Ribera del Duero de alto valor

Valduero, la vida eterna de la tempranillo

Lunes, 13 de Mayo de 2024

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La elegancia de la tempranillo con tiempo en botella es el sello de esta bodega familiar que cumple 40 años. Sus vinos, cuyos ensamblajes y envejecimientos varían en función de la añada, salen al mercado tras larguísimas crianzas. Etiquetas como Valduero Lantigua y 12 Años Gran Reserva ya tienen su sitio en el Olimpo del vino mundial. Ana B. Gabaldón

Ribera del Duero vive un momento de esplendor y prueba de ello es la continua llegada de grupos inversiones. En el polo opuesto están bodegas primigenias como Valduero, de cuya mano ha crecido el prestigio de la denominación. Bodega familiar fundada en 1984, su sello fue siempre la elegancia, esa cualidad hoy de tendencia al alza en la zona. Gregorio García Álvarez y sus hijas Yolanda y Carolina García Viadero saben que los grandes vinos de la Ribera del Duero necesitan tiempo, y con esta filosofía, unida a un cultivo natural y una producción artesana, elaboran vinos que se codean con los mejores del mundo.

 

Wine Searcher, el buscador vinícola más respetado del planeta, ha colocado a Valduero Lantigua 1991 como el vino de más alto valor de España, puesto que se cotiza a 2800 € la botella en el comercio mundial. Valduero 12 Años Gran Reserva 2004 (1450 €) es otra etiqueta que le ha hecho entrar en el Olimpo, con 99 puntos Wine Enthusiast. Y la anterior añada, 12 Años Gran Reserva 2001, ingresó en la lista de los ‘7 Magníficos’ (mejores vinos mundiales) de la prestigiosa revista Fine (los otros elegidos fueron vinos de Château Haut-Brion, Petrus, Dominio de Pingus, Penfolds, Tenuta Dell’Ornellaia y Domaine de La Romanée-Conti, ¡casi nada!).

 

Viñas en vaso de baja producción

 

A principios de los ochenta apenas había bodegas en Ribera del Duero, y Vega Sicilia era la única conocida internacionalmente. Sin antepasados bodegueros, Yolanda se apasionó con el mundo del vino y cursó estudios de Ingeniería Agrónoma y máster en Enología y Viticultura. Cuando concluyó su formación, Gregorio adquirió la mitad de la cooperativa de Gumiel de Mercado (Burgos), donde Yolanda empezó a elaborar vino joven y Roble. Con la creación de la Denominación de Origen en 1982, la uva triplicó su precio. Además, había escasez, puesto que muchos agricultores habían arrancado viñas para cultivar remolacha.

 

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Con este panorama, la familia decidió plantar sus propias viñas y adquirir algunas parcelas. Concluyó que el mejor emplazamiento era la zona burgalesa entre La Aguilera, Roa, Gumiel de Mercado y Villanueva de Gumiel. “Aquí la naturaleza nos brinda las condiciones óptimas para elaborar vinos con gran capacidad de guarda. Los suelos pobres, principalmente de caliza y arcilla, el clima extremo y la altitud entre 800-900 m con diferencias enormes de temperatura entre día y noche que provocan una maduración lenta y dota a los vinos de esa acidez necesaria para las largas crianzas”, explica José Luis Chico, marketing manager de la bodega, quien nos acompañó durante la visita.

Una vez tuvieron el viñedo, se independizaron de la cooperativa y construyen la bodega en el emplazamiento actual, a las afueras en Gumiel de Mercado, en lo alto de la montaña. Alrededor se distribuye el grueso de las 100 hectáreas de viñas que poseen en este término, a las que hay que sumar 40 hectáreas más en Villanueva de Gumiel; todas cepas de tempranillo en vaso. Además, cuentan con 12 hectáreas de la uva blanca albillo mayor, de la que fueron pioneros en su plantación y elaboración en Ribera del Duero. “En el caso de la albillo, optamos por el cultivo en espaldera, porque reduce el riesgo de enfermedades que pueden provocar las lluvias”, añade. “Muchas veces la albillo agradece un punto de sobremaduración, porque no es una variedad muy expresiva en nariz, pero sí tiene buena acidez”.

 

Los viñedos se tratan de la forma más ecológica posible, no utilizan fertilizantes sintéticos, solo abonos naturales como estiércol de oveja. Y todas las labores están enfocadas a obtener bajos rendimientos –una media de 3000 kg/ha; y en algunas de las fincas, de tan solo 1500- que redundan en uvas de alta calidad. La ausencia de riego es otro de los factores cualitativos, a pesar de que Ribera del Duero es una región muy seca, con unos escasos 500 mm de precipitación media anual. El objetivo es que las raíces profundicen en el suelo para conseguir el agua y los minerales. Así consiguen uvas con la concentración necesaria para diseñar vinos de largo recorrido.

 

Es significativo que una bodega que podría llegar a producir más de un millón de botellas con el viñedo que tiene (el Consejo Regulador autoriza hasta 7000 kg/ha), produzca solo entre 300 y 400 mil. Esta familia tiene las cosas muy claras, y morir de éxito no entra en sus planes. Sacar los vinos al mercado antes de tiempo es un pecado del que no se le puede acusar. Es, además, una de las pocas firmas que se permite no elaborar una cosecha cuando no alcanza el nivel, como sucedió en 2013.

 

En 2023 diría que ha habido tres vendimias: los que vendimiaron pronto antes de que lloviese, los que vendimiaron deprisa cuando se puso a llover; y los que hemos esperado, renunciando a kilos para meter calidad. Por tanto, habrá vinos de diferentes calidades, unos que van a envejecer bien y otros que no tanto”, reflexiona José Luis Chico. “En nuestro caso, ya dejamos la viña orientada a una baja producción, y conseguimos llegar a la maduración óptima sin que suba demasiado la graduación. Este es otro de los problemas actuales, que está subiendo el alcohol en los vinos de la Ribera del Duero por los efectos del cambio climático”.

 

Ensamblajes y crianzas variables

 

La bodega se construyó dentro de una colina de la propiedad. Desmontaron la pequeña montaña y la volvieron a cubrir con varios metros de la tierra originaria. En su interior consiguen de forma natural 14º C durante todo el año. Además, para la crianza de los Reservas y Grandes Reservas cuentan con galerías subterráneas, algunas del siglo XVIII, a 20 m bajo tierra, con 70% de humedad y 10º C de temperatura constantes.

 

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En 2020 la familia realizó otra obra para permitir la recepción de la uva por gravedad. “Aprovechamos los respiraderos de la montaña para perforar y atravesar los cinco metros de tierra que cubren los túneles. Colocamos arriba la maquinaria de vendimia, y la uva, ya seleccionada, cae directamente por estas perforaciones al depósito. Al evitar las bombas, las levaduras llegan prácticamente intactas y mejoran la calidad de la uva”. En la zona anteriormente destinada a la recepción de los racimos, están edificando una sala de recepción de visitas, wine bar y tienda.

 

Valduero trabaja solo con viñedo propio, realiza vendimia manual en pequeñas cajas y elabora con levaduras autóctonas. En un momento de boom de los vinos parcelarios, la bodega sigue fiel a su filosofía de combinar viñas. Yolanda, directora técnica y enóloga, planifica la vendimia, se encarga de catar las uvas de cada parcela y decidir su destino. Sabe que ninguna cosecha es igual, y menos en esta tierra de clima continental extremo, riesgo de sequía y cotas altas. Esta filosofía también se aplica a la crianza. La elección del origen del roble, del tostado y edad de las barricas para cada vino, varía en función de las características de la añada. Con la ayuda de un sistema de grúas móviles, los vinos se trasiegan suavemente de una barrica a otra, perfilándose poco a poco. Eso sí, todos pasan por alguna barrica nueva y, al menos, por otra usada.

 

Sus naves albergan 4500 barricas: 60% roble francés, 30% roble americano y 10% húngaro. Se utilizan durante cuatro vendimias, y al quinto año las venden. En otro túnel descansan largo tiempo las botellas hasta alcanzar una armonía y un equilibro perfectos, sin prisas. Para hacernos una idea, ahora se está comercializando la añada 2004 de Valduero 12 Años Gran Reserva, 20 años después de la vendimia. “Exportamos casi el 68% de la producción, a más de 60 países. En Miami vendemos mucho, pero el sitio donde más vendemos del mundo es Madrid”, desvela José Luis.

 

Los vinos de la cata

 

Aunque el plato fuerte de la casa son los tintos, en blancos y rosados también alcanza un alto nivel. La cata arrancó con los blancos de albillo. Valduero Criado Sobre Lías (20 €, 94 puntos Wine Enthusiast) es uno de los primeros blancos elaborados con la variedad albillo mayor bajo la D.O. Ribera del Duero. Sorprende por su corpulencia y despliega aromas a piña y pomelo y ligeros ecos ahumadas y de miel. Las versiones más sofisticadas, Valduero Reserva Blanco 2016 (143 €. Edición limitada 2375 botellas) y el Gran Reserva Blanco 2015 (235 €), muestran el gran potencial de guarda de esta uva. Dos vinos muy elegantes que acaban de salir de la bodega y están predestinados a escalar a lo más alto. Nacen de viñas con una edad de 20 años en espaldera, sin riego, con una producción de 2500 kg/ha. Las uvas se desgranan a mano en barricas de 500 l. El Reserva 2016 tiene una crianza de cuatro años en roble de distintos orígenes. En nariz presenta recuerdos anisados y de miel. En boca encontramos la acidez y estructura que se espera de un albillo de guarda bien hecho, es goloso y persistente, con recuerdos de corteza de queso y cítricos.

 

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Otra de las novedades es Valduero Rosado Reserva 2016 (80 €. Producción: 2925 botellas), uno de esos vinos que te rompe los esquemas, de lo mejor a nivel rosados nacional. Reemplaza al anterior Rosado Reserva de la bodega, y tiene una crianza mucho más larga: cuatro años en barricas de diferentes orígenes y dos años en botella. Combina tempranillo (55%) y albillo (45%) en un clarete de estilo novedoso, con abundante fruta roja en nariz, ecos de vainilla, ahumados y hierbas aromáticas. Volumen, frescura y extraordinaria complejidad en boca. La bodega está trabajando en el lanzamiento de un Rosado Gran Reserva.

 

La gama de tintos también se ha sometido a un proceso de renovación. La cata arrancó con la Colección Tierras Altas, que incluye tres tintos. Valduero 2 Maderas 2019 (26 €. 94 puntos Wine Enthusiast) sustituye al anterior Crianza y la bodega lo denomina su “Reserva más joven”. Tiene 15 meses de envejecimiento en dos maderas de orígenes diferentes, de ahí el nombre. Se expresa con fruta roja madura y especiados (comino, clavo y nuez moscada). Le sigue el Reserva de siempre, ahora bautizado como Valduero 2 Cotas Reserva 2016 (38 €). Diseñado con tempranillo de dos municipios: Gumiel de Mercado y Villanueva, a 840 y 900 m, dos de las zonas más altas de la Ribera del Duero, con viñas de más de 40 años. Envejeció dos años y medio en barricas de diferentes orígenes, y se muestra carnoso, con notas de café y tabaco. La añada 2017 de este vino ofrece más notas frutales y balsámicos. Cierra la Colección Tierras Alta el Gran Reserva, que solo verá la luz en las mejores añadas. Valduero Gran Reserva 2 Racimos 2014 (98 €. 10 000 botellas) resulta de la selección de los dos mejores racimos de cada planta, de viñas de más de 70 años. Fermentó en barricas de roble de 500 litros y maduró cuatro años en barricas. Dominan las notas balsámicas y la textura es pura seda. Muy largo.

 

En un estilo más moderno, opulento y frutal está Valduero Una Cepa 2018 (34 €. 94 puntos Wine Enthusiast), potente y carnoso, tiene 18 meses en barricas. Valduero 6 Años Reserva Premium 2016 (67 €) nace de viñas de más de 40 años con rendimiento limitado a solo 2000 kg/ha. Se redondea 36 meses en barricas de 4 orígenes diferentes y 36 meses más en botella (6 años en total). Es un tinto potente y armonioso con un magnífico final con recuerdos de tofe.

 

Puso el broche a la cata Valduero I Cepa Premium 2011 (325 €, 97 puntos Wine Enthusiast), una de las etiquetas de la Colección ‘Gran Lujo’, junto a Valduero Lantigua y 12 Años Gran Reserva. Vinos que tienen una vinificación integral y absolutamente artesana: solo la mano humana toca las uvas, sin máquinas. Para la elaboración de Valduero I Cepa Premium 2011 seleccionaron zonas pequeñas de determinados viñedos, sólo las mejores cepas con un máximo de seis racimos. Al llegar la vendimia, esas mismas plantas ya elegidas se sometieron a una tercera selección que suponía escoger un único racimo de cada una. Esos racimos únicos se desgranaron a mano en barricas de roble de 500 l, donde tuvo lugar la fermentación, pisando la uva y bazuqueando de manera manual. En las mismas barricas se desarrolló la fermentación maloláctica. A continuación se crio toda la partida de forma simultánea en cuatro tipos de barricas de dos orígenes diferentes. Gran expresión y excelente dimensión aromática, un vino opulento que compensa la corpulencia con una ligera acidez para ofrecer una degustación amable.

 

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