La seducción futurista
Ámsterdam
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Convertida en un referente para la arquitectura de vanguardia, la también llamada “Venecia del Norte” celebra los 400 años de historia de sus canales mientras consolida el éxito de su imagen renovada. Pedro Javier Díaz-Cano
Denominada la “Venecia del Norte” por sus 160 canales y asentada en los márgenes del río Amstel, de donde deriva el nombre de la ciudad, Ámsterdam posee uno de los mayores centros históricos de Europa. Cual tela de araña, su red fluvial interna divide la ciudad en unas noventa isletas, unidas entre sí por cientos de puentes. Fue a lo largo de su estrecho cinturón acuífero donde en el S. XVII se construyeron miles de casas patricias lujosamente decoradas y centenares de almacenes. En aquel entonces, Ámsterdam era la ciudad comercial más poderosa del Viejo Continente, y sus conductos resultaban ideales para transportar las mercancías. Hoy la zona más pintoresca es la “Curva de Oro” en el canal Herengracht, donde las históricas casas de los comerciantes han quedado reemplazadas por bellos palacetes.
Precisamente, la ciudad celebra ahora los 400 años de sus canales y uno de los momentos que se ha hecho coincidir con este aniversario es la reapertura del Rijksmuseum, cuya rehabilitación ha sido llevada a cabo por el estudio de arquitectos sevillanos Antonio Cruz y Antonio Ortiz.
Aunque los canales de Ámsterdam han perdido su función, siguen navegándose de forma harto intensiva. Para hacerse una mejor idea de esta ciudad flotante, recomendamos al visitante que tome alguno de los setenta barcos que la surcan por sus principales arterias.
Cocina de autor en el Barrio Rojo
El céntrico Barrio Rojo de Ámsterdam, famoso por los escaparates donde se exhiben las meretrices, se está transformando para evitar su degradación. Muchos de los antiguos burdeles están siendo ocupados por otro tipo de negocios, como el restaurante Anna de cocina de autor (ver Agenda), o la emisora de radio Red Light, en cuyo escaparate puede verse ahora a los locutores delante del micrófono.
En la plaza Noordermarkt comienza Jordaan, una de las zonas más caras de la ciudad. Aquí se halla la Casa Museo de Ana Frank (Prinsengracht, 267. Precio: 8,50€), uno de los lugares más visitados, con frecuentes colas. El escondite donde Ana Frank escribió su famoso diario fue restaurado para evocar al máximo el período en el que las familias judías sufrieron la persecución nazi.
Arquitectura de vanguardia
Setenta años después, Ámsterdam se ha convertido en un gran laboratorio de arquitectura de vanguardia en los barrios situados más allá del centro histórico, como Zeeburg Eastern, donde está la península de KNSM, una antigua zona portuaria ganada al mar a la que se accede atravesando un llamativo puente. Allí, el edificio de viviendas Piraeus, del alemán Hans Kollhof, hace guiños al expresionismo de los años 20. Pero es en las islas de Sporenburg y Borneo donde se concentran los proyectos urbanos más atrevidos y futuristas, como el de La Ballena, de los arquitectos Frits van Dongen/ De Architecten Cie; La Silla, en forma de U, de Steven Hall; Pacman, un conjunto de bloques inspirado en un juego de ordenador; o los puentes diseñados por West & Urban, como el de Pythonbrug, con forma sinuosa de serpiente.
NEMO, el “buque-museo”
Uno de los edificios más emblemáticos de la nueva Ámsterdam es NEMO, el museo científico diseñado por el famoso arquitecto italiano Renzo Piano. Construido en el muelle Oosterdok, debido a su forma y posición constituye un punto de orientación en la ciudad, dando la sensación de que se trata de un gran buque fondeado en el embarcadero.
Otro de los platos fuertes es, sin duda, el edificio del Grupo ING, diseñado por los arquitectos Roberto Meyer y Jeroen van Schooten. Localizada en Zuidas, la sede central de este banco holandés presenta un aire llamativo al posarse sobre postes de entre nueve y 12 metros de altura, siendo el acero y el cristal los dos elementos predominantes. Su forma tan original le ha hecho merecedor de apodos como el de La plancha o El zapato de hierro. Pero si hay un símbolo de Ámsterdam por antonomasia, ese es la bicicleta, el vehículo más popular de la ciudad ha proliferado tanto que el Ayuntamiento se ha visto obligado a buscar soluciones ingeniosas para aparcarlo. El último grito es un almacén mecanizado situado en los tejados de las casas, con un ascensor que sube los velocípedos hasta cuatro pisos de altura, patentado por la empresa local Velominck.
Humo, madera y ginebra
Los bruine café´s deben su nombre al característico color marrón de sus paredes. Muchos datan del siglo XVII, pero ofrecen un entorno moderno en el que se puede disfrutar del auténtico gezelligheid, el ambiente cordial y acogedor de las gentes de Ámsterdam. Además de café, en esta versión de los pubs se puede catar una extensa variedad de cerveza y ginebra, que en Holanda se considera la reina de las bebidas.
Mención especial merece el Café Papeneiland, ubicado en una bonita casa que data de 1642 en el barrio Jordaan. Su especialidad es el apple pie, un pastel de manzana degustado hasta por el propio Bill Clinton, como prueba la foto que preside el establecimiento.


