducido del francés, es Pequeño Oso) en plata tornasolada, Petit Ours es el vino de entrada de Barret, un tinto 100% syrah que procede de viticultores que colaboran y comparten filosofía con el productor. Esto le permite, además, elaborar vinos asequibles bajo la AOP Côtes Du Rhone y al tiempo, abrir una puerta para conocer cómo trabaja, su limpieza y precisión. Petit Ours es floral, con toques de monte mediterráneo, y muy vivaz y fluido en la boca, con un bonito equilibrio entre su carácter mediterráneo y la frescura de una fruta crujiente y recolectada en su momento. Además, tiene un grado medido (13%Vol) y resulta muy apetecible en conjunto. Vamos, que está muy bueno. Ah, y la cantidad de sulfuroso total es de un gramo por hectolitro, muy por debajo del máximo permitido por la Unión Europea un tercio del máximo general admitido por las principales asociaciones de productores de vinos naturales en el continente. 

 

En Los Ignorantes (editado en español por La Cúpula en 2012), la novela gráfica sobre viticultura y aprendizaje creada por Étienne Davodeau, este, tras observar al viticultor de culto Richard Leroy trabajar en sus viñedos del Loira, reflexiona: “Así que, para hacer un vino, antes de pensar en la uva o en la viña, hay que pensar en la tierra. Por tanto, hay que plantearse el vino como un vínculo potente y misterioso entre la tierra y el hombre”, aunque luego, concluye: “Es un proyecto muy concreto: beber vino que le hable de la tierra a nuestro cuerpo”. 

 

Ni más, ni menos. 

 

PVP: 18€

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