Jerez Pa Tós

Contubernio Horeca, de Er Guerrita a las barras

Jueves, 09 de Mayo de 2024

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La famosa taberna sanluqueña extiende su concepto al sector profesional con una colección de vinos embotellados en formado de dos litros y pensados para servir por copas en tabernas y bares. Raquel Pardo

La marca Contubernio, originada en la Taberna Der Guerrita, da un salto en su fórmula de divulgación de la cultura del jerez amparando un proyecto impulsado por su fundador y propietario, Manuel Martín Guerra, con una colección de vinos de marca propia, destinadas al canal HORECA y que es una continuación en forma líquida del ambiente tabernario que se vive (y se bebe) en el local familiar de los Guerra, situado en el Barrio Bajo de Sanlúcar de Barrameda, un lugar de peregrinación para todo winelover amante de los vinos de Jerez. 

 

La colección es un proyecto impulsado por Martín Guerra y parte de las viñas familiares de las que salen los vinos, situadas en Campix y plantadas mayoritariamente con palomino, aunque también se está replantando vijiriega blanca, variedad local recuperada. La elaboración corre a cargo de la bodega, también familiar, Vinos Según Cede, encargada de proveer de los vinos a granel que se sirven en la propia Taberna Der Guerrita y del que Manuel Martín Guerra es arrumbador, es decir, encargado de las labores diarias de elaboración y crianza de una bodega en el Marco. 

 

El llamado mosto, un término que en el entorno del jerez quiere decir vino joven, es la base del resto de los vinos de la colección, compuesta, además, por una manzanilla fina, un oloroso, un amontillado, un palo cortado y un amoroso (oloroso combinado con una pequeña proporción de PX dulce). Según confirman desde Contubernio, cuentan con 200 botas para las distintas elaboraciones. 

 

Una de las apuestas más singulares de Contubernio Horeca es la presentación, en unas botellas de dos litros de capacidad con cierto aire retro, pensadas para mostrar y servir en la barra, aunque también se han embotellado formatos más manejables, de 37,5 cl. 

 

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Jerez por copas que inunden Madrid (y otras barras)

 

Al grito de “¡Las barras de Madrid van a cambiar la Mahou por la manzanilla Sanluqueña!” Se anunciaba la presentación en la capital del proyecto ante destacados sumilleres capitalinos y de los vinos que componen la colección.

 

El vino joven se elabora con palomino de viñas viejas, fermenta en bota y tiene una crianza de seis meses bajo velo de flor, es un blanco ágil y muy fresco, con una atractiva sencillez, un vino de sed perfecto para iniciarse.

 

La manzanilla fina en rama es otro cantar, salina, potente, con un fondo de fruta y un bonito equilibrio en boca entre la estructura y la frescura.

 

El oloroso es singular, muy accesible, con notas muy claras de frutos secos, de toffee, fluido y fresco en la boca.

 

El amontillado también tiene una nota salina marcada y recuerdos de su crianza biológica, de paso delicado, muy apetecible y con un punto funky, rebelde, que despierta las ganas de otro trago.

 

El palo cortado, una de las categorías más complicadas de asimilar por el principiante, es, sin embargo, accesible, con notas que recuerdan su crianza biológica pese a que ha tenido más tiempo de oxidativa, amplio en la boca, sabroso y potente. 

 

Y por último, el medium amoroso, con frutos secos y fruta desecada, notas de caramelo y uvas pasas, goloso. 

 

La gama ya está disponible bajo pedido para que los profesionales puedan atreverse a acercar al público estos grandes vinos del marco de una forma sencilla y cotidiana, pese a que, comentaban algunos sumilleres, el gesto de levantar la botella cuando está llena para servir la copa se antoja algo complicado. 

 

Pero nadie dijo que esto de saber de vinos, y menos si se trata del jerez, fuera fácil. 

 

 

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