Valor en alza

El vino de la semana: Caminollano Airén Brisado Tinaja 2022

Viernes, 19 de Julio de 2024

El de esta semana es un vino que aglutina muchos de los valores más destacados del vino manchego, una muestra líquida del potencial de este enorme (y diverso) viñedo. Raquel Pardo

Esta semana, entre el 15 y el 17 de julio, se ha celebrado en Almagro (Ciudad Real) el curso “De la viña a la copa, entre cepas y aromas” dentro del programa de los Cursos de Verano de la Universidad de Castilla- La Mancha. Impulsado el catedrático Francisco Jesús García Navarro y el profesor José Antonio Prieto Juárez, el enfoque de las sesiones ha sido multidisciplinar y con contenido científico, técnico y divulgativo.

 

En esta edición he tenido el honor de ser convocada para intervenir hablando de la diversidad vitivinícola que esconde (sobre todo, porque a veces pasa desapercibida) de Castilla- La Mancha y de cómo hay algunos de sus principales valores que son tremendamente atractivos para los prescriptores, desde críticos a sumilleres, distribuidores o responsables de vinotecas.

 

Entre esos activos, y empujado por las consecuencias que el cambio climático acarrea a una zona cálida como la del centro de España, está el de la investigación y la utilización de variedades recuperadas, autóctonas o tradicionales que también sean más resistentes a la subida de temperaturas o la ausencia de agua que se asocian con el calentamiento global. Variedades como la tinto fragoso, la moravia o la pardilla, junto a las ya instaladas en territorio castellano manchego como la monastrell o la bobal se plantean como buenas alternativas vitícolas a una cencibel que lo tiene aquí cada vez más difícil. Y, por supuesto, la airén, propia de este territorio y una de las cepas más ignoradas de nuestra historia vitivinícola.

 

También hablamos del emprendimiento y del relevo generacional como valores que explotar a la hora de lograr visibilidad, y de buscar, en resumen, la singularidad que encierra cada proyecto vitivinícola, que en esta comunidad la hay, y no es del todo escasa, dada también su enorme superficie. Ya hay casos de éxito que han logrado no solo ser visibles, sino aumentar precios y prestigio a base de esa diferenciación, como los de Verum con su proyecto Ulterior y sus vinos de parcela, Ercavio con su visión pionera y elaboraciones con airén y malvar y, más recientemente, los hermanos Cerrón con su proyecto Stratvs, dentro del cual se elabora la airén más reconocida de todos los tiempos, El Cerrico, un vino que puede alcanzar ya fácilmente las tres cifras en una carta de restaurante (eso, si se logra contar en la bodega con alguna de sus botellas, lo cual no es tarea fácil).

 

Estas y otras iniciativas, como la que trae aquí hoy el vino de la semana, hacen mantener la esperanza en esa diversidad aún poco visible en el vasto mar de viñas y vinos castellano manchegos.

 

Porque esta semana le toca el turno a una bodega que reúne muchos de esos valores: relevo generacional y juventud al frente (juventud, además, con inquietud por el vino y por salir de la zona de confort); afán por marcar la diferencia utilizando variedades locales, algunas recuperadas; interés por preservar el viñedo viejo y diferenciar parcelas, entender mejor su territorio y utilizar nuevos métodos de elaboración que, en el fondo, rescatan otros sistemas ancestrales o arraigados con su territorio. En efecto, Vinos Llámalo X recoge todos estos valores que mueven la mirada hacia los vinos de esta Comunidad, que sigue siendo el viñedo más grande del planeta.

 

Jose Joaquín Ballesteros Catalán es tercera generación de viticultores, vinculado al vino porque su abuela tenía un despacho, primero y después, porque su padre, enólogo, le acompaña en este proyecto, en el que es el hijo, a veces, quien abre la mente al padre a nuevos horizontes vitivinícolas y, al tiempo, aprenden el uno del otro.

 

Afincado en Villarrobledo, en sí mismo, el municipio con mayor superficie de viñedo del mundo (con unas 30 000 has de viña), Jose forma parte de una pequeña oleada de elaboradores que apuestan por levantar la mano en esa inmensidad con vinos cargados de mensaje. Valiéndose de viñas propias y uva que compran a proveedores con los que trabajan mano a mano, Jose y su padre, del mismo nombre, apuestan por variedades como la pardilla, la crujidera o la tinto fragoso que suman a otras como la bobal, la monastrell y, claro, la airén, preferentemente, de viñedo viejo. Sus vinos los define como de “mínima intervención, máxima observación”, un principio necesario, este último, si se quiere conseguir aquel.

 

Estando en Villarrobledo es, además, casi religión utilizar, al menos en alguna de sus elaboraciones, las tradicionales tinajas, cuya fabricación en este municipio se remonta al siglo XVI y que hoy se mantiene en pie, vendiendo a bodegas en distintas partes del mundo.

 

El vino de esta semana, Caminollano 22, aglutina pues muchos de esos valores que se defendieron en el foro universitario y que son esenciales para que el vino castellano- manchego sea diverso y atractivo para winelovers. Está elaborado con airén plantada en vaso y con entre 60 y 80 años, una rara avis en la localidad, ya que lo que se ha ido extendiendo es la espaldera y variedades internacionales, pese a ser esta uva la más arraigada en la tradición de Villarrobledo. Utiliza, para su vinificación, la tinaja y el contacto con las pieles (brisado) durante toda la fermentación, un contacto que se alarga hasta los 60 días. Estas dos “intervenciones”, rescatadas de métodos ancestrales, le confieren aromas tostados y de frutas horneadas, de caramelo de café y toques ahumados y una boca ligera y fina, con una elegante complejidad y una textura amable y sedosa.

 

Dice el inmortal hidalgo manchego que “Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.” Amén.

 

PVP: 23 €

 

 

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