CERTAMEN
El Arrocero del Futuro tiene 25 años, es de Getafe y fue discípulo de El Bohío

Se llama Eduardo Guerrero y regenta el restaurante madrileño Adaly. Con su arroz seco de codorniz y colmenillas se llevó el concurso Arrocero del Futuro, ya señero en Valencia, que busca el talento emergente en eso de puntos, melosidad, cremosidad e integración de sabores en un arroz. Javier Vicente Caballero
Juventud, divino (y temerario) tesoro. Madrugó más de lo razonable ese mismo domingo (durmió dos horas), acomodó aparejos, materia prima y panoplia en el maletero y condujo hasta plantarse en la tierra del arroz... y de la luz, las flores y el amor, según reza el himno de Valencia. Dispuso su equipaje culinario en la Plaza del Ajuntament de la capital del Turia para participar en la séptima edición del concurso Arrocero del Futuro frente a siete rivales, la mayoría de ellos chefs de la Comunidad Valenciana con amplio bagaje arrocero en la memoria y en sus respectivas familias. Sin apenas ayuda y con el viento como hándicap, con tino y discreción, Eduardo Guerrero oficiaba un arroz variedad albufera, seco, de lámina, de apenas un par de granos por encima de su continente. Lo trufaría con codorniz de maíz, en vez de pollo, usada el ave enterita; las patas, a la brasa y a baja temperatura coronando la capa; con las vísceras y menudillos, rellenó unas colmenillas. Bingo. Honores de ganador y 2000 euros de primer premio. Ya tenemos Arrocero del Futuro. Tiene 25 tímidos años prendidos de la chaquetilla, nació en Getafe (La Alhóndiga) y regenta el restaurante Adaly en la calle Claudio Coello de Madrid. “En mi casa los fines de semana la que hace el arroz es mi madre y lo hace con pollo. Le quise dar una vuelta y usar codorniz para el concurso, un ave que me gusta mucho. Usé todo, hasta su grasa en vez de aceite de oliva, con un fondo de ave muy concentrado, un kilo de carcasa por cada litro de agua buscando intensidad. No tuve muchos ensayos, la verdad, hice un par de intentos. Es el primer concurso al que me presento y he tenido la suerte de ganar”, explica Edu a este reportero, un muchacho que iba para veterinario y que devoraba libros de Biología... y de cocina. “Mis padres me animaron a que me metiera en cocina porque se me daba muy bien. Hice grado medio de Hostelería en Alpajés, Aranjuez y estuve en El Bohío de 2018 a 2002”, rememora el getafense.
El jurado de Arrocero del Futuro, presidido por Cuchita Lluch —miembro de la Real Academia de la Gastronomía—, estuvo compuesto por los periodistas gastronómicos Jaime de las Heras, María Canales, Maribel González y un servidor. Completaron el elenco Belén Arias, presidenta de la Academia de Gastronomía de la Comunidad Valenciana, y Toño Palacios, periodista culinario venido desde Alicante. El jurado ponderó la valentía de presentarse con un arroz de este calado en santuario tan canónico, y se maravilló con la profundidad, integración, presentación y largura del plato de Guerrero, que resultó impecable en cada variante que calibrar. “Desde el principio nos dimos cuenta del gran nivel, de lo difícil que iba a resultar elegir ganador. Ha habido arroces de altísima cocina que podrían estar en menú degustación de restaurantes con estrella. Ha sido muy reñido porque ha habido dos, tres chefs de estar cerca de ganar. Hay un gran talento y mucho futuro”, comentaba Cuchita Lluch.
En un orden que obedeció a un sorteo y siempre con la premisa de que los comparecientes fueran menores de 40 años, estas fueron las creaciones degustadas y valoradas para elegir al Arrocero del Futuro: Àlex Vidal, de Origen (Carcaixent, Valencia). Arroz de acelgas, quisquillas, cacau del Collaret y naranja cadenera; Andrés Rengel, de Nostre (Valencia). Arroz de cordero agnei de los montes de Aragón, puchero de algas y hierbas de montaña; Rafael Cuello, de Moscatel (Madrid). Arroz de montaña con panceta a baja temperatura; Carlos García, de Dexcaro (Denia, Alicante). Arroz de quisquillas con chile chipotle y aire de azafrán; Aitor López, de Citrus del Tancat (Alcanar, Tarragona). Arroz mantecado en un guiso ahumado de paloma torcaz, vino rancio y setas; Arturo Roig, de A Roig Viu (Albaida, Valencia). Arroz verde de playa y huerta con tellina, gamba roja de Denia, acelgas del huerto de Arturo y aire láctico de perejil y bergamota; María Fernanda Escalona, de La Salita (Valencia). Arroz picante de birria de cordero y espuma de cilantro.
La celebración del Arrocero del Futuro –que ya va por su séptima edición– supuso el colofón a un fin de semana festivo y popular donde la cultura del arroz se erige como protagonista en el marco de Tastarròs 2024. Este año la chef Begoña Rodrigo del restaurante La Salita (Valencia, una estrella Michelin y tres Soles Repsol), ejerció de embajadora y como en ediciones anteriores se volvieron a realizar actividades en torno a la cultura arrocera, donde 56 restaurantes de la Comunidad Valenciana despacharon 18 000 raciones de arroces tradicionales y de vanguardia, en la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Además cuenta con el aliento del programa EU RICE está siendo desarrollado por la Asociación Empresarial Agrícola de Salónica y el Consejo Regulador de la DOP Arroz de Valencia. El objetivo, sensibilizar e informar a consumidores y productores de que el arroz producido en Europa es un producto seguro, ya que se cultiva cumpliendo las estrictas normas europeas. Hace hincapié en la sostenibilidad medioambiental del cultivo del arroz, subrayando su beneficioso papel en relación al cambio climático y el medioambiente.
Asimismo, y siempre con el objetivo de poner en valor la importancia económica y cultural de esta gramínea universal, se instaló un enorme sequero de arroz en el que se puedo competir por el título de Labrador más Rápido de La Albufera. Además, y con el apoyo de DO Arrôs de Valencia, se impartieron clases y showcookings en directo en los que desvelaron trucos y secretos para dominar cocciones, fumets y conocer mejor todos los matices del sustento valenciano por antonomasia, cuya vertiente culinaria en forma de paella es patrimonio universal y emblema de la gastronomía española.