Injusto, pero útil
Los prejuicios son malos. Con ese concepto, a poco que entremos en el sistema educativo o veamos una película de Disney, crecemos. A grandes rasgos, estoy de acuerdo con esta posición vital, sobre todo cuando se trata de prejuicios basados en preceptos racistas, machistas, fascistas y similares. Santiago Rivas
Por otro lado, últimamente, observo que a los iniciados nos acusan de ser prejuiciosos. Una acepción de “prejuicio” que, según la RAE, consiste en tener una “opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”.
Por tanto, se podría decir que este mecanismo se basa en la ignorancia. Ahora voy a introducir el concepto de sesgo cognitivo. Profundizando más, llegamos a los atajos del conocimiento: a esto se le llama heurística. La palabra también se incluye en la RAE, cuya definición, de las que tiene, la que aquí interesa es la que dice lo siguiente: “en algunas ciencias, manera de buscar la solución de un problema mediante métodos no rigurosos, como por tanteo, reglas empíricas... etc”.
Comparando prejuicio y heurística resulta que hay una gran diferencia: uno está basado en el desconocimiento y la otra, al menos en una de sus acepciones, en la experiencia. En la sabiduría que otorga hacer cosas. Entonces, ¿por qué a planteamientos como la xenofobia ampelográfica o el determinismo latitudinal se los considera prejuicios? Evitar beber vinos con variedades foráneas (ya sean españoles, italianos o húngaros) es una regla que, según mi experiencia, es útil; en lo casuístico puede ser injusta, pero en la generalidad funciona. Te vas a dejar mucho bueno por el camino, es cierto, pero nunca lo mejor. Preferir descorchar un borgoña a una botella de Eslovaquia presenta el mismo modelo de decisión; lo mismo esa referencia eslovaca en concreto es superior a tu montrachet, pero nuestro conocimiento generado a través de la repetición nos lleva a pensar que hay menos riesgo en descorchar esa chardonnay. Me parece que diferenciar prejuicio de sesgo empieza a ser fundamental, dado que los damnificados sufren con nuestras decisiones sesgadas. De acuerdo, lo siento; pero bajo ningún concepto son modelos basados en la estupidez; la falta de rigor no es idiocia por mucho que no sea una ciencia exacta. No veo que se les pongan tantas pegas a los economistas o a los psicólogos.
Claro, el mercado nos quiere limpios, sin ideas preconcebidas, dado que en ese estado, ausente de todo juicio, es más fácil venderte. “Abre tu mente y prueba de todo” sería el mantra comercial del vendedor. Mira, pues no; el tiempo y el dinero son recursos limitados para todos, por no hablar del hígado, así es que no tengo necesidad de ser pionero en nada que no me genere mi propia curiosidad y no tu imputación de un sentimiento de culpa. Si al final esa pinot manchega es excelente ya me lo dirán, como me enteré también en su momento de la existencia de las alemanas. Seguiré con mi heurística mientras tratan de vestirla de prejuicio. No os sintáis mal, nadie nos vende, nosotros compramos.
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