El griego más antiguo de Madrid

Milos, el restaurante que evoca Grecia con el crepitar de su parrilla

Miércoles, 08 de Mayo de 2024

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Los nuevos propietarios de Milos, el restaurante griego más antiguo de Madrid, revalorizan la cocina helena con la revisión de platos clásicos, todo articulado en torno a la parilla griega de carbón, tótem de la cocina del país junto a ingredientes como el aceite de oliva, el queso, el yogur, las aceitunas y el orégano. Redacción Sobremesa

Aun estando en la madrileña calle Francisco Silvela, todo en Milos lleva a los mares griegos: al Mediterráneo, al Egeo y al Jónico. Las paredes azules y los estucados blancos, las mesas y sillas que combinan ambos colores y el amplio ventanal por el que se filtra la luz primaveral son, de entrada, la primera sensación de estar en el país más meridional de Europa, cuna de una de las grandes culturas universales. Sin necesidad de recurrir al folclore más obvio (si exceptuamos las dos cenas al mes que el restaurante ofrece con música griega en directo), todo en Milos lleva una impronta griega. Desde la decoración hasta la comida, tras la cual está el cocinero heleno Vaggelis Boulgouris, curtido en restaurantes de lujo en Tesalónica y Mykonos y que muestra en Madrid toques de autenticidad y maestría en cada uno de los platos. 

 

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Vale la pena comenzar por los mezedes, la propuesta de bocados compartibles, similar a las tapas, con las que empieza toda comida griega. Imprescindible es probar kataifi, un suculento y elegante bocado de queso feta envuelto en pasta un tipo de pasta hilada y dorado al horno. También gemistà, los clásicos pimientos rellenos carne y arroz que ahí reinterpretan sirviéndolos en formato mini, o melitzanes fuorno que son berenjenas asadas con salsa de naranja y feta. 

 

Por la parrilla de carbón pasa casi todo: pulpo, dorada, langostinos y carnes en distintas preparaciones que no dejan de recordar que estamos en el Mediterráneo. También el horno muestra su protagonismo en la preparación de platos como el salmón con crema de hinojo, langostinos y almejas. 

 

Uno de los mejores postres herencia de la Grecia otomana es, sin duda, el blakava, una pieza de repostería finísima elaborada con masa filo, pistachos y almíbar que en Milos sirven de elaboración artesanal. 

 

Una comida completa en Milos, compartiendo mezedes y postre con un principal por cada persona sale en torno a unos 35 euros por comensal.

 

Tragos, vinos y brebajes

 

Loable es el esfuerzo de Milos por dar a conocer los espirituosos griegos a través de tres propuestas en mixología: Afrodita, Apolo y Hefesto son tres cócteles griegos que homenajean a antiguos dioses.

 

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La oferta en cervezas incluye tres etiquetas griegas; también hay vinos griegos, aunque la bodega no está muy nutrida. Desde el restaurante nos matizan que es bastante complicado conseguir vinos helenos. Afirman que antes de la pandemia había un buen distribuidor pero este se retiró.  

 

En la carta de vinos españoles hay ausencias fácilmente corregibles, que desde la gestión, se asegura estár en la senda para ir conformandouna correcta carta de vinos que encaje con el gusto actual y con los platos de la cocina griega. Tienen muy claro que lo importante es evolucionar. 

 

Además, las noches de los jueves de semanas alternas Milos se convierte en una taberna griega en la que impera el estilo rebétiko tan propio los locales portuarios de la capital de Grecia, con baile y ambiente festivo. Eso sí, la carta de comida continúa inalterada.

 

 

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