Aniversario en Rioja Alavesa

Macán, 15 años perfilando el vino fino en Rioja

Martes, 18 de Junio de 2024

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La primera vendimia del proyecto conjunto de Vega Sicilia y los Barones de Rothschild fue en 2009. Pero Macán llevaba ya cinco años de intenso trabajo de búsqueda de viñedos de calidad en Rioja Alavesa encaminados a la creación de un estilo propio. Raquel Pardo (texto e imágenes)

Para conseguir las 106 hectáreas de viñedo de las que hoy se compone Macán, el director de viticultura de Tempos Vega Sicilia, Enrique Macías, estuvo “buscando viña vieja, anterior al 86, como un loco”, comenta el director técnico del grupo, Gonzalo Iturriaga. Corrían los primeros años del siglo XXI y la compra de terrenos se fue haciendo despacio, con multitud de operaciones discretas (en algunas de ellas la bodega contó con la ayuda y guía del recientemente fallecido Fernando Remírez de Ganuza) que lograron recopilar en diez años las primeras 86 hectáreas de parcelas de suelos arcillosos y calcáreos, en zonas cercanas al Ebro y otras a mayor altitud. Hoy esa extensión ha crecido hasta las 176 parcelas y 106 hectáreas, de las que el 80% están en el pueblo riojano de San Vicente de la Sonsierra y el resto, repartidas por Labastida, Navaridas, Elvillar y Ábalos, aunque la bodega sigue atenta a encontrar nuevos viñedos y terrenos donde plantar que contribuyan a definir el perfil de los dos vinos que se elaboran, Macán y Macán Clásico, equiparables, siguiendo la tradición bordelesa, a un primer y segundo vino.

 

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La espera y la constancia en la persecución del mejor vino posible, aunque el mejor vino, tal como expresa el consejero delegado de Tempos Vega Sicilia, Pablo Álvarez, esté siempre por hacer, han caracterizado la evolución pausada de Macán desde que en 2013 vio la luz la añada 2009. Entonces esa cosecha se elaboró en una bodega alquilada, hasta que en 2016 ya se pudo elaborar en la actual sede, un edificio de 10 000 metros cuadrados en Samaniego, firmado por el arquitecto Enrique Johansson de Terry que se inauguró en 2017.

 

Artesanía en el campo, tecnología e investigación en la bodega

 

Macán, palabra que hace referencia al nombre con el que se conoce coloquialmente a los habitantes de San Vicente de la Sonsierra, lleva a cabo prácticas tradicionales en sus parcelas enfocadas a revitalizar los suelos y extraer de las viñas frutos en el momento óptimo de maduración.

 

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En La Canoca, una parcela de 1955 con apenas 0,7 hectáreas y situada en el reputado paraje del mismo nombre en San Vicente, Miguel Ángel Mato y su hijo Miguel (reconocido como uno de los 100 jóvenes talentos del año 2024 por el Basque Culinary Center por su emprendimiento en la bodega Al Galope), segunda y tercera generación de yugueros, recorren con su mula las calles para airear los suelos, de los que el director de viticultura de Macán, Jaime López-Amor, comenta que han recuperado la vida, una afirmación que refuerza el hecho de que en 2022 se triplicó la cantidad de kilos de uva vendimiados respecto a 2009, alcanzando los 400 000. El momento de la recogida se decide mediante cata, al igual que el destino de las uvas que se destinarán a elaborar Macán y Macán Clásico. Habitualmente, confirma Gonzalo Iturriaga, las parcelas con suelos de cascajo y arena suelen conformar Macán Clásico, mientras que los viñedos en zonas más altas y con más componente caliza van a Macán.

 

Debido a la inseguridad que genera el cambio climático, en Macán se están seleccionando clones y se hace selección masal para extraer y multiplicar material (principalmente, tempranillo, que ocupa el 86% del viñedo de la bodega) óptimo y mejor adaptado a estas situaciones, más resistente a la sequía y otros problemas que acarrea el calentamiento global.

 

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En la bodega, concebida respetando la pendiente natural de la ladera (entre los niveles que componen el edificio hay una diferencia de 13 metros) a los pies de la Sierra de Cantabria y dividida en tres naves, Agua para la entrada de uva y elaboración, Tierra para las crianzas y Sol para la expedición y administración, se sigue la estela de respeto y preservación de la uva que se practica en el campo. Se despalilla a mano y se utiliza la gravedad, y se decide si los vinos fermentan en depósitos o en tinas de madera, que se utilizan únicamente para este propósito. Los controles por parte del laboratorio son constantes y en las instalaciones hay un pequeño espacio reservado para investigación y microvinificaciones, donde también se investiga con los clones seleccionados y se trabaja para aislar levaduras propias que, de hecho, ya se han utilizado en vinificación en la pasada vendimia, y que en la de este año se utilizarán para la elaboración de toda la uva de la bodega.

 

Para la crianza, según explica la enóloga de Macán, Tatiana Puras, se están reduciendo progresivamente los niveles de tostado y ya se cuenta con volúmenes grandes, fudres, para reducir y suavizar el impacto de la madera y trabajar esa textura aterciopelada en la boca que es una de las señales de identidad de los Macán que se persiguen desde la puesta en marcha de la bodega.

 

Una producción que crece con paso firme

 

En sus 15 años de trayectoria, Macán ha multiplicado su producción en un 400%. Con su primera añada comercializada, la bodega ya facturó 1,2 millones de euros, cifra que duplicó al año siguiente. Desde 2019 esa cifra crece hasta los tres millones y en 2020 factura cuatro millones. En 2024 el objetivo son los ocho millones de euros, lo que consolida un crecimiento consciente en la producción y puesta en el mercado de los dos tintos que elabora, que se comercializan a unos precios que rondan los 50 euros para el Macán Clásico y los 80 para el Macán. Los vinos se venden ya en 123 países en una estrategia comercial que ha ido apostando por la internacionalización y reduciendo las ventas en España; estas cifras han pasado del 55% de su facturación al 30% en 10 años, una vocación exportadora clara que, además, pone su foco en el mercado americano, su primer cliente, al que siguen Suiza y México.

 

La producción de sendos vinos fue de 69 000 botellas en 2009 y estos números también han ido sumando y creciendo de forma sostenida: se pasó en 2015 de las 150 000 botellas y se superaron en 2020 a las 314 000, exceptuando la cosecha de 2017, que tuvo problemas de heladas y solo se elaboraron poco más de 86 000 botellas. La añada más cuantiosa fue la de 2021, cuando se alcanzaron las 347 000 botellas, aunque para este año y hasta 2030 la bodega estima una producción que ronde las 318 000- 320 000. En general, un tercio de esta producción corresponde a Macán y el resto a Macán Clásico. La añada 2023 romperá esta tendencia debido al clima, y rondará las 200 000 botellas entre los dos vinos.

 

Macán a través de Macán: evolución líquida

 

Cuenta Gonzalo Iturriaga que, cuando se incorporó a la bodega en 2015, Pablo Álvarez le hizo un curioso comentario sobre Macán: “Este vino está bueno, pero… le falta algo”, a lo que el enólogo asintió y, afirma, se propuso “pasar de la banda de rock tocando a todo trapo a algo más equilibrado y armonioso”. El rock es una metáfora para aludir a que los primeros “macanes” eran fruto de una elaboración más extractiva, fruto, quizás, de una receta que funcionaba bien y que el nuevo director técnico aprendió a desechar. La evolución de la bodega se puede condensar en una búsqueda del equilibrio en la boca, de la consecución de una textura perfecta y sedosa que sea el matiz ideal de la madurez, la extracción y la crianza, una armonía que, como es sello identitario de la casa, se ha ido trabajando con paciencia y dando valor al tiempo.

 

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Esta pequeña vertical, catada en la bodega el pasado 6 de junio, es una muestra líquida de esos pasos adelante.

 

Macán 2010. Fruto de una añada considerada Excelente por el Consejo Regulador, tras una serie de cuatro calificadas como Muy Buenas. De perfil maduro, concentrado, con notas de café, chocolate, madera y especias, de textura firme y tanino marcado, ligeramente cálido y con notas de fruta bien madura.

 

Macán 2012. Se elaboró en una añada normal, de invierno suave y lluvias oportunas. Más delicado en nariz, con notas balsámicas, mentoladas, con fruta negra y azul. En la boca vuelve el mentol y tiene intensidad y fluidez, tanino marcado, volumen y amplitud y textura amable.

 

Macán 2014. Pertenece a una añada equilibrada que acabó con lluvias intermitentes durante la vendimia. Es balsámico y de nuevo aparecen notas mentoladas, complejo, con fruta negra, tinta china, voluminoso y amplio en la boca, elegante, fresco.

 

Macán 2016. Con Iturriaga ya en la dirección técnica, esta cosecha fue la primera que se elaboró en la nueva bodega, lo que permitió un mayor control y la vinificación por parcelas. Tiene un perfil más rojo que los anteriores y cierta sensación sazonada en la boca. Es fluido y con tanino presente aunque tiene una textura amable y algo más ligera que en añadas anteriores.

 

Macán 2018. En esta cosecha, fresca en cuanto a clima, se introduce en Macán la elaboración en fudres y una crianza menos invasiva. Eso se nota en el vino, que desprende matices florales y de fruta silvestre y de perfil más rojo. En la boca es fresco, sabroso y fino, de taninos firmes y mucho equilibrio, muy placentero y uno de los favoritos de los catadores presentes.

 

Macán 2020. Para Gonzalo Iturriaga, aquí se marca un punto de inflexión en la bodega, ya que se incorpora uva de nuevas parcelas y el vino lleva una pequeña proporción de garnacha mezclada en el propio campo y cuando aún no está madura del todo (su ciclo es más largo que el de la tempranillo). Mantiene el toque balsámico en la nariz y suma fruta negra y silvestre, roja, aunque lo más destacado es su textura sedosa y completa, pese a estar aún en el botellero (su salida está prevista para el año que viene).

 

Macán 2021. La favorita hasta el momento del enólogo, ofrece fruta bien madura y, de nuevo, una textura que marca la diferencia, equilibrada y sedosa, aterciopelada, que envuelve magistralmente sabores especiados, de fruta negra y vainillas y notas florales, con una potencia medida y paladar encantador.

 

La añada en curso, 2019, se enmarca en esa tendencia de distinción táctil, jugosa en la boca y con la complejidad frutal y especiada que empieza en la nariz y continúa en el paladar, con una estructura que combina finura y delicadeza con intensidad en un atractivo baile de fuerzas.

 

 

 

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